Capítulo 291
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Lucas, quien había estado cabizbajo y algo avergonzado, levantó la mirada sorprendido cuando dije “Estamos juntos oficialmente“. Sus ojos se posaron en mi rostro.
De inmediato, una sonrisa radiante iluminó sus atractivas facciones. Sus labios delgados se curvaron, incapaces de contener la alegría.
Al ver su expresión feliz, fue como si una luz encendiera todo a mi alrededor, iluminando mi vida antes marcada por la desdicha. Mi corazón se llenó de la misma alegría brillante.
Ya no podía concentrarme en lo que mi mejor amiga decía, hasta que escuché:
-Mejor hablamos después, está claro que no me estás prestando atención.
Cuando quise disculparme, ya había colgado.
Bajé el teléfono y lo miré, mordiéndome los labios pero sin poder contener la sonrisa desde lo más profundo.
que nacía
Finalmente, alcé la vista y lo miré directamente:
-Feliz año nuevo, mi novio.
Lucas volteó el rostro, sonriendo.
Mariana notó algo raro y se acercó bromeando:
-¿De qué te ríes, Lucas? ¿Qué te dijo María para que sonrías así?
Otro amigo se unió:
-¡Seguro que la señorita Navarro se le declaró!
-¡Las declaraciones deben ser públicas, no a escondidas!
-¡Sí! ¡Que la señorita Navarro se declare otra vez, vamos!
Ya estaba avergonzada, y con sus ánimos me sonrojé como un tomate, sin atreverme a mirar a
Lucas.
-Ya basta -intervino Lucas para salvarme, rodeándome con su brazo y enfrentando al grupo –. Aprovechando que estamos todos, quiero anunciar que María es mi pareja ahora, espero que la cuiden. 1
Sus palabras, aunque corteses, llevaban un mensaje claro: de ahora en adelante, quien se meta con ella se mete conmigo.
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Capítulo 291
La comparación no es la mejor, pero esa era la idea.
Se refería a incidentes como el de la influencer que me difamó, dejando claro que eso no volvería a suceder.
El señor Zelaya fue el primero en hablar:
-Lucas, ni hace falta decirlo. La señorita Navarro solo tiene que pedirlo si necesita algo.
No me atrevería, así que respondí:
Es muy amable, señor Zelaya.
Sé que me tratan así por respeto a Lucas, siendo tan corteses y halagadores.
Si me lo creyera y abusara de ello, quién sabe qué dirían de mí a mis espaldas.
Y eso también afectaría la reputación de Lucas.
Así que por él, debo ser prudente y cuidadosa.
Afuera, media ciudad seguía lanzando fuegos artificiales, creando una atmósfera festiva de año
nuevo.
Adentro, Lucas y yo observábamos abrazados el paisaje urbano, disfrutando la dulzura del
amor.
Cada vez me daba más cuenta de que Lucas tenía razón.
Lo que sentí por Antonio quizás no fue amor romántico.
En nuestros más de seis años juntos, nunca experimentamos un momento tan intenso como
este.
Incluso cuando empezamos a salir, todo pareció natural y esperado, sin esta sensación de tener el corazón desbordante de emoción.
Ahora entiendo que solo buscaba refugio, escapar del infierno que era mi familia, los Navarro.
El instinto de supervivencia superó todo lo demás, sin dejar espacio para sentir el verdadero
amor.
Pensándolo ahora, debería agradecer a Antonio por no casarse conmigo.
El teléfono no paraba de sonar, WhatsApp se llenaba de mensajes.
Amigos que habían visto el espectáculo de drones preguntaban qué había pasado, si yo era la protagonista de esa historia, y quién era el protagonista masculino, si era cierto que se trataba
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del señor Lucas de la misteriosa familia, los Montero.
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