Capítulo 792
La mirada de Samuel se posó en Efraín, y de repente, soltó una risa ligera.
-Efraín, no importa lo que pase, lo importante es que estás bien.
Después de decir eso, se dirigió a Anaís con una advertencia:
-Por favor, cuídalo durante este tiempo. Si surge algo que no puedes manejar, no dudes en llamarnos.
Anaís asintió con la cabeza.
Cuando ambos se fueron, Santiago también encontró una excusa para ir a jugar con los hermanos mayores.
Solo entonces Anaís se atrevió a mirar más de cerca los dedos de Efraín. En realidad, ya lo había notado antes: su anillo de matrimonio había desaparecido. Anteriormente, él se negaba a quitárselo, pero ahora solo llevaba un anillo en el pulgar.
¿Quién le habría dado ese anillo?
No sería que la familia Marín lo envió como una especie de símbolo, ¿verdad?
Efraín no recordaba a nadie, pero al aceptar este anillo, ¿significaría que realmente iba a unirse en matrimonio con la familia Marin?
Las palabras salieron de su boca casi sin pensarlo.
-¿Podrías darme ese anillo?
Él levantó la cabeza y la miró directamente a los ojos.
En cuanto Anaís pronunció esas palabras, se arrepintió al instante. Después de todo, si era un símbolo, no debería pedirlo tan a la ligera. Aunque él había sido amable con ella, más que con otros, esa era una solicitud sin sentido que podría encontrar molesta.
Justo cuando se levantaba para irse, él la detuvo por la muñeca y deslizó el anillo en su pulgar.
El anillo de ámbar lucía imponente, pero le quedaba demasiado grande, tanto que tuvo que doblar el dedo para evitar que se le cayera.
Se lo dio tan rápido que Anaís comenzó a dudar si había malinterpretado todo.
Tocó el anillo, sin estar segura.
-¿De verdad es para mí?
Él respondió con un simple “mmm“, sin agregar más.
Anais supuso que probablemente era solo un anillo común.
Capitulo 792
Al atardecer, llegó alguien desde la mansión, el propio mayordomo.
El mayordomo parecía saber de antemano que Anaís había regresado a Bahía de las Palmeras. Se dirigió a Efraín con una pregunta:
-Señor, el jefe de la familia quiere saber si prefiere a Anaís o a la señorita Marín.
Tan pronto como lo dijo, vio el anillo en el dedo de Anaís y su expresión cambió.
-¡Un objeto tan importante no se puede dar a cualquiera!
Anaís estaba sentada en el sofá, leyendo un libro, y al escuchar esto, levantó la vista.
-¿Importante?
El mayordomo la miró con desdén, pero no respondió su pregunta. En su lugar, se dirigió a
Efraín.
-Señor, este anillo fue entregado por el quinto sabio de la familia. Solo el líder de la familia Lobos puede llevarlo. Al actuar así, podría desilusionar a muchos.
Los dedos de Anaís temblaron un poco. ¿Un anillo del líder de la familia Lobos?
Miró a Efraín, que seguía sentado en el sofá. Se lo había dado tan fácilmente que había asumido que era un objeto cualquiera.
Rápidamente, se lo quitó y lo colocó a su lado.
-Será mejor que lo guardes bien.
Él frunció el ceño y preguntó:
-¿No lo quieres?
Pensó que ella estaba a su lado solo por eso.
Anaís sonrió incómoda, sintiendo que él había malinterpretado el asunto. ¿Acaso se trataba de un simple deseo?
El mayordomo, al escuchar lo que Efraín decía, lo miró enfurecido, pero finalmente prestó atención a Anaís.
Respiró profundamente:
-Señor, sería prudente que más tarde fuera a la mansión.
Dicho esto, se retiró, claramente molesto.
Anais no sabía qué decir. Vio cómo Efraín se levantaba y guardaba el anillo en su bolsillo, parecía algo molesto.
Inquieta, lo siguió.
-¿Qué te gustaría para la cena? Esta vez prometo que lo haré bien.
Captulo 792
Él continuó caminando sin detenerse ni mirarla.
-No hace falta.
Entró en el dormitorio principal, y Anaís lo siguió.
Él frunció el ceño mientras desabotonaba su camisa, hablando con un tono distante.
-Voy a cambiarme de ropa.
La implicación era clara: ¿no debería salir y darle algo de privacidad?
Para su sorpresa, Anaís asintió con naturalidad.
-Sí, cámbiate.