Capítulo 362
La sírvienta entró con un termo de comida, desplegó la mesita y sacó los platos para acomodarlos. -Doña Ximooste caldo de pollo lo cociné durante cinco horas, a fuego lento. Pruebelo…
-¡Llévatelo! ¡No quiero comer!– respondió dona Ximena con voz furiosa.
Las palabras iban dirigidas a la sirvienta, pero sus ojos se clavaron en Patricia, ardiendo de ira.
Patricia sonrió, tomo su bolso y se dio la vuelta para marcharse.
Francisco llevó a Aída a visitar a Luisa.
Abrió la puerta de la habitación del hospital y adentro había bastante gente.
Catalina y Fernanda habían llegado juntas hacía apenas unos minutos.
Fernanda sostenía un bolso de Hermès y bromeaba con Luisa, -Cariño, este bolso lo compré
para
ti en Francia. En nuestro país todavía no se consigue. Recíbelo con este bolso te vas a recuperar rapidísimo.
Catalina estaba de pie al lado, con una caja de Cartier en la mano. Sonriendo con agrado, dijo: -Luisita, esta pulsera te la compré yo.
Luisa sonrió, -¿Ustedes por qué trajeron regalos? Si no es ninguna festividad.
-Deseamos que te recuperes pronto y salgas para que volvamos a divertirnos juntas,—dijo Fernanda entusiasmada con una sonrisa. -Sin ti, siento que los modelos que contrato no tienen ninguna gracia.
Al oír esto, Sergio hizo mala cara y le dio dos golpecitos en la parte trasera de la cabeza a Fernanda, -¿Todavía contratas modelos?
-Ay, ay, ay, me duele. Fernanda se frotó adolorida la nuca y lo miró con fingido enojo. Solo bromeaba con Luisita para aligerar el ambiente, ¿por qué te lo tomas tan en serio?
-¿Y por qué siempre dices justo lo que me molesta?
Luisa sonrió y, al ver de reojo a Francisco y Aída en la puerta, habló con un tono suave y encantador: -Llegaron el abogado Francisco y Aidi.
Apresurado Francisco tomó la mano de Aída y se acercaron.
Aída le entregó un ramo de flores a Luisa, -Luisa, deseo que te mejores pronto.
Luisa recibió las flores con una linda sonrisa y acarició suavemente la cabeza de Aída, Gracias, Aidi.
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Esto es para ti Francisco extendió la mano hacla Luisa.
En el centro de su palma, estaba un objeto.
Cuadrado.
Parecía un amuleto religioso.
Francisco tenía una expresión serena. Era efectivamente un amuleto religioso de la iglesia de la Luz Eterna.
-¿La Iglesia de la Luz Eterna?
Lucía miró el amuleto religioso en la mano de Francisco,
sorprendida. Mi mamá consiguió uno el mes pasado, es igual que ese.
Francisco apretó los labios, sin decir una palabra.
Lucía alzó silenciosa la vista hacia Francisco, con una expresión un tanto extrafia. -Ese amuleto religioso no es fácil de conseguir. Según mi mamá, hay que arrodillarse paso a paso por las tres mil escalinatas frente a la iglesia de la Luz Eterna en plena medianoche, hasta llegar a la puerta. Luego hay que seguir arrodillada en completo silencio hasta que salga el sol. Solo si Dios ve la sinceridad en tu corazón, el sacerdote te da ese amuleto religioso.
Nunca imaginó siquiera que el abogado Francisco hubiera ido a la Iglesia de la Luz Eterna a pedir un amuleto religioso por Luisa.
Aunque apoyaba que Luisa estuviera con Andrés, en ese momento, Lucía sintió una leve duda. Luisa escuchó lo que dijo Lucía y enseguida alzó la mirada hacia Francisco.
El hombre mantenía esa misma apariencia gentil y refinada. Detrás de las gafas con montura dorada, sus ojos hermosos albergaban una emoción que ella no supo descifrar.
¿No había dicho que solo la consideraba una buena amiga?
Si solo era una amiga, ¿por qué hacía esto?
Francisco no dijo nada al respecto. Solo sostuvo en absoluto silencio la mirada de Luisa.
- Conitula 363
Capítulo 363