Capitulo 805
Capítulo 805
En la puerta principal, Luciana seguía cargando a Alba, quien se reestaba sobre su hombro,
-Mami, tengo hambre… -dijo la niña con voz tierna.
-¿Ah, sí?
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-Luciana le acarició la carita . En cuanto regresemos e prepararé unos fideos con mariscos, ¿qué te parece?
-¡Sí!-respondió Alba, dando brincos de alegría con la cabeza.
-Eres un sol… murmuró Luciana con ternura.
Detrás de ellas, se escucharon pasos. Era Alejandro, que salió despacio. Luciana, de espaldas, no lo vio, pero Alba sí, y sonrió, saludándolo con la mano.
-¡Señor!
-¿Hm?-dudó Luciana un instante y se giró para ver que Alejandro se había acercado.
El encuentro visual resultó un tanto incómodo para los dos:
–Señor Guzmán…
-Síasintió él.
Permanecieron hombro con hombro, y una brisa nocturna sopló sobre ellos, alargando sus sombras contra el piso.
Alejandro le acarició la cabeza a Alba y, de reojo, observó a Luciana. Miles de preguntas revoloteaban en su mente: ¿Cuándo volvió? ¿Por qué? 1
Pero al hablar, su tono fue algo distante y educado:
-¿Se van a casa?
-Sí–contestó Luciana-. Es tarde y Alba debería dormir.
En ese momento, el chofer de Alejandro se acercó con el auto. Él, caballeroso, ofreció:
-Permíteme llevarlas.
-No, gracias -rechazó Luciana con una sonrisa cortés―. Pedí un auto; llegará en unos minutos. Vete tranquilo.
Al escucharla, Alejandro no insistió:
-Bien. Me retiro entonces.
-Hasta luego —respondió ella.
Subió al vehículo, que poco a poco se alejó. Desde el retrovisor, Alejandro contempló a Luciana y su hija, una silueta grande y otra pequeña, y aún no terminaba de asimilar que Luciana había regresado. Sentía una extraña mezcla de emociones: “Tarde o temprano debía volver -pensó-. Fernando sigue aquí, no tenía forma de ausentarse para siempre… Además, parece que ya recuperó la vista.” 1
Al rato, llegaron a un conjunto residencial de lujo, las Villas de la Bahía. Desde que Luciana se fue, tres años atrás, Miguel se distanció de él, y para no disgustar al anciano, Alejandro se mudó de la Casa Guzmán a esta residencia. Por fortuna, la salud de Miguel se había mantenido estable, y de vez en cuando, Alejandro lo visitaba en fechas especiales.
Ya en casa, se dio una ducha y, con el torso desnudo y una toalla atada a la cintura, salió del baño con el cabello Agarró el teléfono y marcó un número:
-¿Salvador? Soy yo…
húmedo.
***
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Capitulo 805
En el departamento de Martina.
Luciana llegó cargando a Alba, quien dormía profundamente. Presionó el timbre y fue Martina quien abrió la puerta.
-Luciana -susurró Martina, notando enseguida a la pequeña dormida-. ¿Ya se quedó frita?
-Sí–respondió Luciana con una sonrisa-. En el camino todavía me pedía fideos con mariscos.
-No te preocupes
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-asintió Martina con complicidad. Cuando despierte, se los preparo. Y si no despierta, pues se los doy mañana al desayuno. [1
Luciana llevó a Alba hasta la habitación, la acomodó en la cama y le colocó las cobijas. Cuando regresó a la sala, Martina ya le había servido un jugo.
-Hoy estuvo tremendo el calor, y tú encima vas cargando a Alba. Debes estar agotada; bebe algo fresquito. -Marti, eres un amor —dijo Luciana, tomando el vaso y bebiendo casi la mitad de un solo trago.
-Pues claro. No soy como cierta persona que se largó sin avisar, tres años desaparecida y sin dar señales de vida. ¡Hmph! -Ay, no te enojes… —Luciana la tomó de la mano y parpadeó suplicante-. Al menos vine a verte en cuanto regresé, ¿no? Martina solo quería desahogarse un poco; no estaba realmente molesta. Sabía muy bien lo complicada que había sido la situación de Luciana en aquel entonces. De haber seguido así, habría sido un verdadero desastre para ella. Era evidente que alefarse fue lo mejor. 2
-Y mira qué bien te ha ido -comentó conmovida-. En estos tres años, te recuperaste de la vista, terminaste tus estudios de maestría y doctorado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania. 35