Capítulo 427
-Mamá, ahora tengo que ir a la oficina. Tu bisabuelita no se ha sentido muy bien últimamente y necesita descansar. Cuando esté mejor puedes ir a visitarla, ¿de acuerdo? -dijo Paulina con
voz suave.
Aunque la abuelita Romo nunca había regañado a Josefina por acercarse a Mercedez Lobos, desde que supo que Yolanda también tenía problemas de salud, la señora parecía haber perdido la mitad de su energía. En estos días, se le notaba apagada y ausente.
Paulina pensó que si en este momento la abuelita veía a Josefina, seguro se pondría peor al recordar lo cercana que estaba a Mercedez. Mejor evitarle ese mal rato.
-¿Qué? ¿La bisabuela está enferma? ¿Es grave? Mamá, ¿por qué no me dijiste nada? -preguntó Josefina, genuinamente preocupada.
Paulina dudó un par de segundos antes de contestar.
-No quería que te preocuparas, por eso no te lo mencioné.
Mientras decía esto, Paulina fue soltando poco a poco los brazos de Josefina que la rodeaban.
-Ya es tarde, tengo otros pendientes. Cuídate mucho, ¿sí?
Josefina no quería soltarla, pero al ver lo ocupada que estaba su mamá, terminó aflojando su agarre. Apenas lo hizo, la tristeza la invadió.
-¿Por qué estás tan ocupada últimamente, mamá? Hasta más que papá. ¿Entonces cuándo vas a tener tiempo para mí?
-No lo sé, hijita -Paulina bajó la mirada.
Mientras respondía, le vino a la mente el asunto del divorcio con Armando. Sabía que no podía esconderlo para siempre. Pero… cuando se separaran, si Armando quería casarse con Mercedez, seguro encontraría la forma de explicárselo a Josefina. Ella misma no tendría que decir nada.
Josefina bajó la cabeza, resignada.
-…Está bien, mamá. Eso me lo dices todos los días.
Paulina sabía que estaba usando la misma excusa una y otra vez. Pero en ese momento, no tenía otra salida.
-Me voy, cuídate mucho.
-…Bueno…
Paulina le dedicó una última mirada antes de darse la vuelta para irse. Justo en ese instante, Mercedez salió del baño y se detuvo al verla. Se miraron apenas un segundo, Mercedez la observó con indiferencia y luego apartó la vista.
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Capítulo 427
Paulina fingió no verla, mantuvo el rostro impasible y salió del lugar sin decir nada más.
Josefina no se dio cuenta de la presencia de Mercedez, seguía mirando a Paulina alejarse. Le tomó la mano, con los ojos llenos de súplica, tratando de no dejarla ir. Se veía tan vulnerable que daba ganas de abrazarla y no soltarla nunca.
Paulina sintió el pesar de su hija, pero aun así se soltó despacio.
-Nos vemos -susurró.
Al notar que Paulina insistía en irse, Josefina bajó la mano y perdió toda la energía.
-Sí, mamá, nos vemos.
Armando, que había estado observando en silencio, vio a Josefina tan desanimada que casi intervino, pero al final no dijo nada. No quiso detener a Paulina.
Paulina se fue de verdad.
Josefina no podía apartar la vista de la silueta de su madre mientras se alejaba por el pasillo. El corazón le pesaba como una piedra.
Cuando Paulina desapareció de su vista, Mercedez se acercó, le revolvió el cabello con delicadeza y le habló a Armando, quien hasta ese momento no había dicho casi nada.
-Ya se hizo tarde, ¿por qué no vamos a comer algo?
-Sí -respondió Armando, asintiendo.
Josefina por fin soltó el aire que tenía contenido y le habló a su papá, con la voz apagada:
-Papá, ¿podemos ir a casa a comer?
-Claro, vamos a casa.
Así, los tres salieron juntos del hospital, cada quien sumido en sus propios pensamientos.
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