Capítulo 109
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Precisamente por su talento excepcional y su origen privilegiado, había llegado a ocupar los más altos cargos en la fábrica militar siendo muy joven.
Después de charlar tanto, ambos nos quedamos en silencio, reflexionando.
Apoyé mis manos en la barandilla, contemplando la noche, repasando recuerdos en mi mente. Inevitablemente, me invadió una profunda sensación de nostalgia.
Si no hubiéramos pasado de largo en la universidad, ¿las cosas serían diferentes ahora? No, probablemente no. En ese entonces era joven e ingenua, completamente enamorada de Antonio, como si estuviera bajo un hechizo.
Comenzamos nuestra relación justo cuando él descubrió su enfermedad. Una chica inteligente habría evaluado la situación y se habría alejado. Pero yo, con mi corazón lleno de pasión y amor, me comprometí a acompañarlo en su lucha contra la enfermedad.
Especialmente cuando descubrí que compartíamos un tipo de sangre poco común, lo vi como un destino divino. Me entregué a él de manera abnegada durante más de seis años.
-¿En qué estás pensando? -preguntó Lucas después de un momento de silencio.
Me giré y lo vi apoyado en la barandilla, exactamente como yo. No pude evitar sonreír.
—Estaba pensando… en aquella vez que me salvaste del río. Me parece increíble que en ese momento me parecieras solo un niño pequeño, cuando en realidad tenías once o doce años dije, evitando mencionar mis reflexiones sobre Antonio.
Lucas se mostró algo incómodo y suspiró: -Era delgado y pequeño, pero no me faltaba capacidad para meterme en problemas. Mi abuelo me mantenía cerca para disciplinarme, forjar mi carácter y, además, como me estaba desarrollando lentamente, el ambiente militar me ayudaría a mejorar mi condición física.
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-Ah, ya entiendo… —comenté, observando su actual complexión de un metro noventa—. Tu abuelo fue muy perspicaz y el resultado es evidente.
-Efectivamente. Crecí varios centímetros durante esos años. Mi madre siempre decía que parecía otra persona cada vez que me veía.
Me reí: -Menos mal que eras pequeño y yo era una niña bastante alta. De lo contrario, no habría podido salvarte.
Cuando estaba en sexto grado ya medía 1.63, y al final crecí solo hasta 1.70. Típico caso de desarrollo temprano y estancamiento.
-Siempre pensé que eras mayor que yo -confesó Lucas. No fue hasta la universidad
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Capitulo 109
cuando descubrí que en realidad eres más joven.
No pude contener la risa: -¿Te alegra saber que soy menor?
Lucas me miró con un brillo entre tímido y divertido.
Me apresuré a aclarar: -¡No malinterpretes! Solo era un comentario.
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Él rio: -No te preocupes. De hecho, en su momento sí pensé algo parecido.
-¡Increíble! -seguí riendo-. Nunca imaginé que de niño fueras tan travieso, siendo tan diferente a tu imagen actual.
Lucas se sonrojó: -Pocos niños son completamente disciplinados. Venía de una familia que
así me mimaba, con todo servido. Mi abuelo temió que me estuvieran malcriando,
que me llevó al destacamento militar varios años. Fue un periodo difícil, pero muy formativo.
