Capítulo 279
¡Rápido! ¡Tráele la medicina a doña Ximena!-gritó Victor al sirviente.
El sirviente salió corriendo apresuradamente a buscar el médicamento.
Mientras tanto, Andrés tomó la palabra.
-Ya que la abuela quiere llamar a la policía, que lo haga. Yo también quiero saber quién filtró la información, cómo Daniel supo el paradero de Luisita y por qué conoce la verdadera razón por la que terminé mi relación.
Al decir esto, Andrés miró con frialdad a Valentina–Tú, quédate quietecita y espera a que llegue la policía.
Valentina estaba a punto de romper en llanto; sus grandes ojos estaban llenos de lágrimas, y su expresión era de absoluta indefensión.
-Hermano… ¿en serio no confías en mí? Esto tiene que ver con tu vida… ¿cómo podría
contarle algo así a un extraño…?
-¡Miguel, lárgate! ¡Fuera de aquí! En la familia Martínez no eres bienvenido…-Doña Ximena, enfurecida, fulminó con la mirada a Miguel.
Andrés intervino con voz helada: -Abuela, será mejor que guarde silencio.
Aunque la llamaba “abuela“, su tono era autoritario, imposible de desafiar.
Doña Ximena, al ver que su nieto querido defendia así a Luisa y le hablaba con ese tono, sintió cómo su corazón se helaba por completo.
-No me voy a ir.
Miguel le lanzó una mirada desafiante a doña Ximena y dijo con rabia: -¡Llamen a la policía! Yo me quedaré hasta que se aclare todo.
Víctor trató de mediar: -Ya, ya, basta… somos familia, bajemos todos la agresividad.
Miguel respondió: -¿Familia? ¡No me hagas reír! Una familia como la de ustedes es una amenaza. ¡Estar cerca de ustedes es jugarse la vida!
Víctor suspiró con impotencia y se volvió hacia doña Ximena.–Mamá, no se altere, no vaya a terminar con un infarto. ¿Por qué no sube a descansar un rato? Andrés y yo nos haremos cargo de esto.
-Sí, mamá, vaya a descansar, añadió Patricia.
¡No me voy a ir!-exclamó doña Ximena.–Voy a esperar a que llegue la policía y se aclare todo. ¡Quiero que Luisa le pida disculpas a Valentina!
Capitulo 279.
Al escuchar esto, Luisa soltó una risa helada,sculpas? Ni lo suefies, it
Las lágrimas de Valentina cayeron en silencio; su lanto era desgarrador, como una flor deshojándose bajo la lluvia. Abuela, no sé qué hace mal… ¿por qué Luisa me odia tanto? Yo de verdad no filtré nada… buaaa… Papá, mamá, ustedes me creen, ¿verdad?
Víctor, al ver a su hija llorando de esa forma, con la marca roja de una bofetada aún en la cara, sintió su corazón ablandarse. La consoló con suavidad: Ya no llores, hija. Te acusa sin causa
ni pruebas.
Pero Patricia mantenía dubitativa. Su mirada se posó en Valentina, pensativa.
Luisa dio dos pasos al frente desde detrás de Andrés y clavó su mirada en los ojos de Valentina. -Deja de fingir, mujer hipócrita. ¿No te das vergüenza ser tan descarada?
Esas palabras enfurecieron aún más a doña Ximena.
Al ver que doña Ximena empezaba a quedarse sin aliento, el sirviente se apresuró a darle la
medicina.
Víctor miró a Luisa visiblemente molesto.–Ya basta, tú también… no sigas hablando.
Luisa bufó con frialdad: -Ya no soy la nuera de los Martínez. ¿Por qué tendría que obedecerte?
Esa respuesta dejó a Víctor sin palabras.
-¿Nadie va a llamar a la policía?-Miguel sacó su celular.–Entonces lo haré yo.