Capítulo 276
Luisa siguió a Andrés, completamente aturdida, hasta la comisaría local para rendir su declaración.
Al llegar a la estación, la actitud de los policías cambió notablemente al enterarse de la identidad de Andrés. Fue entonces cuando él supo, por boca de los agentes, que quien había hecho la denuncia era un hombre, y que gracias a técnicas especiales lograron identificarlo.
Ese hombre era Carlos.
Uno de los agentes le dijo: -El denunciante afirmó que su novia había sido secuestrada y llevada a Nuevo Horizonte. También advirtió que los secuestradores podrían estar armados. Tras recibir el reporte, iniciamos una búsqueda inmediata, y cuando finalmente llegamos al lugar…
Estas palabras fueron dirigidas únicamente a Andrés; Luísa no tenía ningún conocimiento de esa conversación.
Poco después, terminaron de tomarles la declaración.
Luisa salió del cuarto de entrevistas.
-Pueden retirarse,-dijo uno de los agentes.
-Oficial, mi hermana fue secuestrada, por favor. ¡tienen que salvarla! La persona que la tiene… ¡está loco! Mi hermana solo tiene ocho años, y cayó en manos de esa bestia… yo…..— Luisa hablaba entre sollozos, con la voz entrecortada, completamente desbordada por la emoción.
Aunque Violeta era hija de la madrastra de Luisa, tras tantos años conviviendo, Luisa la quería sinceramente. Aunque no lo expresaba en voz alta, en su corazón ya había aceptado a Carla y a su hija como parte de la familia.
Pensar que su hermana podría no volver… era algo que no se atrevía ni a imaginar.
El agente dijo: -El sospechoso cruzó la frontera en helicóptero. Estamos intentando contactar a la policía de Solévia para solicitar su cooperación en la captura. Apenas tengamos novedades, se las comunicaremos.
Nuevo Horizonte ya se encontraba cerca de la frontera, y el edificio abandonado que Daniel había elegido estaba cerca. El helicóptero cruzó rápidamente al territorio de Solévia, donde la policía local ya no tenía jurisdicción.
La policía de São Vitoriano solo podía contactar a las autoridades de Solévia y pedir su colaboración para arrestarlo.
Daniel y Jaime escaparon en helicóptero; el resto de los hombres fueron capturados.
Ante el llanto inconsolable de Luisa, Andrés sabía que cualquier palabra sería inútil. Por eso no dijo nada. Solo permaneció a su lado, sosteniéndole la mano en silencio.
En ese momento, el teléfono de Andrés comenzó a timbrar.
Miró la pantalla: era su tío Miguel.
Andrés lanzó una mirada instintiva hacia Luisa.
Ella seguía hablando con los agentes sobre Violeta, y no notó lo que pasaba con Andrés.
–Voy a contestar una llamada,-dijo Andrés con suavidad, apretando con delicadeza la mano de Luisa.
Se alejó unos pasos para responder.
-Andrés, Violeta también desapareció. ¿Dónde estás? ¿Ya llegaste a Nuevo Horizonte? ¿Viste a Daniel? ¿Luisita y Violeta están con él? ¿Qué está pasando? ¿Hay alguna posibilidad de rescatarlas…?
Apenas respondió, Miguel lanzó una ráfaga de preguntas, una tras otra.
Andrés le relató con extremo detalle todo lo que había pasado.
Al enterarse de que su hija menor había sido secuestrada por Daniel y llevada a Solévia, Miguel se quedó tan impactado que se le cayó el teléfono de las manos.
Del otro lado de la línea se escucharon ruidos confusos.
Poco después, se escuchó la voz de Carla, claramente fuera de sí…
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