Capítulo 21
-Señora, si tiene algo que decirme, tendrá que esperar un momento. Ahora estoy ocupada con el cambio de vendaje del Sr. Bruno -dijo Elena mientras intentaba entrar en la habitación.
Sin embargo, su mano de repente se quedó vacía. Las cosas ahora estaban en manos de Andrea.
-¿Qué haces? -preguntó Elena, perdiendo su sonrisa.
-Agradezco tu intención, pero no hace falta que te encargues del cambio de vendaje. Yo lo haré -respondió Andrea.
-¿Y por qué tú? -preguntó Elena, incrédula.
Andrea sonrió con confianza. -Porque soy yo quien tiene una relación con el Sr. Bruno. Mientras esté aquí, ¿realmente es necesario que lo hagas tú?
Con eso dicho, ignoró la expresión de disgusto en el rostro de Elena y entró con calma a la habitación.
Dentro, Bruno acababa de salir del baño, vistiendo una bata que dejaba entrever su musculoso y bien formado pecho.
Andrea apenas le echó un vistazo cuando su mente se inundó con recuerdos de la noche anterior, y sus orejas se enrojecieron sin que pudiera evitarlo.
-¿Cómo es que estás tú aquí? -preguntó Bruno, ligeramente sorprendido al verla.
Esa simple pregunta borró de golpe todos los pensamientos que Andrea tenía en mente. Se sintió desanimada.
¿Por qué no podría ser ella? ¿A quién esperaba ver él? ¿A Elena, tal vez?
Pensar que si no hubiera sido por ella, Elena habría entrado, la deprimía aún más.
-…Vine a ayudarte con el vendaje.
Bruno dudó un momento antes de decir: -No es necesario que lo hagas, mejor descansa y que venga alguien más.
-¿Alguien más? -Andrea respondió de inmediato, dándose cuenta de que su tono sonaba a reproche, por lo que rápidamente intentó calmarse.
-Soy tu esposa, ¿hay alguien más adecuado que yo? -Aunque aún no se habían casado oficialmente debido a la lesión en la pierna de Bruno, era solo cuestión de tiempo, así que habló con firmeza-. ¡Yo te voy a ayudar con el vendaje!
Bruno se quedó sin palabras.
Inicialmente, había pensado que la herida podría asustarla, pero viendo lo decidida que estaba, dejó escapar una rara expresión de resignación.
19:10
-Está bien, ven aquí.
La herida de Bruno estaba en la pantorrilla derecha. Al retirar la venda, la herida se veía bastante fea.
Las manos de Andrea temblaron ligeramente.
Bruno, mirando hacia abajo a la chica arrodillada frente a él, le preguntó en voz baja: -¿Te asustaste?
-No–respondió Andrea mientras tomaba el medicamento, su voz sonaba apagada-, Solo pienso que debe dolerte mucho.
Había visto heridas más aterradoras antes, así que no le tenía miedo, pero le dolía verlo herido.
Bruno se quedó sorprendido por un momento, no esperaba que ella dijera algo así.
-No duele -respondió con voz ronca.
Andrea no le creyó.
Con mucho cuidado, le curó la herida y la vendó nuevamente antes de suspirar aliviada.
-Listo, ahora ve a descansar -le dijo Bruno con suavidad.
Andrea asintió, recogió el botiquín y salió de la habitación.
Al salir, se dio cuenta de que Elena todavía estaba afuera. Al verla, Elena la miró con desdén.
Andrea se sintió molesta de nuevo. -¿Todavía estás aquí?
-¡El Sr. Bruno claramente me pidió a mí que le cambiara el vendaje! -protestó Elena.
Andrea se detuvo. -¿El Sr. Bruno te llamó a ti?
-¿Quién más? -Elena estaba muy satisfecha consigo misma-. ¿De qué te sirvió quitarme la oportunidad si al final el Sr. Bruno te echó tan rápido?
Andrea bajo la mirada un poco, no le respondió y se dirigió a su habitación.
A la mañana siguiente, Bruno apareció en el comedor, algo poco común.
Sin embargo, Andrea seguía un poco desanimada. Desde el principio hasta el fin, se mostró cabizbaja, muy diferente de su habitual vivaz comportamiento, lo que no pasó desapercibido para Bruno.
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