Capítulo 16
-Ah, ya entiendo lo que quiere hacer -exclamó Andrea sin intervenir, observando la escena con calma desde un lado.
-¿Mudarse? ¿Qué está pasando? -preguntó Francisco sorprendido al mirar a Bruno, esperando que él dijera algo, pero al ver que no lo hacía, dirigió su pregunta a los demás.
-Alguien no quiere que viva aquí -respondió Elena con los ojos enrojecidos y conteniendo las lágrimas, lanzando una mirada significativa hacia Andrea-. Dicen que soy la hija de una empleada y que no merezco…
Ante estas palabras, los demás presentes miraron a Andrea con desagrado. Todos habían tenido contacto con Elena y tenían buena relación con ella. La insinuación de Elena era demasiado obvia; todos sabían quién era la persona que no la quería allí.
-Elena es la hija de Renata. Si puede o no vivir aquí, eso lo decide el Sr. Bruno -dijo Marcos, uno de los subordinados, lanzando una mirada fría a Andrea. Él era conocido por su lealtad hacia Bruno y había tenido un interés especial en Elena, aunque luego eso le costó caro.
Bajo las miradas desaprobadoras, Andrea se mantuvo impasible, dirigiéndose al hombre en la silla de ruedas con una voz dulce:
-Cariño, ¿soy o no la dueña de Jardines de la Luna?
Ese título, sin importar cuántas veces lo escuchara, siempre provocaba una sensación especial en su corazón. Bruno la miró a los ojos, profundos y claros, y con un tono pausado respondió:
-Por supuesto.
-¿Y quién es ella entonces? -Andrea señaló a Elena con sus largos dedos.
Nadie sabía a qué se refería Andrea, y solo una empleada honesta respondió:
-Señora, Elena es la hija de Renata.
En ese momento, la voz tranquila de Andrea resonó:
-Oh, la hija de Renata. ¿Acaso en Jardines de la Luna, la hija de Renata es más importante que yo, la dueña?
El rostro de Elena cambió ligeramente.
Justo cuando iba a responder, Bruno intervino:
-¿Quién te dijo que ella es más importante que tú?
-¿¿No es así? -Andrea inclinó la cabeza-. Si no es así, ¿cómo se atreve a ocupar descaradamente mi habitación y a enviar mis cosas al cuarto de invitados?
-Yo, como dueña de Jardines de la Luna, tengo que quedarme en el cuarto de invitados, y ella,
la hija de una empleada, ¿debe ocupar la habitación secundaria? ¿Eso es lo que se considera
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Capitulo 16
correcto aquí?
El ambiente se congeló momentáneamente. Marcos y los demás, ignorantes de los antecedentes, miraron a Elena con asombro.
Un rastro de nerviosismo cruzó el rostro de Elena.
-Sr. Bruno, yo no sabía que ella era la señora…
-Entonces no escuchas bien -interrumpió Andrea con frialdad-. En ese momento, las dos personas a tu lado me llamaron “señora” en voz alta, ¿y tú no lo escuchaste?
Elena se quedó rígida.
Mordió su labio, mirando a Bruno con cierta tristeza:
-Sr. Bruno, usted me prometió que si me iba bien en el examen de ingreso universitario, me daría una recompensa. Yo quería esa habitación…
Era la habitación más cercana a Bruno en todo Jardines de la Luna, y ella quería vivir allí.
Andrea entrecerró los ojos.
Vaya, una recompensa. Bruno siempre cumplía sus promesas, ¿y si realmente lo había prometido?
Miró a Bruno rápidamente y antes de que él pudiera hablar, se adelantó:
-Cariño, no dejarás que la hija de una empleada me humille, ¿verdad?
Su tono era caprichoso, pero no desagradable, con sus hermosos ojos ligeramente abiertos, esperando su respuesta.
El rostro de Elena se tornó lívido.
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