Capítulo 305
En el restaurante occidental.
Francisco cortaba con mucha elegancia el filete.
Luisa había pedido una botella de vino tinto Conti Grand.
Un camarero uniformado les estaba decantando el vino.
Francisco sonrió: -Incluso si el juez acepta todas nuestras demandas en el caso de Bio Futura, los honorarios legales serían de solo treinta mil dólares. Esta botella de vino ya te ha costado veintisiete mil, abogada Luisa… eso no parece ser un buen negocio para ti.
Luisa giró apresurada su copa, y con una ligera sonrisa en sus ojos, tan hermosos como las estrellas respondió. —No, yo nunca hago negocios en los que pierda.
Francisco la miró sonriendo, esperando que continuara.
-El abogado Francisco genera para Lex Juris Abogados más de diez veces el valor de esta botella al año.–Dijo Luisa con una linda sonrisa..
Francisco soltó de repente ntina carcajada.–Pensé que la abogada Luisa tenía dinero, pero le faltaba discreción. No esperaba que también fueras tan buena para los negocios.
-Por supuesto, ¿no ves de quién soy hija?
Cuando se trata de negocios, ¿quién puede compararse con Miguel, el primer empresario de Puerto Bella?
La comida transcurrió de manera muy agradable.
Francisco ofreció muchas sugerencias prácticas y enfoques para el pleito.
Luisa los anotó uno por uno.
Después de terminar de comer, Luisa llamó al camarero para pedir la cuenta.
El camarero sonrió con mucha cortesía y dijo: –Señorita, el caballero ya ha pagado.
La mano de Luisa, que sostenía la tarjeta, se detuvo. Levanto su vista hacia Francisco, que estaba sentado frente a ella. -¿No habíamos quedado en que hoy te invitaba yo?
Francisco sonrió. -No es mi estilo dejar que una dama pague.
-…-Luisa infló ligeramente las mejillas.–Veintisiete mil dólares en vino, tres mil en comida… abogado Francisco, todavía no has ganado nada en Lex Juris Abogados y ya te has gastado treinta mil. Ese sí que es en verdad un mal negocio.
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-Al igual que tú, yo nunca hago negocios en los que pierda.–Francisco sonrió con cierta picardía con los ojos.- Con la red de contactos de la abogada Luisa, no me preocupa quedarme sin casos. Estoy esperando que me asignes uno importante.
-Está bien.–Luisa guardó la tarjeta en su bolso. Entonces no seré para nada cortés contigo.
Luisa acababa de guardar la tarjeta y se disponía a marcharse.
En ese preciso momento, una mujer se acercó a ellos. Tenía los ojos muy abiertos, con una expresión de incredulidad. -¿Francisco?
La mujer ya estaba junto a la mesa. —¡De verdad eres tú!
Francisco se mostró algo sorprendido. -¿Tía Berta?
La mujer se llamaba Berta. Llevaba el cabello corto y castaño, muy arreglado, y un maquillaje impecable. Aunque ya había pasado de los cuarenta, se conservaba bien; parecía recién entrada
en la treintena.
-¿Y esta señorita es…? -Berta miró sonriente a Luisa.
-Ella es mi socia Luisa, de la que te hablé. -Francisco la presentó, y luego se dirigió a ella.— Abogada Luisa, ella es mi tía materna.
-Mucho gusto.–Luisa såludó con una linda sonrisa.
-Encantada.–la sonrisa de Berta se hizo cada vez más amplia.- Francisco me ha hablado de
- ti.
Luisa respondió con una ligera sonrisa.
-Tú, sinvergüenza.–Berta le dio un codazo a Francisco. Solo dijiste que la abogada Luisa era una profesional con gran capacidad, ¡pero no mencionaste que también era una mujer tan guapa!
De repente una expresión de incomodidad cruzó por el rostro de Francisco.–Tía Berta…
-Abogada Luisa, ¿tienes novio?-preguntó Berta con gran simpatía.
Luisa se quedó asombrada al instante.
Vaya forma tan apasionada y a la vez tan cercana.
-¡Tía Berta! -Francisco la interrumpió de inmediato,
Sus orejas se tiñeron de un rojo muy sospechoso…
-Perdón, abogada Luisa, la tía Berta es una terrorista social, no le hagas caso.–Francisco se apresuró a explicarle la situación.
Capitulo 305
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Luisa negó sonriendo.–No hay problema alguno..
Berta le guiñó un ojo a Francisco y le susurró: -Me parece que esta chica es perfecta para ti. ¡ Es raro verte salir con una mujer, así que aprovecha al máximo la oportunidad!
Aunque Berta bajó de manera intencional la voz, Luisa lo escuchó con claridad por estar tan
cerca.