Capítulo 829
Mónica también intervino en ese momento.
-Viviana, mejor ya no sigas.
Viviana puso los ojos en blanco, pensando en cómo rayos Anaís había conseguido conquistar a Efraín. No pudo evitar meter más leña al fuego y volteó hacia Anaís con una sonrisa traviesa.
-Oye, ¿y ustedes desde cuándo andan? Total, aquí nadie puede dormir, cuéntanos el chisme,
¿no?
Ese tipo de preguntas ni de broma se las haría a Efraín. Ese hombre ni ganas de platicar tenía.
Además, la única vez que lo había visto, todavía usaba silla de ruedas y parecía que nada en el mundo le importaba. Era imposible descifrarlo.
Por eso mismo, tenía una curiosidad tremenda por saber cómo lo había logrado Anaís.
Al ver que Anaís no respondía, Viviana se aclaró la garganta.
-Oye, ¿cómo te llamabas? Bueno, ya no me importa lo que pasó antes entre tú y yo, olvida que me ofendiste. Solo cuéntanos el chisme, es solo para pasar el rato. Te juro que cuando salgamos de aquí ni lo voy a mencionar frente a Nerea, ¿qué dices?
Anaís sonrió de lado.
-¿Chismes? ¿Quieres saber de Efraín?
Efraín bajó la mirada y la observó de reojo.
Viviana le echó un vistazo furtivo, y al ver que él no decía nada, se animó más.
-Sí, cuenta cómo fue que se hicieron pareja. ¿Cómo es posible? Yo no me la creo. Si de verdad se van a casar, Nerea no andaría diciendo que Efraín es su prometido, ¿o sí?
En cuanto terminó de hablar, Mónica la regañó con voz firme.
-Viviana, deja de inventar cosas.
Luego miró a Efraín y, con un tono más amable, se disculpó.
-Presidente Lobos, disculpe a mi hermana, no le hagan caso a sus tonterías.
Viviana volvió a girar los ojos y miró a Enrique.
-Bueno, tú también puedes hablar. Se nota que se conocen desde hace años. Además, la forma en que miras a Efraín no es nada normal. ¿Ustedes dos alguna vez anduvieron? ¿Y el tipo vestido de negro que siempre está contigo, qué papel juega? ¿Traen un triángulo amoroso o qué?
No cabía duda, Viviana estaba buscando cualquier cosa para entretenerse, probablemente como una forma de calmarse después del susto.
19:52
Capítulo 829
Anaís se animó y soltó:
-Yo te cuento. Ella, la verdad, perdió conmigo. Intentó, pero no consiguió nada, así que tuvo que irse con las manos vacías.
-¡Anaís! -reviró Enrique con el puño apretado, mordiéndose los labios. Al final, solo desvió la mirada, resignado.
Anaís arqueó una ceja.
-¿A poco no? Dilo si me equivoco.
Enrique se quedó callado, respirando hondo varias veces para no lanzarse a ahorcar a Anaís ahí mismo.
Anaís continuó, divertida.
-Y sobre por qué Efraín y yo nos casamos… pues es una historia larga, pero en pocas palabras: me llevaron casi a la fuerza a firmar los papeles. Al principio, yo ni quería.
-¡Espera! -exclamó Viviana, incrédula-. ¿Me estás diciendo que él te obligó a casarte y tú no querías?
Anaís asintió, y Viviana soltó una risa desdeñosa.
-No inventes. ¿Él forzando a alguien a casarse? ¿Y todavía alguien se niega?
Anaís le dio el avión y cerró los ojos, como si recordara todo de nuevo.
-Después me ganó poco a poco. No tuve de otra. Si yo no estaba, él ni iba al hospital aunque estuviera enfermo, ni buscaba a un doctor si se lastimaba… Hasta hacía cosas a propósito solo para asustarme.
Viviana volvió a mirar a Efraín. Al ver que él no lo negaba, soltó un par de chasquidos con la lengua.
-Vaya… quién lo diría.
2/2