Anais terminó de limpiar y dejó escapar un suspiro mientras tapaba a Efraín con la mants Alzola vieta ar y pegas
)-¿Te sientes un poco mejor?
La mirada de Anais era tan transparente que podría irritar a cualquiera. Efrain no respondió, solo desvio la mirada hacia la
ventana.
Anais no entendía por qué Efraín estaba molesto otra vez, lo que también la hacia enfurecer. Tad la toalla al reciperde y se levantó para salir.
-Vaya hombre, parece que todo en él es un campo minado, uno nunca sabe cuándo va a pisar una de sus bombas -murmuró mientras salía del cuarto.
Mientras se alejaba, se encontró con una de las empleadas que subla las escaleras.
-Señora, la cena ya está lista. Debería comer algo. Hoy es su periodo y le preparamos una sopa especid–dipla engesta
con una sonrisa.
Anais no tenía nada de apetito. La tabia ya la había llenado.
-No tengo hambre. Llévenle algo a él -respondió antes de dirigirse a su habitación, cerrando la puerta con un portazo
La empleada no se atrevió a preguntar más y se dirigió al dormitorio principal, llamando suavemente a la puerta
-Señor, la cena está lista, nosotros…
Antes de que pudiera terminar, se oyó una voz baja desde adentro.
-No tengo hambre.
La empleada se quedó perpleja, sin saber qué había pasado entre la pareja. Miró la mesa llena de comida y suspiró
Lucas regresó a las once de la noche y fue recibido por la empleada, quien le informó con preocupación:
-Ni la señora ni el señor cenaron. La señora no ha bajado en toda la noche y tampoco ha tomado la bebida caliente que le
preparamos.
Lucas había evitado una reunión en la noche, prefiriendo quedarse unas horas en la oficina por su cuenta. Sabía que estar entre los dos no era nada fácil.
Se frotó las sienes y le dijo a la empleada:
-Pueden irse a descansar.
Primero se dirigió al cuarto de Efraín, abriendo la puerta suavemente.
La luz permanecía encendida y Efraín aún no dormía. Estaba absorto en los dos archivos que había revisado incontables
veces.
Lucas suspiró internamente y preguntó:
-Presidente, ¿quiere comer algo?
Efraín no respondió, simplemente guardó los archivos en el cajón de la mesita de noche y se concentró en el anillo que giraba entre sus dedos. No era su anillo de matrimonio, ese siempre lo llevaba puesto.
Lucas permaneció de pie, esperando una respuesta. Finalmente, Efraín murmuró:
-Ella no siente nada por mí.
Esas palabras, cargadas de frustración, se referían a la falta de deseo entre ellos, ese anhelo que surge entre un hombre y una mujer.
Anaís no sentía deseo por él. Era demasiado pura, demasiado transparente.
No le gustaba, y por eso no sentía nada.
-Incluso si ella está justo frente a mí, si no le gusto, no le gustaré nunca -dijo Efraín con resignación.
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Capítulo 572
Lucas, acostumbrado a estas quejas, no se inmutó.
-Puede que ahora no le guste, pero en el fondo, nadie más que usted puede estar en su vida -respondió, logrando arranca una leve sonrisa a Efraín.
)
-Tienes razón -dijo Efrain mientras apretaba el anillo.
Lucas respiró aliviado.
-¿Por qué pelear con ella? No vale la pena. Anaís es de corazón noble, no entiendeor qué está molesto. Además, la señora aceptó el acta de matrimonio sin armar un escándalo. Pienso que es más que nada despistada, especialmente temas del corazón. Podría necesitar un poco de orientación -sugirió Lucas.
Efraín bajó la mirada y abrió la mano, observando el anillo.
Sí, desde que Anais había perdido la memoria, parecía más despistada. Si no fuera por eso, nunca habría tenido la oportunidad de tenerla cerca.
Besó el anillo.
Era algo que sentía que merecía.