Despertar del Olvido 789

Despertar del Olvido 789

Capítulo 789 

Fausto piso de nuevo el acelerador, pero sus ojos reflejaron un leve desdén

-A ver, segundo hermano, ya me quedó claro. El mayor me pidió que te vigilara y que no hagas tonterías. En un mes, Efraín se va a Estados Unidos, y también deberías regresar. Durante este mes, no causes problemas, ¿de acuerdo

-Entendido

Santiago colgó el teléfono y, minutos después, llegó a Bahía de las Palmeras

Anaís estaba en la entrada de la casa principal, abriendo la puerta con su huella digital

Al cambiarse de zapatos en la entrada, sus ojos se encontraron con los de Efraín, que bajaba las escaleras

Efraín, vestido con un traje oscuro, se detuvo unos segundos al verla. Bajó la mirada y se dirigió al sofá

Anaís, aún con la adrenalina de haber pasado por una experiencia intensa, se mostraba tranquila

-¿Ya te recuperaste por completo? Hace días que no usas la silla de ruedas, ¿no te duele

-Estoy bien

Efraín respondió con indiferencia, mientras observaba a Anaís empapada de pies a cabeza. Tomó un pañuelo de papel, dispuesto a secarla

Sin embargo, ella estaba completamente mojada

Anaís, al darse cuenta, miró el rastro de agua que había dejado a su paso

-Voy a cambiarme arriba. ¿Has desayunado? Si no, puedo prepararte algo cuando baje

Subió corriendo las escaleras, como un ave que regresa a su nido

Efraín, con el pañuelo en la mano, observó su figura hasta que desapareció de su vista, y luego dejó el pañuelo a un lado

En el piso de arriba, había mucha ropa de Anaís. Desde que Efraín despertó, no había tenido tiempo de volver, así que toda su ropa seguía allí

Anaís se cambió rápidamente y, al bajar, vio que Efraín seguía sentado en el sofá

Los trabajadores de la casa, al verla regresar, parecían tensos

-¿Pasa algo entre ustedes

Anaís sabía que probablemente pensaban que ella y Efraín estaban peleados

-No es nada, sigan con sus cosas. De ahora en adelante, yo me encargaré de sus comidas

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15:44 

Capítulo 789 

-Está bien. Si necesita ayuda, solo avísenos

Anaís se dirigió a la cocina, decidida a preparar algo rápido para que Efraín desayunara antes de que su gastritis empeorara

Sin embargo, mientras cocinaba, sintió que alguien la observaba

Giró la cabeza y vio a Efraín parado en la puerta de la cocina. Su rostro estaba sereno, pero su 

mirada se centraba en ella

-¿Necesitas ayuda

Él lo preguntó tan formalmente que resultaba un poco gracioso. Anaís recordó que Santiago una vez intentó ayudar y casi hizo explotar la cocina

A punto de decir que no, se detuvo. Pensó en lo agradable que sería tenerlo cerca, poder tocar su mano o su rostro de vez en cuando

-Clarorespondió

Efraín entró al instante y cerró la puerta corrediza detrás de él

Aunque la cocina era lo suficientemente grande, con él adentro se sentía un poco apretada

Anaís bajó la mirada y le indicó, de manera casual

-Lava las verduras

Efraín se dispuso a abrir el grifo, pero Anaís le detuvo la mano

-Primero quítate el saco y arremángate las mangas. Si no, te mojarás todo

Él debería haber retirado su mano, pero no lo hizo. Solo la observó mientras ella le soltaba la 

mano y le quitaba el saco

Efraín bajó la mirada y se quitó el saco

Anaís lo dejó en el sofá afuera y regresó a la cocina. Al verlo tan alto, parado frente al fregadero, no pudo evitar sonreír

Se acercó y le arremangó las mangas hasta los codos, liberando sus manos

-Listo, ahora , lava

-Ajá

Efraín se concentró en lavar las verduras con calma

Mientras Anaís picaba, observó de reojo cómo él deshojaba las verduras con sus elegantes 

dedos, como si estuviera trabajando con una obra de arte

Era una lástima que unas manos tan hermosas se usaran para lavar verduras

2/2 

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