-¿Pero qué?
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Clara mostraba un conflicto interno, como si ocultara algo. Al final, se armó de valor:
-Mónica, ¿tienes algo de dinero? Sé que debes tener ahorros… ¿podrías darme un poco?
-¿Eh? -Mónica la miró con extrañeza-. ¿Por qué pides dinero otra vez? ¿Tanta necesidad tienes últimamente?
Algo no cuadraba. Aunque su padre no le daba a Clara el control total de las finanzas, nunca le había faltado para sus gastos.
-Es que… todavía debo parte de lo que perdí en el juego la última vez.
-¿Cómo? -Mónica se llevó una mano a la frente-. ¿Cuánto perdiste exactamente?
-No es mucho. Con unos doscientos mil pesos más me alcanza.
Mónica sintió un dolor de cabeza agudo.
-Mamá, tú…
-Ya, ya… -rezongó Clara-. ¡No volveré a hacerlo! Es que con tantos problemas últimamente -tu papá, tú en el hospital- terminé muy estresada. 2
Siempre tenía una excusa para justificarse. Mónica apretó la mandíbula.
-Está bien. Te daré el dinero.
-Sabía que podía contar contigo, hija —dijo Clara, con un suspiro de alivio-. Nunca me haces quedar mal.
***
En esos días, Luciana andaba ocupada con los preparativos para que Pedro se fuera al extranjero. El Instituto Wells había llamado para confirmar que todo estaba listo para recibirlo, así que Sergio le reservó el vuelo. Solo faltaba esperar la fecha.
Esa mañana, Luciana fue a la Estancia Bosque del Verano para pasar más tiempo con su hermano. Alejandro no pudo acompañarla porque se dirigió al hospital anexo a la UCM a coordinar la cita con el especialista que llegó de Estados Unidos.
En un principio, Alejandro quería que Luciana lo acompañara, pero ella se negó:
-Si vas a estar con el equipo médico, no es como si estuvieras a solas con ella; no tengo por qué ponerme celosa. Ve tranquilo.
Además, ¿para qué iria? ¿Para quedarse ahí sin saber qué hacer, como la vez anterior? Prefería aprovechar esas horas con Pedro, a quien le costaba mucho dejar.
Por otra parte, en esta ocasión, Luciana ni siquiera podía viajar para despedirlo en el aeropuerto, pues ya superaba los siete meses de embarazo y no podía volar. Sin embargo, Alejandro lo había arreglado todo: Juan acompañaría a Pedro y Balma irta con ellos, lo que la hacía sentir más tranquila. Además, con la tecnología, podrían hacer videollamadas en cualquier momento.
Aun así, al despedirse en la Estancia Bosque del Verano, Luciana se sintió cabizbaja. Mientras Simón la zona céntrica de la ciudad, ella de pronto habló:
–Simón, detente aquí a la orilla, por favor.
lucía por
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Capítulo 707
-Claro, cuñada.
Estaban rodeados de edificios de oficinas. Luciana bajó del auto y le indicó a Simón:
-Espérame un momento. Subiré a ver a un amigo y luego regreso.
-Como guste, cuñada.
Ese “amigo” era Fernando. Ella ya conocía la ubicación de su empresa, y como pasaban cerca, quiso aprovechar para visitarlo. Con su buena memoria, dio con el sitio rápidamente. 1
En la recepción, preguntó:
-Buenos días, ¿se encuentra el señor Domínguez? Soy amiga suya, me apellido Chi. ¿Podría avisarle, por favor?
contestó la recepcionista, sonriendo con cortesía-. El señor Domínguez no ha venido en toda la semana. Si necesita algo, tal vez pueda llamarlo a su móvil o ir a su casa.
-Lo siento
-¿En serio? -Luciana se quedó atónita—. ¿Toda la semana?
-Sí. La recepcionista asintió-. El señor Domínguez solicitó baja médica porque no se encuentra bien de salud. Mientras tanto, el señor Torres se está haciendo cargo de la empresa.
Baja médica?
Luciana sintió un latido fuerte en su pecho. ¿Estaría otra vez con problemas de salud? Hacía poco lo había visto y él decía estar mucho mejor.
-Gracias.
-A sus órdenes.
Luciana salió apresurada. Al llegar a la calle, sacó su teléfono con mano temblorosa y marcó un número que tenía años sin usar. No estaba segura si seguiría operativo. Pero la llamada entró y alguien contestó. 1
-¿Bueno? ¿Quién habla?
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