Capítulo 403
Lucas asintió, mirándome con ojos profundos y temblorosos, y luego exhaló largamente. Me alegro de que estés bien… ¿Te hizo algo?
-Lo intentó, pero no tuvo tiempo… -respondí, pero de repente se me ocurrió algo y le pregunté fijamente-. Si realmente me hubiera hecho algo, ¿me dejarías?
–
Estaba pensando que si Antonio me hubiera mancillado, Lucas podría sentirse incómodo de alguna manera.
-¿Qué tonterías dices? Te pregunto si te hizo algo no porque te rechazaría, sino porque me preocupa que hayas sufrido daño y te queden traumas.
Lucas me miró, explicándomelo con seriedad.
Apreté los labios, manteniendo la mirada fija en sus ojos.
Como si temiera que no le creyera, volvió a explicar: -No me importó que estuvieras divorciada, ¿cómo me iba a importar algo así? Además, si realmente hubiera ocurrido, tú serías la víctima, yo solo sentiría dolor por ti.
-Lucas… —lo miré, con los ojos repentinamente enrojecidos.
Cuando Antonio me trataba de esa manera, no sentí impulso de llorar, pero en este momento, no pude contener las lágrimas que brotaban.
-¡Lucas! -exclamé de nuevo, extendiendo los brazos para abrazarlo con fuerza.
Él me correspondió con la misma intensidad.
Adrián golpeó la puerta al entrar y advirtió en voz baja: —Señor Montero, es tarde, deberíamos irnos de aquí.
—Sí.
Lucas asintió, se levantó, se quitó su chaqueta y me la puso por encima.
-Ven, te llevaré en brazos -me tendió la mano.
Negué ligeramente con la cabeza. -No es necesario, puedo caminar.
-Tus piernas están heridas.
-Son heridas superficiales, no es grave -me apoyé en su mano para bajar de la cama, y mis piernas entumecidas gradualmente volvieron a la normalidad.
Lucas ajustó su chaqueta, asegurándose de que me cubriera completamente, y luego me abrazó
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Capítulo 403
con firmeza mientras salíamos.
Al bajar, había mucha gente en la calle.
Sorprendentemente, todos tenían rasgos latinoamericanos como nosotros.
Solo al escuchar a Lucas hablar con ellos me enteré de que aquellos hombres de traje que portaban credenciales eran funcionarios de la embajada.
Me quedé asombrada en silencio.
¡Había alertado a la embajada!
De camino al hotel, supe que ya era de madrugada según la hora local.
Había estado inconsciente durante cuatro o cinco horas.
-¿Cómo me encontraste? -pregunté con curiosidad, ya más calmada.
Lucas explicó: -Cuando fuiste al baño y no regresaste después de un tiempo, fui a buscarte. Al descubrir que habías desaparecido, inmediatamente pensé en Antonio. Revisamos las cámaras de seguridad del salón y, efectivamente, él te había llevado. Muchas personas en la industria conocen vuestra relación, así que tomó otra ruta para salir. La gente que os vio no sospechó nada, pensaron que estabas ebria.
-Me drogó directamente, no tengo idea de cómo me llevó al recordar ese momento, mente quedaba en blanco, más vacía que después de una borrachera.
mi
-En las cámaras se ve que estabas completamente inconsciente. Te llevó en brazos.
¿En brazos?
No pude evitar sentirme incómoda.
Aunque su condición hubiera mejorado, ¿podría recuperarse tan rápido?
Sorprendente que pudiera cargarme.
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-Aquí no es como en nuestro país, donde las investigaciones son rápidas y eficientes. Tuve que contactar primero con gente allá, y después de varias gestiones, logré comunicarme con la embajada aquí. Una vez que intervino la embajada, las cosas avanzaron más rápido.
-Te he causado problemas de nuevo.
-No digas tonterías -el rostro de Lucas se ensombreció, y cuando estaba a punto de continuar hablando, sonó su teléfono.
Lo sacó y contestó.
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Después de un momento, bajó la mirada hacia mí. -Han capturado a Antonio.
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