-¿Cómo que tengo una gran opinión en su conta? ¡Acaba de abofetear a Valentina delante de nosotros sin tener ninguna prueba! ¡Llegó y le saltó una bofetada! ¿Y tú, como su padre, qué? i Ni siquiera la defendiste! ¡Encima dices que yo soy la que no piensa con claridad! ¿Quién es el que en verdad no tiene claras las cosas, el?
Víctor soltó un largo suspiro. Que le haya pegado a Valentina sin motivo está mal, claro que sí, pero tú también te expresas de forma muy dura. Ya, ya se armó todo este lío… decir más no sirve de nada.
Víctor terminó de hablar y también se fue..
Valentina, entre sollozos, se sentó al lado de dona Ximena, con cara de víctima, y dijo con voz lastimera: -Abuelita, todo esto fue culpa mía. Yo siempre he sabido que Luisa no me quiere. Que me haya pegado no me importa, lo que me duele es que usted se haya alterado tanto… Valentina está muy preocupada por su salud, abuelita, por favor no se enoje.
Doña Ximena miró a Valentina con ternura y le acarició la cara con cuidado.–Ay, mi niña….. qué injusticia. ¿Todavía te duele?
Valentina, con los ojos llenos de lágrimas, negó con la cabeza.–Ya no me duele, abuela.
Doña Ximena vio la mejilla roja e hinchada de Valentina y se le partió el alma. De inmediato le ordenó a la empleada que trajera ungüento para aplicárselo en la cara.
Andrés llamó a Jorge para que investigara los últimos movimientos de Valentina y Carlos.
Por su parte, después de salir de la casa de los Martínez, Luisa y Miguel fueron al hospital a ver
a Carla.
Carla ya había despertado, pero seguía muy alterada emocionalmente. Al ver a Luisa, se le llenaron los ojos de lágrimas al instante.
-Luisita… tu hermana… tu hermana…-Carla no podía ni hablar del llanto.
Luisa también se sintió muy afectada al verla asi, y trató de consolarla con algunas palabras.
-Tía, Daniel quiere usar a Violeta como rehén para negociar con Andrés, así que no creo que su vida esté en ningún peligro. Trate de no angustiarse tanto y cuide su salud.
Y tenía sentido,
Aunque Daniel era un loco sin escrúpulos, lo suyo era el cálculo frío. No ganaba nada matando a Violeta. Por el contrario, mantenerla con vida y usarla como moneda de cambio con Andrés era lo más audaz.
Luisa trataba de mantener la calma y se repetía a sí misma que, mientras Violeta tuviera valor
Cepitino
como rehén, Daniel no se atrevería a hacerle daño
Al salir del hospital, Luisa fue a una tienda cercana a comprar un nuevo celular y reponer su tarjeta SIM.
Apenas lo encendió, una avalancha de llamadas perdidas y mensajes no leídos inundó su pantalla.
Luisa les echó un vistazo rápido. La mayoría eran le Andrés; el resto, de Miguel, Carla y algunos amigos y colegas.
Después de una noche de miedo, por fin se sentíanínimamente aliviada.
Con su nuevo teléfono en mano, Luisa contactó de inmediato a Mónica.
-¿Luisa?-La voz de Mónica sonaba incrédula y al borde del llanto.–¿Estás bien? Ayer en la noche no pude contactarte. Estaba tan preocupada que terminé llamando a la policía. ¿Qué pasó? ¿Dónde estás?
Luisa no quería involucrar a personas ajenas ni preocupar a sus amigas, así que decidió no mencionar que había sido secuestrada por Daniel
Con voz suave, respondió: -Estoy bien. Perdón, anoche surgió algo de último momento y no pude estar atenta.
Mónica soltó un suspiro de alivio.
-Qué bueno que estás bien.
Luisa preguntó: -¿Dónde estás ahora?
-En el hotel.
–Mándame la dirección, voy a verte.
Mónica se la envió.
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136
Luisa acababa de salir de la casa de los Martínez. El coche en el que se movía lo había conducido el chofer de la familia González para llevarlos al hospital, y al salir, ella se lo llevó prestado.
Consultó el GPS. El hotel estaba cerca, a unos diez minutos en auto.