Capitulo 787
Ese último argumento pareció surtir efecto. Mencionar al bebé siempre había sido su carta más fuerte, y Alejandro lo sabía.
Está a punto de nacer–continuó él, agarrándose a esa cárcel? ¿Quieres que crezca sabiendo que su madre estuvo
nima esperanza- ¿De verdad quieres que nazca en la as las rejas?
La mención de ese futuro llenó de silencio la habitación. Luciana permaneció callada, meditando con el ceño fruncido. Tenía una culpa enorme en el corazón, tanta que llevaba a considerar opciones extremas para redimirse. Sin embargo, en medio de su ira y su dolor, habi olvidado un detalle muy importante: era madre.
Al ver que Luciana se serenaba poco a poco, Alejandro solto in suspiro de alivio.
-Ya hablé con Santiago–explicó. Mientras el abogado y yo no estemos presentes, no permitirán que interroguen.
Observó la celda con impotencia.
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-Sé que es un espacio muy limitado, pero haré que te traigan algunas cosas personales. De verdad… solo aguanta unos días. Te prometo que encontraré la forma de sacarte de aquí.
Luciana lo miró fijamente. Parecía genuino, como si de verdad temiera que algo malo le sucediera. Entonces, con un movimiento repentino, lo tomó de la mano.
-Alejandro, ¿de verdad quieres salvarme?-preguntó en voz baja. 1
-Por supuesto–respondió sin pensarlo dos veces, con un matiz amargo en la sonrisa-. Luciana, te amo.
Ella asintió con seriedad y estrechó su mano con fuerza.
-Bien. Te creeré… con una condición: tienes que presentar las pruebas que incriminen a Mónica. Entrégala a la policía y haz que reciba su castigo legal. Entonces confiaré en ti.
A Alejandro se le heló la sangre. ¿Cómo podría obtener esas pruebas?
-Luciana… intentó explicarle-. La policía ya investigó. Ella tiene una coartada sólida…1
-¡Basta! -exclamó Luciana, apartándolo de un empujón.
Su rostro se congeló y se puso de pie de un salto, clavándole la mirada.
-Al final, no puedes soltarla. ¿O es que sigues protegiéndola? ¿Acaso pretendes quedarte con las dos? Pues te lo digo de una vez, eso no va a pasar. -Su voz se endureció- Si está ella, no estoy yo; si estoy yo, ella no existe…
De pronto, Luciana se detuvo y se llevó ambas manos al vientre. Una mueca de dolor se pintó en su rostro.
-¿Luciana? -Alejandro se alarmó al ver cómo se estremecía.
–Ah… Luciana apretó el puño contra su abdomen y su rostro empalideció-. Me duele… me duele mucho el vientre…
¡Era algo grave!
La cara de Alejandro se descompuso de inmediato. Sin pensarlo dos veces, la alzó en brazos y corrió hacia la salida.
Al llegar a la reja de seguridad, el policía de turno se interpuso:
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Capítulo 787
Señor Guzmán, no puede llevarse a la señora así…
-¡Quítatel —exclamó Alejandro, fuera de sí.
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Se veía como una fiera, dispuesto a arremeter contra quien fuera. Sus ojos estaban rojos de rabia y miedo. -¡Mi esposa está a punto de dar a luz! Está en las últimas semanas de embarazo. Si algo le pasa, ni siquiera su jefe, Fu, querrá cargar con esa responsabilidad. ¡Hazte a un ado!
Ve a informarle a tu señor Fu que me la llevo. Nathan, nuestro abogado, se encargará de lo demás.
Incluso si estuviera bajo custodia, Luciana podía pedir atención médica fuera, y más aún al no haber sentencia firme. Así que Alejandro se la llevó corriendo a la maternidad.
***
Durante el trayecto, la doctora Alondra recibió la llamada de emergencia y ya los esperaba.
-¿Por qué le duele el vientre? —Alejandro estaba al borde del colapso-. Todavía no llega la fecha estimada de parto…
-Hay muchos casos de partos prematuros —le explicó la doctora, con voz firme y tranquila-. Deje de preocuparse tanto; necesito revisarla primero. Tal vez solo sean contracciones de práctica.
-Mmm… -Luciana tenía el rostro contraído y apenas lograba soltar un quejido. Era evidente que el dolor era intenso.
-¡Luciana! –Alejandro intentaba calmarla, pero no sabía ni cómo sostenerla.
La doctora Alondra se puso guantes y la examinó sin pedirle a Alejandro que saliera, pues era el padre.