Capítulo 164
Capítulo 164
Sus palabras parecieron calmar a Alejandro. Claro, recordó, Luciana estaba embarazada; no podía permitirse tanto agotamiento..
Es cierto —añadió Sergio, aprovechando para apoyar a Mónica—. Luciana vino tan pronto supo del accidente, estaba muy preocupada por ti. De hecho, fui yo quien insistió en que regresara a descansar. Seguro que no tardará en venir.
—Sí, vendrá en cualquier momento -secundó Mónica, esforzándose por sonreír.
-¿Qué hora es? -preguntó Alejandro, visiblemente más tranquilo pero mirando con expectación hacia la puerta.
Sergio revisó su reloj. Eran casi las seis de la tarde; Luciana llevaba fuera todo el día.
—¿Quieres que la llame para preguntarle? -sugirió Sergio, sacando el teléfono del bolsillo.
-No hace falta -lo detuvo Alejandro-. No hay que presionarla.
Para él, era más importante que Luciana viniera por su propia voluntad que hacerla venir a través de una llamada. Quería ver si, sin recordárselo, Luciana aparecería por su cuenta.
Toc, toc.
La puerta de la habitación sonó con un par de golpes. Alejandro levantó la cabeza bruscamente, mirando hacia la entrada. No solo él; todos en la sala contuvieron el aliento, dirigieron sus miradas hacia la puerta y esperaron.
Luciana entró empujando una maleta con una mano y llevando una bolsa en la otra. Al notar la cantidad de gente en la habitación, no mostró ninguna señal de nerviosismo. Sonrió con calma y se dirigió a Sergio.
-¿Me ayudas con esto? -le pidió.
-Claro -respondió Sergio de inmediato, caminando hacia ella para tomarle la bolsa-. ¿Y la maleta? ¿Dónde la pongo?
-Déjala en el vestidor, yo me encargo de organizarla.
-De acuerdo.
Sergio asintió, colocando la bolsa sobre la mesa antes de llevar la maleta al vestidor. Luciana entonces dirigió su mirada hacia Alejandro.
-¿Tus amigos? -preguntó.
-Sí —dijo Alejandro con un gesto desdeñoso, presentándolos con un movimiento de la cabeza
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–. Salvador Morán, Jael López, Jacobo Ponce.
-Encantada de conocerlos respondió Luciana, sonriendo con amabilidad—. Luciana
Herrera.
Luego miró a Alejandro y, con el mismo tono sereno, preguntó:
-¿Tus amigos se quedarán a acompañarte?
-Se están yendo ya.
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-Claro, claro asintió Salvador, reaccionando rápidamente mientras tomaba a Jael y Jacobo del brazo—. Solo vinimos a verte un rato, pero ya nos vamos. ¡Nos vemos! —Y así, casi de inmediato, los tres salieron de la habitación como si el viento los arrastrara.
Luciana se quedó un momento observando la puerta tras ellos, luego sonrió brevemente. Sin mirar a Mónica, señaló la bolsa que había dejado sobre la mesa.
-Eso es comida. Puedes pedirle a ella que te dé de comer -dijo, con una sonrisa tranquila—. Voy a ordenar las cosas y luego me iré.
Sin esperar respuesta de Alejandro, dio media vuelta y se dirigió al vestidor. La cara de Alejandro cambió al instante, oscureciéndose.
Toda la alegría que había sentido al verla entrar se esfumó en un segundo.
¿A qué jugaba Luciana? ¿Pretendía decidir las cosas por él? ¿Estaba… cediendo “su lugar” tan fácilmente? 2
Vaya, sí que era… generosa. Tan “comprensiva“.
Mónica, que había estado observando la escena, sintió una creciente incomodidad al ver la expresión de Alejandro. Se obligó a decir algo:
-Alex, creo que… tal vez esté molesta. Después de todo, el accidente fue por buscarme. Habla con ella, seguro lo entenderá. Yo… estoy cansada, iré a mi habitación a descansar.
-Bien -asintió Alejandro, sin intentar retenerla.
Mónica cerró los puños y salió de la habitación, sintiendo un ardor en el pecho. Al llegar a la puerta, se detuvo un segundo, echando un último vistazo lleno de rencor.
¡Esos dos… uno la había traicionado, el otro le había arrebatado la felicidad que le pertenecía!
*** 1
En la habitación del hospital
Cuando Luciana terminó de organizar la maleta y salió del vestidor, se dio cuenta de que
todos
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ya se habían ido. En la mesa seguía la bolsa de comida, sin que nadie la hubiera tocado.
Frunciendo ligeramente el ceño, comentó:
A
-¿Mónica se fue? ¿No iba a ayudarte con la comida?
Alejandro soltó una risa fría, llena de ironía.
-¿Te olvidas de que tú eres mi esposa? ¿Esperas que otros me cuiden si tú no lo haces?
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