Capítulo 830
El ambiente se volvió raro de golpe. Nadie decía nada. Un silencio de esos que calan, pero nadie se atrevió a romperlo.
Anaís, sin que se notara, le echó un vistazo a Efraín. Lo vio con la boca apretada, pero no parecía estar molesto. Más bien, le notó una expresión como si estuviera gozando la situación
en secreto.
Suspiró y, aprovechando el momento, le preguntó a Viviana:
-¿Tienes alguna otra pregunta?
Viviana aguantó unos diez segundos antes de animarse a hablar.
-Entonces, ¿por qué no quieres? ¿Acaso ya te gusta alguien?
Hasta ese momento, Anaís y Efraín casi nunca platicaban sobre Z. Era un tema delicado, una espina clavada que ninguno se atrevía a tocar. Pero ahora, gracias a las preguntas de Viviana, podía explicarlo sin miedo.
-Sí, me gusta alguien. Es más, me gustan dos personas al mismo tiempo. No sé por cuál
decidirme.
Viviana estaba a punto de tomar agua, pero al escuchar eso, casi la escupe.
Con la cara desencajada, miró a Anaís, quien parecía tranquila, y luego a Efraín, que seguía tan sereno como siempre.
Se limpió la boca, pensando que tal vez había escuchado mal.
-¿Cómo dices? ¿Te gustan dos personas al mismo tiempo?
-Ajá, aunque tampoco es para tanto. Me atraen los dos y no sé qué hacer.
-No inventes, Anaís. Efraín es súper buena onda y aun así andas detrás de otro. Hay que ver,
nada te conforma.
Después de desahogarse, a Viviana le ganó la curiosidad.
-¿Y no te da miedo…? ¿No temes que cuando regresen discutan por esto?
-Claro que discutimos, sobre todo por esto. Yo soy la que está mal, no sé ni qué decir.
Viviana agarró una rama y empezó a mover las brasas del fogón, aunque ni sabía para qué. Solo buscaba distraerse de la incomodidad ajena.
¿Cómo era posible que Anaís, con dos pretendientes y uno de ellos presente, pudiera estar tan tranquila? Decían que en el país no eran tan liberales, pero esto si parecía de película.
En el extranjero, si alguien andaba con dos al mismo tiempo, mínimo lo ocultaba. Por eso, pensó, tal vez por eso no tenía novio: le faltaba descaro.
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Capitulo 830
Respiró profundo y se le puso la cara roja.
-Anaís, ¿después te vas a ir a Estados Unidos? Enséñame cómo tienes a los hombres
comiendo de tu mano. Yo también tengo un crush… es de la familia Marín, Fausto Marín, ¿lo
conoces?
Anaís abrió los ojos despacio, miró a Viviana de arriba abajo y soltó un suspiro.
-Mejor olvídalo. No eres su tipo.
Viviana se puso aún más colorada, apretando los puños.
-Mira, hoy fui medio pesada contigo, pero ni conoces a Fausto, ¿cómo puedes saber que no soy su tipo? A lo mejor…
-La fama del segundo hijo de los Marín está por todos lados en internet. No le interesan las chicas como tú.
Apenas terminó de decirlo, Anaís sintió la mirada de Efraín clavada en su cara.
Él preguntó:
-¿Ya lo conocieron?
-Lo vi rápido, una vez nada más. Le pedí que le dijera a su hermana que Nerea se rinda, que no puede competir conmigo.
Efraín relajó la boca y asintió con un simple:
-Ajá.
A un lado, Viviana veía todo con los ojos brillando, como si estuviera presenciando una clase
maestra.
Eso sí que era saber manejar a los hombres.
Miró a Anaís con una mezcla de admiración y ganas de aprender. Si antes la criticaba, ahora solo quería que le diera consejos.
-Anaís, dime, ¿qué tipo de mujeres le gustan a Fausto?
-Las fuertes.
-¿Cómo?
Anaís se incorporó, pensando en la mirada de Fausto, y se dirigió a Viviana.
-No hace falta que seas guapa, ni tierna, ni nada de eso. Fausto ya ha visto de todo. Para él, la apariencia no importa. Busca mujeres fuertes, que puedan igualarlo, que hasta en una pelea le puedan ganar. Ese tipo de conquistadores no los atrapas con trucos comunes.
Viviana bajó la mirada y se le escapó una sonrisa torcida.
-Sí que eres directa. Dicen que Fausto lleva años buscando a una mujer increíble, que nunca ha visto en persona. Cuentan que esa mujer es tan fuerte que puede pelear contra diez y salir
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Capítulo 830
victoriosa. No me imagino a nadie así. Hasta creo que Fausto lo inventa para no tener novia. ¿Sabes? Muchas mujeres vinieron hasta acá, con guardaespaldas, porque dicen que aquí uno puede hacerse más fuerte. Si sobreviven quince días, Fausto las mira de otra manera.
Anaís solo había hablado al azar, pero nunca pensó que Viviana estuviera ahí justamente por Fausto.
¿Quién lo iba a decir? Ese mujeriego tenía tantas admiradoras.
Pero después de que Viviana habló, Efraín no dejó de mirarla.
Anaís se tocó la cara, extrañada.
-¿Tengo algo raro?
Efraín apartó la mirada y se quedó viendo el fuego, sin decir nada.
Anaís frunció el ceño. ¿Qué le pasaba? ¿No que estaba tan animado hace un rato? ¿Ahora se molestó?
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