Capdride Boo
Ta vs Tris de Alejandra main de poult
Eh aqui tienes.
Alejandro abrió el sobre computous les as a tea plantis, dine angesag
En menos de un sito que levamos conociéndonos, de
Pero me cansé de tus altibajos en esta relación y de mi propia ansutad
Ya no tengo a mi padre, y mi mejor amigo quedó en coma por mi pa
Me siento exhausta, sin fuerzas para seguir enredandome contign
Tampoco quiero seguir esperandote.
Además, me resulta imposible estar cerca de quien encubrió (o colaborá) con la persona que dañó a má z
Así que me voy.
No me busques.
Dejémonos en paz y terminemos de una vez.
El mundo es grande, tomemos caminos distintos.”
La carta se detenía ahí.
Alejandro se quedó helado, sosteniendo la hoja sin moverse. Así que todo había sido un plan metienioso de Luciana. Primern, la obligó a firmar el divorcio para dejar de ser “la señora Guzmán“. Luego, actuó muy cercana para que él bajará la quantita. mes, mientras él preparaba su viaje de trabajo, ella lo planeó todo y se fue sin dejar rastro.
-Ja… ja… una risa escalofriante emergió en su garganta, haciendo que la hoja se le resbalara de entre los destos y cayera al
suelo.
-Alejandro… –Sergio trató de consolarlo-, estoy seguro de que podremos localizarla…
-¿Buscarla?-la voz de Alejandro sonó gélida-. Si no usó su identidad, ¿de verdad crees que la encontraremos?
Se encogió de hombros con amargura. Ya no tiene sentido.
Luciana no confiaba en él. Se aprovechó de su sinceridad y, después de usarlo, lo abandono. ¿Para qué insistir en traeria de vuelta? (2
Luci… Luci…-se oyó de pronto una voz desde la puerta. El hombre que entraba, tambaleándose con el apoyo de Felipe, ers
ones–De Miguel. Había venido de inmediato al enterarse de la noticia. Al ver el aspecto de su nieto, no necesitó más exp verdad se fue Luci? ¿No la encontraron?
Sí, abuelo respondió Alejandro, inmóvil y con gesto rígido e fue y también nos divorciamos.
El aire se hizo espeso de un momento a otro. Un silencio sobrecogedor invadió la estancia, tan quieto que podia escucharse la caída de un alfiler.
Alejandro cerró los ojos, preparándose para una reprimenda del abgelo. Pero pasaron los segundos y nada sucedía. Miguel
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contempló la habitación vacía y volvió a mirar a su nieto; parecía agotado. Finalmente alzó la mano con im ademán.
Felipe… vámonos.
-Sí, señor.
El anciano se dejó guiar por Felipe, avanzando con pasos lentos hacia la salida.
-¿Abuelo…?–murmuró Alejandro, abriendo los ojos, extrañado de que su abuelo no lo regañara.
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-Da igual–suspíró Miguel, dándole la espalda-. Al final, tú y Lugi no tenían un destino compartido. Fui yo quien forzó todo esto. Respetemos la decisión de cada uno y que se separen.
Al pensarlo mejor, añadió con melancolía:
-¿Quién sabe dónde estará ahora? ¿Estará bien? ¿Volveremos a verla en esta vida…? 2
Tras esas palabras, la nieve volvió a caer tras la ventana. Alejandro no pudo evitar recordar aquella ocasión también nevada, cuando Luciana se había mojado los pies y él los había sostenido contra su pecho para darles calor.
Ella lo había obligado a prometerle que jamás había hecho algo así por otra mujer, que ella era la primera. Entonces él juró: “Te prometo que cada palabra que te digo es cierta… no te engaño.
Si te mintiera, que me quede sin amor para siempre, condenado a envejecer solo.”
Lo peor era que él no había mentido, y aun así, Luciana se fue. Al final, parecía imposible escapar de ese cruel destino: perder para siempre el amor y enfrentar la soledad absoluta.
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