Capítulo 317
Con el rugido del motor de Daniel acelerando, Romeo no se quedó atrás, pisando el acelerador para mantenerse a la par y empujando hacia el borde de la carretera.
Dentro del coche, Esteban observaba cómo el velocímetro subía vertiginosamente, sintiendo el corazón en la garganta.
Sin embargo, al ver que Romeo los alcanzaba, intentó mantener la calma y dijo con voz forzada, “Daniel, cálmate, ya pasó lo que tenía que pasar…”
“¡Ella está muerta, está muerta!” El rugido del motor casi cubría el grito desesperado de Daniel.
Las venas de su frente se marcaban, y sus ojos estaban fijos en el horizonte con una mirada perdida y furiosa.
La escena del accidente revivía en su mente, veía a aquella mujer siendo lanzada por el impacto, su cuerpo inerte en un charco de sangre, las heridas grotescas y la mirada insatisfecha de la difunta…
“¡Yo la maté, fui yo!”
Esteban
ya había escuchado cada detalle del accidente de parte de Irene.
Con una mano en el volante, intentaba mantener el control del auto mientras hablaba
tranquilamente con Daniel, “El verdadero culpable fue su esposo, el que la incitó a ese suicidio disfrazado para obtener dinero. Ella estaba desesperada por su enfermedad, era joven y dejó a su hijo sin madre…”
“Tú sientes lástima por ella, pero ella te usó. Para ella, eras solo un seguro de vida, dinero.”
Las dos máquinas se perseguían en la pista, con las ventanas cerradas, sus gritos eran inaudibles para Irene.
Desde las gradas, Irene corría tras ellos, pero sus piernas no eran rivales para los cuatro
neumáticos en movimiento.
No sabía cuánto había corrido antes de que el auto de Daniel fuera forzado a detenerse en una esquina por Romeo, dándole así la oportunidad de alcanzarlos.
Corrió con todas sus fuerzas, y justo al llegar, escuchó el doloroso grito de Daniel desde el interior del vehículo.
‘¡Fui yo, fui yo-!”
‘¡No fuiste tú, solo eras parte de su plan para obtener dinero, ella no era inocente, tú sí lo eres!”
Esteban se desabrochó el cinturón de seguridad, inclinándose hacia Daniel, intentando calmar su agitación con gritos desesperados.
Irene estaba a punto de acercarse cuando Romeo, que acababa de salir del coche, la agarró del brazo.
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Capitulo 317
“No te acerques todavía, deja que Esteban lo maneje.”
Con un brazo rodeándole la cintura, Romeo la llevó en dirección contraria.
Ella se resistía, pero él la levantó sin esfuerzo.
Al darse cuenta de lo ligera que estaba, Romeo frunció el ceño, apretando inconscientemente
su mano alrededor de su cintura, notando que había adelgazado.
A pesar de la ropa abrigada, sus huesos se sentían como si le clavaran en el pecho.
“¡Suéltame!” Irene se calmó poco a poco, entendiendo que Esteban estaba ayudando a Daniel con su crisis emocional.
Sabía que no debía interferir, no iba a hacerlo.
Al darse cuenta, se encontró en los brazos de Romeo, su aroma fresco y familiar rodeándola por completo.
Ese perfume que antes la había fascinado, ahora le provocaba rechazo instintivo.
Finalmente, él la dejó en un rincón, su cuerpo robusto bloqueando su camino.
Una vez que se estabilizó, ella se sacudió suavemente las áreas que él había tocado,
acomodando su abrigo, manteniendo una distancia prudente.
“¿Dónde no te he tocado ya?” Romeo observó cada uno de sus pequeños gestos, quitándose el casco con una expresión tan oscura como el cielo antes de una tormenta.
Irene no respondió, deslizando su espalda contra la pared para evitar más contacto, intentando alejarse.
Romeo extendió la mano para detenerla de nuevo.
“Voy a esperar a que bajen, no interrumpiré al doctor Morales.” Irene, ya preparada, empujó su mano y se alejó rápidamente.
Ella pensaba que Romeo no tenía derecho a molestarse por su actitud, al fin y al cabo, estaban esperando el divorcio, y encontrarse sin pelear ya era un logro.
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