Capítulo 723
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Una risa amarga se escapó de sus labios. Recordó todo lo que había hecho en su momento contra Luciana, y ahora era él quien vivía esa traición. Se giró para marcharse:
-Ricardo, ¿a dónde vas? -lo llamó Clara, corriendo tras él y sujetándolo-. ¡Perdóname, fui una tonta…!
-¡Suéltame! -gruñó, lleno de repulsión.
-No… -Clara lloriqueó, cubierta de lágrimas y mocos.
De pronto, ella miró a Luciana con furia:
-¡Fuiste tú, ¿verdad?! ¡Tú me delataste!
-¿Qué? -Luciana frunció el ceño, asombrada.
-¡Te vi! Estoy segura de que nos viste en el hospital. -Sus ojos echaban chispas-. ¡Tú quieres hundirme!
Luciana comprendió que Clara se refería a aquel encuentro en el hospital anexo, cuando la había visto con el hombre de mediana edad. 2
-No lo niegues, sé que nos viste. ¡Lo hiciste a propósito, me odias! -vociferó Clara.
-Sí, los vi–admitió Luciana con franqueza-. Y no fue solo hoy; sucedió un par de veces antes.
La cara de Clara palideció aún más.
-¡Entonces… entonces fuiste y se lo contaste a Ricardo! ¡Eres una mala persona!
-¿Qué clase de lógica es esa? -pensó Luciana, sin palabras para describir lo absurdo de la acusación.
Ricardo, con la mirada perdida, se volvió hacia Luciana:
-¿Tú sabías esto desde hace tiempo?
Ella asintió:
-Sí.
—Ja, ja… —Ricardo dejó escapar una risa llena de impotencia, y sin pensarlo demasiado, soltó a Clara de un empujón.
-¡Ay! -gritó Clara, aterrizando de mala manera en el suelo mientras se llevaba las manos al
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Capítulo 723
vientre.
El dolor le nubló la vista y le hizo soltar un quejido:
-¡Ah… duele! ¡Duele mucho…!
Pronto, una mancha roja fue teñendo sus ropas. El hombre que estaba con ella se alarmó, lanzando un grito:
-¡Doctores! ¡Ayuda, por favor! 1
El personal médico acudió corriendo, intentando controlar la situación en un mar de confusión.
***
Tras regresar al hospital UCM, Ricardo se encerró en su habitación sin querer ver a nadie, ni siquiera a Luciana. De cualquier modo, ella no se atrevía a irse todavía. Después de la cirugía de trasplante, el cuerpo de Ricardo no estaba para esas imprudencias de salir sin autorización. Luciana no sentía lástima por él, sino por el hígado de Pedro que le habían trasplantado. s
Al poco rato llegó el abogado de Ricardo. Aquello tomó por sorpresa a Luciana, pero enseguida supuso que, con la infidelidad de Clara, él querría sacarla del testamento. No era de su incumbencia; al fin y al cabo, eran los asuntos familiares de ellos.
El abogado seguía reunido con Ricardo cuando apareció Mónica. Sus padres habían montado tal espectáculo y, como hija, se enteraba de todo al final. Su situación personal ya era bastante penosa, y encima su madre creaba un caos mayor.
Cuando Mónica llegó, Alejandro había salido a responder una llamada y Luciana estaba en la puerta. Mónica, sin dirigirle la palabra, ordenó a la cuidadora:
-Entremos.
-De acuerdo.
Sin embargo, una enfermera las detuvo:
-No pueden pasar. El paciente pidió que nadie lo interrumpiera.
-Soy su hija -alegó Mónica con exasperación.
La enfermera señaló a Luciana con un gesto de la barbilla:
-Ella también es su hija y tampoco la han dejado entrar, así que le toca esperar.
-¡¿Qué…?! —Mónica quedó paralizada, frustrada por no poder hacer nada. Volvió la mirada a Luciana, con rabia creciente,
-¿Para qué lo delataste? -escupió, apretando los puños.
Capitulo 723
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Clara había perdido a su bebé, así se lo explicó a Mónica por teléfono, entre sollozos, después del empujón de Ricardo en el hospital de maternidad. La criatura, apenas un embrión, había sido expulsada con un sangrado.
Luciana, sin inmutarse, soltó:
-Vaya, se nota que tú y tu madre son tal para cual.
Detestaba esa actitud suya, siempre tratando a Luciana como si fuera algo sucio, mientras ellas jugaban a ser intachables. Mónica se mordió los labios, enfurecida:
-Si tuvieras algo de corazón, no te comportarías así. ¡Vas a ser madre y aun así te burlas de que se perdió una vida!
