Capítulo 726
-No es como lo estás imaginando -replicó Alejandro, interrumpiendo sus suposiciones—. No soy yo quien está siendo “arrastrado“. Al contrario, fui yo quien la buscó, quien insistió para que me diera una oportunidad…
-Ya basta, no sigas… -Mónica cerró los puños, con el rostro inundado de lágrimas-. ¿Cómo puedes ser tan cruel? ¿Acaso no sabes lo que yo quiero, lo que anhelo? 1
La voz de Mónica se quebró en un sollozo.
-Claro que lo sabes continuó-. Y aún así me dices estas palabras tan despiadadas.
Alejandro se mantuvo serio, con los labios apretados, consciente de que de nada serviría explicar más.
-¿No tienes nada que decirme, Alex? murmuró Mónica, mirándolo con los ojos llenos de lágrimas. ¿No hay ninguna explicación?
-Lo siento pronunció Alejandro, tragando saliva.
–
-¿Lo sientes? -repitió ella, sin comprender. ¿Solo eso? ¿Un “lo siento” era todo lo que le quedaba de él, después de todo lo que habían pasado?)
En realidad, era inútil cualquier justificación. Por más que hablara, el dolor no disminuiría. Alejandro suspiró:
-Tus heridas aún no están del todo sanadas. No deberías alterarte tanto. Avisaré a la enfermera para que te ayude a regresar a la habitación.
-¡Alex! lo llamó Mónica cuando él se disponía a irse.
Él detuvo el paso, pero no se giró a mirarla.
-¿Es que ya olvidaste todo lo que vivimos? ¿De verdad puedes dejar atrás cada segundo que compartimos? s
Alejandro guardó silencio, sin voltearse. Finalmente, dijo:
-Mónica, lo pasado ya no se puede recuperar. La vida sigue hacia adelante, no hay camino de vuelta. 2
Y dio un paso firme, alejándose.
-¡Alex! -Lo llamó ella, sin conseguir retenerlo. Soltó una risa amarga-. ¿No decías existía “camino de vuelta”? Entonces, ¿por qué sí volviste con Luciana?
que no
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Capítulo 726
En el pasillo, el doctor salió de la habitación de Ricardo.
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-La condición de su padre es muy delicada. No desea ver a nadie y lo cierto es que lo que necesita ahora es reposo. Lo mejor sería que regresen otro día.
más
-De acuerdo, gracias -respondió Luciana.
El médico se retiró. Fue cuando vio que Alejandro volvía solo. “¿Ya hablaron?“, pensó Luciana, sin plantear la pregunta en voz alta. Tampoco quería saber los detalles. Se limitó a comentarle:
-Mónica debería saber que Ricardo está agotado y no quiere recibir visitas. El médico recomienda no molestarlo…
No pudo terminar la frase, porque él se inclinó de pronto y la rodeó con los brazos.
…
-Luciana sintió su calor y el peso de su abrazo.
—Luciana -murmuró Alejandro, con la voz entrecortada-. Déjame abrazarte, solo un momento… por favor. 2
Hacía unos instantes, él había soltado por fin a esa “Mariposita” que había llevado por años clavada en el corazón. Una ilusión que marcó su adolescencia y su juventud. Aunque lo liberara, era inevitable sentir un vacío. Ese peso de pena y nostalgia todavía lo asfixiaba, y en ese instante lo único que necesitaba era la calidez de Luciana. 2
Ella comprendió que debía de haber llegado a un cierre con Mónica. Por el semblante de Alejandro se adivinaba la tristeza. “¿Será que este ‘corte final‘ es de verdad definitivo?”, pensó Luciana, sintiendo cómo él se hundía en su abrazo. 1
“No debes dar tantas vueltas al asunto“, se dijo. “Al fin y al cabo, cuando renuncié a Fernando, tampoco fue fácil“. Suspira, recordando su propia historia, y decide corresponder, enredando sus brazos a su alrededor.
Un poco más allá, en una zona discreta del pasillo, Mónica los observaba desde su silla de ruedas, sin expresión alguna. Sentía que la vida se burlaba de ella. Tenía su cuerpo lleno de cicatrices, había perdido al hombre que amaba y no se había quedado con nada. Mientras tanto, Luciana, sin sufrir ningún rasguño y con su futuro asegurado, ¿¡parecía salir victoriosa con todo!? 2
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