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Capítulo 536
Capítulo 536
El alto ejecutivo se frotó los ojos, intentando asegurarse de que no era una ilusión. ¿Será que el sol había salido por el oeste? El rumor corría por la empresa: el presidente del Grupo Lobos tera esposa, y lo más sorprendente, estaba enamorado de ella.
-No es necesario, no vendrá pronto -dijo Efraín con calma.
El alto ejecutivo, Mauro Requena, tenía un don para leer el ambiente, así que se aco de inmediato.
-¿Acaso hubo un problema con la señora? Presidente, usted siempre está ocupado con el trabajo, y además tiene muchas reuniones en el extranjero. Debería dedicarle más tiempo a la señora, el amor se cultiva con el tiempo.
Mientras hablaba, Mauro echó un vistazo a la acta de matrimonio, deseando saber quién era la mujer que había conquistado a alguien como el presidente.
Sin embargo, al ver el nombre, Mauro se estremeció y no pudo evitar restregarse los ojos con fuerza. Espera, ese nombre le sonaba conocido, y la mujer en la foto también. ¿Anais?
Todo el Grupo Lobos conocía a Anaís. Cuando trabajaba en la empresa, era famosa por su cercanía con Roberto. Todos sabían que Anaís era una seguidora leal de Roberto, dispuesta a ahuyentar a cualquier mujer que se le acercara y seguir mimándolo.
Anaís realmente era guapa, incluso más que muchas estrellas de televisión. Pero su devoción por Roberto había generado antipatía entre muchos.
Mauro pensó que tal vez estaba confundido, que podría ser alguien con el mismo nombre. Pero la foto no mentía, esa cara era la de Anaís, aunque lucía muy descontenta. En cambio, el presidente en la foto tenía una expresión sorprendentemente
suave.
El ejecutivo deseaba no haber visto nada, sintiéndose incómodo con la situación. ¿Cómo es que Anaís había conquistado al presidente?
Efraín cerró el acta de matrimonio y dijo con tono neutral:
-Buscaré tiempo para estar con ella.
Aunque temía que ella no quisiera verlo. Quizás estaría más cómoda si no lo veía.
Mauro, de unos cuarenta y tantos años, se sintió aún más incómodo.
-Estoy seguro de que si el presidente le dedica tiempo a cualquier mujer, ella se sentiría atraída. Tengo algunas reuniones en mi departamento, aquí están los informes de hoy para que los revise. Además, felicitaciones por su matrimonio. ¿No sería buena idea repartir dulces para celebrar? Conozco algunas empresas que hacen dulces de buena calidad, puedo pedirles que envíen algunos para que todos compartan la felicidad.
Para llegar a su posición, Mauro era un experto en manejar situaciones. Aunque no le agradara Anaís, mientras ella fuera la esposa del presidente, se aseguraría de que todo estuviera bajo control.
Efraín, sorprendentemente, asintió y miró a Mauro.
-Gracias por tu consideración, director Requena.
Mauro estaba eufórico; nunca antes el presidente había elogiado a alguien. Incluso si un proyecto salía bien, solo recibían un “ajá“. Casi se le llenaron los ojos de lágrimas y se enderezó con orgullo.
-Dejaré todo en tus manos, ya mismo haré las llamadas.
Antes, algunos altos ejecutivos bromeaban en privado sobre que el presidente, con su naturaleza seria, estaría soltero para siempre. Pero se sorprendieron al saber que ya estaba casado.
Mauro salió con paso ligero, pero justo se topó con Roberto, quien era conocido por los altos ejecutivos del Grupo Lobos. Al encontrarse, Roberto lo saludó con cortesía.
-Director Requena.
Mauro se sintió aún más incómodo, sabiendo el gran secreto que acababa de descubrir y sin atreverse a mira a Roberto a los ojos.
Roberto no había visitado el Grupo Lobos en mucho tiempo, especialmente después de la disputa con Efraín por Anaís. Hoy
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había venido para preguntar personalmente si Efraín había escondido a Anaís. ¿Por qué más habría estado desaparecida toda una semana, incluso de su casa?
También había preguntado a Raúl, quien tampoco sabía dónde estaba Anaís. Raúl mismo parecía en mal estado, perdido en la oficina, como si le hubieran robado el alma.
Roberto asintió cortésmente y se dirigió con determinación a la oficina del presidente, abriendo la puerta sin titubeos.
-Efraín, ¿acaso escondiste a Anaís?
Mauro, que aún no había cerrado la puerta, escuchó la pregunta y se puso tenso. Sábía que tenía que guardar ese secreto, por el bien del Grupo Lobos.
Capitulo 537