Capítulo 293
La respuesta parecía no dejar lugar a dudas.
Andrés estaba tan nervioso que olvidó respirar; sus dedos se apretaban poco a poco, y su corazón latía con un ritmo pesado, casi insoportable.
Sin embargo.
La respuesta de Luisa sorprendió a todos,
-Lo siento, compañero, no puedo.
La sonrisa en los labios de Francisco se desvaneció lentamente.
El viento nocturno desordenó su oscuro cabello, y la luz tenue no lograba iluminar la desolación que se reflejaba en su rostro.
-¿Puedo saber por qué?-Su tono sonaba algo decaído, y su voz tembló ligeramente.
así
La chica apretó los labios, mostrando una expresión fría, y su tono permaneció impasible.- Porque ahora no me interesa tener una relación, además no tengo tiempo para eso, siento, no puedo aceptarte.
La multitud volvió a estallar en murmullos.
Andrés levantó una ceja, y una sonrisa se dibujó en sus labios.
Estaba más que satisfecho con esa respuesta.
que lo
Luisa terminó de hablar y se dio media vuelta para irse, sin haber tocado siquiera el ramo que
le había llevado.
Andrés sabía que, durante su tiempo en la universidad, Luisa había tenido muchos pretendientes. Rechazar proposiciones como esa era algo que ocurría al menos diez veces al año, por lo que no recordar cómo eran los chicos que se le declaraban era completamente
normal.
Sin embargo, Andrés sí recordaba claramente el nombre y la apariencia de cada uno de los que se le habían declarado.
Por eso, cuando vio a Francisco junto a Luisa en el restaurante en San Valentín, sintió una real
sensación de crisis.
Al recordar ese momento, Andrés miró a Francisco con ojos matadores.–No pensaba que después de tantos años, aún no te hayas rendido.
Francisco sonrió tranquilamente, con una actitud serena.–Y debo agradecer al presidente Andrés por darme la oportunidad.
la oportu
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Andrés lo miró con cautela, entrecerrando los ojos.–Mantente alejado.
Francisco alzó ligeramente una ceja. -¿Qué derecho tiene el presidente Andrés para decirme eso?
Andrés resopló fríamente.–No tendrás ninguna oportunidad. Luisita solo me quiere a mí.
Francisco no se inmutó, manteniendo su actitud serena.–Ya veremos.
Esa noche, Luisa tuvo una pesadilla.
En el sueño, corría por una vasta y desolada llanura, sin un alma a la vista.
Detrás de ella, los malhechores la perseguían con ferocidad.
Corría desesperadamente hacia adelante, hasta que, de repente, la escena cambió y alguien le apretó el cuello. El rostro de Daniel apareció de golpe frente a ella, con una sonrisa fría y sombría, como un demonio del infierno venido a cobrar venganza.
Le costaba respirar, y cuando sintió que iba a morir, la imagen cambió una vez más. Viò a su hermana Violeta atada a una silla, mientras Daniel le echaba gasolina por todo su cuerpo.
-¡No! ¡No lo hagas!-Luisa gritó.–¡No le hagas nada! ¡Detente!
De repente, el rostro de Daniel se distorsionó en una expresión cruel, convirtiéndose en el hombre con gafas.
-Muérete…- Le lanzó ácido sulfúrico con una expresión aterradora.
-¡Ahhh!-Luisa gritó, despertando de la pesadilla y levantándose de golpe, empapada en sudor frío.
La noche estaba tranquila, en completo silencio.
En la oscuridad, el sonido de su respiración agitada se escuchaba nítidamente.
Pasaron varios minutos antes de que Luisa pudiera recuperar la compostura.
El teléfono móvil se iluminó.
Luisa tomó el teléfono y miró la pantalla.
Eran las tres y media de la madrugada.
Había recibido un mensaje anónimo.
[Si quieres que tu hermana siga viva, haz todo lo que te voy a decir.]
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Capitulo 294
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