Capítulo 512
Iris tenía una mirada despectiva y una sonrisa sarcástica en su rostro. -¿Ahora sí recuerdas que soy tu hija? ¿Y las cosas hirientes que me dijiste antes, se te olvidó que soy tu hija? Sin saber la verdad, atacaste a tu propia hija, tanto física como verbalmente. Eres una gran madre, ¿eh?
Jaime había estado en el estudio por media hora.
Padre e hijo habían discutido intensamente.
Desde adentro se oían ruidos de cosas rompiéndose, Francisco estaba tan furioso que había
comenzado a lanzar objetos.
Media hora después, Jaime salió del estudio con una herida en la sien, de donde brotaba un
poco de sangre.
Había sido golpeado por una taza que Francisco había lanzado.
Tan pronto como salió del estudio, Jaime se dirigió al cuarto de Iris.
Brenda ya no estaba allí.
La empleada, Claudia, aún permanecía al lado de Iris.
Al ver que Jaime llegaba, Claudia asintió con la cabeza y salió en silencio de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
-¿Qué te pasó en la frente? -preguntó Iris preocupada, acercándose rápidamente para ver la
herida de Jaime.
Jaime extendió la mano y acarició suavemente el lado de la cara de Iris que había sido golpeado, con una mirada de ternura y preocupación. -No te preocupes, es solo un rasguño. ¿Te sigue doliendo la cara?
-Ya no duele -respondió Iris, bajando la mirada.
-¿Te pusiste medicina?
Iris asintió ligeramente. -Sí, ya me puse.
Jaime le habló con suavidad. -Iris, deberías mudarte por un tiempo. Si no quieres quedarte en mi casa, puedo comprarte una casa aparte.
Las pestañas de Iris temblaron ligeramente y preguntó en voz baja: -¿Qué dice el Sr. Quiroga?
-Quiere que terminemos, me negué, y eso lo enfureció tanto que quiere romper toda relación conmigo.
Iris no esperaba que la situación se agravara tanto.
Llegar al punto de romper la relación entre padre e hijo.
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Capitulo 512
Era evidente que Jaime había dicho muchas cosas que Francisco no quería escuchar, lo que lo había enfurecido.
Después de reflexionar un momento, Iris dijo: -Me mudaré esta noche.
-Bien.
Iris añadió: -Me quedaré contigo.
Jaime se sorprendió un poco, pero rápidamente respondió: -De acuerdo, haré los arreglos.
-¿Crees que se van a divorciar? -preguntó Iris con tristeza-. Han estado casados por tanto tiempo, sus intereses están tan entrelazados que incluso si quieren divorciarse no será fácil ni rápido.
Jaime acarició suavemente la cabeza de Iris. -Mi papá ya está de acuerdo con el divorcio.
Iris levantó la cabeza de repente, llena de asombro. -¿En serio?
-Sí–asintió Jaime-. Después de todo, soy su único hijo, pero él puso algunas condiciones.
-¿Qué condiciones?
Jaime explicó: —La primera, la división de bienes en el divorcio: la mitad para la Sra. Casas, y yo tengo que cubrir esa parte. Segunda, no se puede divulgar que él tiene amantes ni que la Sra. Casas le fue infiel. Tercera, no podemos hacer pública nuestra relación hasta al menos un año después de su divorcio.
-Excepto por la primera, las demás son fáciles de cumplir–comentó Iris-. ¿Aceptaste?
-Sí, acepté.
Iris frunció el ceño, preocupada. -¿Cómo vas a cubrir la primera? La mitad de los bienes del Sr. Quiroga para mi mamá es una gran suma, ¿puedes hacerlo?
Jaime la abrazó suavemente. -Puedo hacerlo, Iris, créeme, puedo manejarlo.
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