Capitulo 699
Capítulo 699
-Ah, claro.
Tras firmar, el mensajero metió una caja larga en el apartamento y le preguntó:
-¿Desea que lo abra por usted?
–Sí, gracias.
La caja era bastante grande y se veía engorrosa. Con habilidad, el mensajero cortó la cinta y desenvolvió el cartón. Dentro había algo empaquetado al vacío y, a simple vista, e difícil saber de qué se trataba.
-Listo, con esto me retiro, Le agradeceríamos una valoración de cinco estrellas.
–Claro. Que vaya bien, gracias.
El mensajero se despidió satisfecho. Luciana empezó a rasgar el empaque al vacío y el objeto creció de golpe, casi rebotándole en la cara, lo que la asustó un poco. ¡Resultó ser un enorme cojín con forma de luna!
-Vaya… -Amy soltó una carcajada-. ¿A santo de qué se le ocurrió al señor Alejandro mandarte esto? ¡Es como un juguete para niños!
Era verdad que parecía algo infantil. Pero Luciána no pudo evitar abrazar aquella “luna” suave y esponjosa, que además olía delicioso. Se quedó pensando en cómo Alejandro había recordado aquella broma que ella le había hecho horas antes. Y, sin embargo, sentirse así de contenta la sorprendía.
Todavía con la luna abrazada, regresó a su habitación. Se sentía tan feliz que no quería soltarla. Dejó su teléfono al lado de la cama, esperando la llamada de Alejandro.
Hacia las nueve de la noche, por fin sonó el celular.
-¿Hola?-contestó enseguida.
Alejandro notó el tono alegre de su voz. Luciana casi siempre saludaba con un “¿bueno?” o “¿diga?“, pero cuando estaba eufórica, se le escapaba un “¿hola?” risueño.
-Mi pequeña Luciana suena muy contenta.
-Sí -admitió ella, sentada en la cama, sosteniendo el enorme cojín con forma de luna.
-¿Ya recibiste la “luna“?
Luciana fingió restarle valor:
-Pff.¿qué luna ni qué nada? Si es solo un cojín de peluche.
-¿Cómo crees? -replicó él, en tono muy serio, como si le hablara a una niña-. ¡Es la luna auténtica que bajé del cielo para ti!
Luciana ya no pudo contener la sonrisa.
Hablas tonterías
-No te lo juro. Si no me crees, asómate a la ventana. ¿A poco se ve la luna allá arriba?
-¿Eh?
Casi de inmediato, Luciana se levantó y fue hasta la ventana, En Muonio había estado lloviendo y nevando, así que el cielo, oscuro y nublado, no dejaba ver ni rastro de la luna.
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Capitulo 699
-¿Ves? No aparece–insistió Alejandro-, porque la tengelyo. Ahora está en tus manos.
Luciana aguantó la risa un par de segundos… hasta que explotó en carcajadas.
-¡Jajajaja…! ¡No puede ser! ¡Qué infantil eres!
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Le dolía el estómago de tanto reír. Jamás se habría imaginado ver ese lado tan inocente y juguetón de Alejandro. -Luciana… Escuchando su risa, él le preguntó con ternura. ¿Estás feliz?
-Sí, mucho–respondió sin pensarlo, todavía conteniéndose. No sé por qué, pero cuanto más infantil te pones, más feliz me siento.
Alejandro sonrió al otro lado de la línea.
–Eso me alegra. Vete a descansar. Mañana mismo estoy de vuelta. Buenas noches.
-Buenas noches.
De pronto, Luciana recordó algo y lo llamó antes de que colgara:
-¡Espera…!
¿Sí?
-Lo que dije esta tarde… que no te extrañaba… era mentira.
Sin darle tiempo de reaccionar, Luciana cortó la llamada. Alejandro se quedó mirando el teléfono, procesando lo que acababa de oír, y poco a poco soltó una carcajada.
-Jaja… Vaya, vaya.
Justo en ese momento entró Sergio, quien se quedó paralizado al ver la cara de Alejandro iluminada por semejante sonrisa. Casi se le detenía el corazón del susto: no era habitual ver a su jefe riéndose de esa manera.
Mientras tanto, Luciana continuaba abrazando su luna. Tenía las mejillas tan rojas como un durazno y no dejaba de sonreír. Al cerrar los ojos, murmuró:
-Alejandro… te extraño.
***
A la mañana siguiente, Simón llevó a Luciana primero a la Estancia Bosque del Verano para recoger a Pedro, y luego se dirigieron al hospital anexo a la UCM. El día anterior, Ricardo había sido trasladado de la unidad de cuidados intensivos a una habitación VIP común.
Para evitar encontrarse con Clara y Mónica, Luciana y Pedro no habían ido antes; habían acordado que madre e hija se ausentarían ese día. Sin embargo, al llegar á la zona de hospitalización, Luciana prefirió prevenir cualquier situación:
-Simón, quédate un momento con Pedro. Quiero darme una vuelta antes por la habitación.
De acuerdo, Luci, Descuida.
La cantela de Luciana resultó acertada.
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