Capítulo 19
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-¡María, estás muy distraída! ¿Cuál otra Casa Montero puede ser en toda la ciudad? ¡Los Montero de Nuevalora! ¡Esos Montero cuya familia fue una de las fundadoras del país, que han sido prestigiosos por generaciones! Los Montero siempre han sido bastante discretos y misteriosos, jamás hay muchas noticias sobre ellos. ¡Que ahora te busquen directamente para confeccionarle el traje a Elena es increíble! Cuando esto se sepa, ¡quién sabe cuántas familias más de la alta sociedad seguirán sus pasos y vendrán corriendo a nuestra marca!
El gerente de marketing exclamó entusiasmado:
—¡Jefa, nos vamos a hacer ricos!
-¡Esperen! -me puse de pie, intentando mantener por un momento la calma, y miré a Rosa
–
– ¿No deberíamos verificar? ¿Segura que no es una estafa?
Rosa quedó asombrada, a punto de desmayarse:
-Lo confirmé varias veces. Hablan con mucha educación y clase. Hasta ofrecieron pagar un adelanto.
Me quedé paralizada de la sorpresa.
-María, ¿tienes tiempo estos días? El próximo mes viene bastante apretado, si puedes, deberías llamar cuanto antes para coordinar.
-¡Claro que tengo tiempo! ¡Por supuesto, que sí! -¿Cómo iba a dejar pasar esta oportunidad de oro?
Tomé apresurada el celular y caminé hacia el ventanal, emocionada, pero intentando controlarme mientras marcaba el número.
Tal como dijo Rosa, el mayordomo hablaba con suma cortesía y refinamiento.
Después de acordar la hora, me dio vergüenza que vinieran a buscarme:
-Don Pedro, puedo ir en mi auto, no se moleste por eso.
Pero él insistió con la misma educación:
-Señorita Navarro, Casa Montero es difícil de encontrar. Siendo su primera visita, mejor que nuestro chofer la recoja para evitar cualquier contratiempo.
-Ah, ya veo. Está bien, entonces nos vemos mañana.
Al colgar, intrigada, abrí el GPS en mi celular y busqué atenta “Nuevalora Casa Montero“. Me sorprendí al ver que no aparecía.
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Cielos, ¿qué clase de lugar era este que ni siquiera figuraba en el GPS?
-Rosa, este sitio parece un agujero negro. ¿Y si voy y no regreso? -dije sosteniendo temblorosa el celular, con sentimientos encontrados. Todo parecía irreal.
Rosa bromeó:
-No te preocupes, en el peor de los casos te quedas como señora Montero. Dicen que el señor Montero sigue siendo aún soltero. 1
El gerente de marketing añadió con tono misterioso:
-Dicen que el señor Montero tiene una enfermedad que le impide ver gente… ¿No será que quieren engañar a nuestra señorita Navarro para hacerla su esposa prisionera? 1
Ya harta de estos dos con tanta habladera, los eché con una mirada de fastidio.
Aunque todo este asunto tenía algo “raro”, decidí aceptar el trabajo.
A mayor riesgo, mayor ganancia. Siendo una exesposa despechada, una heredera caída en desgracia y el hazmerreír por completo de la ciudad, ¿qué tenía que perder?
Total, solo tengo una vida para arriesgar.
*
Al día siguiente por la mañana, después de organizar el trabajo en la empresa, recibí la llamada de Pedro a las ocho y media.
Señorita Navarro, además de la señora, hay otras mujeres de la familia interesadas en que les confecciones sus trajes. Traiga una asistente con usted -me aconsejó Pedro.
El recordatorio me vino perfecto, así que llamé a Rosa de inmediato.
Al bajar, viendo el lujoso auto estacionado en la calle, Rosa exclamó sorprendida:
-¡¿Qué carro es este?! ¡Qué elegante es!
-Un Pagani–murmuré, y añadí-: No actúes como boba pueblerina en la gran ciudad.
Rosa susurró:
-Cuando lleguemos a la casa de los Montero, ¿acaso no seremos exactamente eso? Unas bobas
pueblerinas en la
gran ciudad.
Pensé que tenía razón.
Las familias ricas también tienen niveles.
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Entre los ricos comunes y los ultra ricos hay varios escalones de diferencia.
Y los Montero de Nuevalora están incluso por encima de los ultra ricos.
Solo hay que ver este Pagani Huayra, que ya dice mucho. Como todos saben, Pagani es diferente a otros autos de lujo. Muchos autos costosos, aunque valgan millones, cualquiera con dinero puede comprarlos por eso ves influencers y nuevos ricos presumiendo sus Rolls–Royce por todas partes.
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