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Capitulo 560
Capítulo 560
-¿De qué te ríes ahora? –preguntó Samuel, sintiéndose un poco tonto, como si se hubiera quedado sin palabras.
Laura subió la ventana del carro con un movimiento firme.
-Con permiso, me voy a casa.
Samuel se quedó de pie, observando cómo el carro se alejaba por la calle. Pensar que ella iba a reunirse con su marido le provocaba una sensación extraña, difícil de describir, Se quedó allí, preguntándose si era porque llevaba demasiado tiempo soltero. Después de todo, se suponía que solo era una aventura de una noche, no había razón para sentirse así.
Sacó su celular y vio que Iván le había enviado varios mensajes preguntando sobre la situación de Efraín en Instagram, Iván todavía creía que el matrimonio de Efraín con Anaís era una especie de venganza. Samuel no tenía ganas de explicarle nada a alguien que veía las cosas de manera tan simple.
En menos de media hora, todos en el círculo social ya sabían sobre la publicación de Efraín en Instagram. Incluso aquellos que no lo tenían como amigo se enteraron por otras personas. Recientemente, había rumores de que Enrique de la familia Moratalla estaba en camino de regreso. Con la publicación de Efraín, la posibilidad de una alianza matrimonial con la familia Moratalla parecía tambalearse. Todos estaban atentos al drama, ansiosos por ver cómo se resolvería.
Efraín recibió inevitablemente una llamada desde la mansión de su familia, informándole que el abuelo quería verlo. La voz del mayordomo al teléfono revelaba preocupación.
-El señor está de mal humor. Deberían aprovechar para tener una conversación tranquila.
Efraín colgó y le pidió a Lucas que lo llevara a la planta baja, tenía que ir a la mansión. Al llegar al vestíbulo, se encontraron con Anaís, quien había estado esperando allí. Se levantó al verlos y los siguió en silencio.
Cuando Efraín subió al carro, Anaís también lo hizo. Para su sorpresa, él no hizo ningún comentario. Mientras el carro se alejaba de la casa, ella miró a Efraín y decidió que era momento de hablar.
-Presidente Lobos, aquí me bajo.
Efraín, con los ojos entrecerrados, parecía no haberla escuchado, así que Anaís repitió la petición. Finalmente, él abrió los ojos y le preguntó:
-¿Y el anillo?
Anaís esbozó una mueca. ¿Hablaba del anillo de matrimonio? Lo había quitado el primer día y lo dejó en algún lugar sin pensar. No recordaba dónde, así que no respondió. Efraín tampoco insistió.
Anaís se dio cuenta de que él todavía llevaba puesto el anillo. ¿Era posible que Efraín se lo tomara todo tan en serio? Casi la hizo pensar que realmente le importaba.
El carro se detuvo frente a la mansión de los Lobos. Efraín bajó primero, seguido de cerca por Anaís. Sin embargo, él la miró con seriedad y le preguntó:
-¿Estás segura de que quieres venir?
Anaís desconocía los motivos de la visita de Efraín a su familia, pero sabía que esta era una de las pocas oportunidades que tenía para bajarse del carro. Quizás podría encontrar una excusa para regresar a casa.
-Sí, ¿por qué no?
Efraín se mantuvo erguido, como si hubiera tomado una decisión importante.
-Como quieras.
Anaís miró la imponente mansión de los Lobos, sintiéndose un poco nerviosa. No estaba segura de cuánto sabía el abuelo sobre ella y Efraín. Si él sabía todo, presentarse allí tan repentinamente podría ser un error. Sin embargo, si no sabía nada, podría usar la excusa de ayudar a Efraín con su insomnio.
Mientras Efraín se acercaba a la puerta, Anaís dudó un momento. Finalmente, decidió no seguirlo y pensó en regresar a casa. Sin embargo, de repente aparecieron varios guardaespaldas, inclinándose respetuosamente a su lado.
-Señora, por favor, vuelva al carro y espere al señor allí.
Ahora entendía por qué Efraín había estado tan dispuesto a dejarla seguirlo; ya tenía todo planeado. Frustrada, no tuvo más
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remedio que volver al carro, observando la majestuosa mansión a través de la ventana abierta.