Capítulo 385
Daniela soltó un grito, se levantó como si hubiera recibido una descarga eléctrica y rápidamente recogió su teléfono.
—¡María! ¡Te has pasado! —me gritó furiosa.
Pero yo
solo sonreí ligeramente y dije con falsa disculpa: -Solo fue un accidente. Le compraré otro café a la señorita Pérez y si el teléfono se dañó por el agua, también puedo pagarlo.
Yo sabía que a ella no le importaba un café o un teléfono, pero lo hice a propósito para molestarla.
Todos en la sala voltearon a mirarla, con expresiones de sorpresa y desagrado, pues había interrumpido el orden de la reunión.
Daniela quedó bastante humillada. Apretó los dientes con rabia y dijo: -María, ¡me las pagarás!
Tomó su teléfono, apartó la silla con un movimiento brusco y salió apresuradamente.
Yo volví a concentrarme en la reunión.
Cuando terminó la reunión, pensé que ya se habría marchado, pero se había cambiado de ropa y me esperaba fuera de la sala.
-¡María!
Apenas salí cuando me llamó.
-¿Qué pasa? ¿Una lección no fue suficiente? -recordando lo que Lucas me había dicho sobre ignorarla y no mostrarle cortesía, sentí confianza-. Eres una persona importante, seguir haciendo el ridículo no te conviene. Aunque no te importe tu propia reputación, al menos piensa en el prestigio de la marca que representas.
Daniela inicialmente parecía querer explotar de ira, pero mis palabras la contuvieron.
-Solo quería invitarte a cenar. Mi vuelo de regreso es esta noche, vuelvo a casa para el Año Nuevo y, de paso… también visitaré a los Montero.
Sonrió con elegancia y satisfacción, claramente presumiendo.
Presumiendo que al regresar, tendría otra oportunidad de ver a Lucas.
Como justo después de la reunión iba a comer, acepté sin rodeos: -De acuerdo, yo invito. Considerémoslo como devolución por aquella comida con Valentina.
Mencioné intencionalmente ese incidente para incomodarla.
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Capítulo 385
+25 BONOS
El rostro de Daniela se oscureció mientras me miraba fijamente.
Le devolví una sonrisa.
Se contuvo, puso los ojos en blanco con desdén y se burló: -María, ¿realmente crees que te has convertido en la abuela de los Montero o del señor Lucas? Si yo fuera tú, con tantos problemas familiares, mala reputación, divorciada y aún enredada con la familia de mi ex, jamás volvería a enamorarme ni a casarme en mi vida, para no arruinar a nadie más.
La escuché en silencio y cuando terminó, asentí: -Tienes bastante determinación, pero afortunadamente tu vida es buena y nunca te enfrentarás a situaciones tan desafortunadas. Por eso no sabes si realmente podrías cumplir lo que dices ahora. Hablar es fácil para cualquiera.
Daniela me miró fijamente. Si no fuera porque había muchas personas del círculo alrededor y temía quedar en ridículo, probablemente me habría golpeado.
Viéndola tan enfadada, mantuve la calma y finalmente suspiré: -Olvídalo, creo que no es necesario cenar. Sé muy bien lo que quieres decirme. Básicamente, me aconsejas que sea sensata y deje a Lucas por mi cuenta. Pero él mismo no ha mencionado nada al respecto, los Montero tampoco, y tú, una persona completamente ajena, vienes a recordármelo una y otra vez. No sé de dónde sacas la cara para hacerlo.
-¡María! -el rostro de Daniela se puso lívido de rabia-. ¿Qué clase de familia son los Montero? ¿Cómo podrían discutir este tipo de asuntos abiertamente? Pero las actitudes de don Jorge y Elena son muy claras. ¿Realmente necesitas que te lo digan directamente? ¡Todos son personas respetables, y tú insistes en hacer cosas tan desvergonzadas y sin clase!
-Sí, algunas personas parecen respetables, pero en realidad hacen cosas desvergonzadas y sin clase–la miré con una sonrisa irónica, levantando ligeramente una ceja.
Se quedó atónita por un segundo antes de darse cuenta de que estaba usando sus propias palabras para burlarme de ella. Inmediatamente perdió la paciencia y levantó la mano para golpearme.
Sin embargo, Adrián apareció oportunamente y la detuvo.
-Señorita Pérez, por favor cálmese, o me veré obligado a intervenir -Adrián, mostrando cierto respeto hacia los Pérez, sujetó su muñeca y primero le dio una advertencia.
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