Capítulo 25
Elena colgó el teléfono con el rostro ligeramente pálido. Conocía tan bien a Bruno que solo con escuchar su tono sabía que él estaba molesto.
Con enojo, Elena miró a Andrea y, sin cuidado alguno, le lanzó las flores que tenía en sus manos.
¡Toma, como si las quisiera!
Andrea se apartó con gracia, sin recibirlas. -¿No las quieres? No parecías decir eso hace un momento. Te gustaban mucho, así que tómalas. Yo esperaré a que Bruno regrese.
Dicho esto, se sentó a un lado, tranquila.
Elena estaba furiosa.
Bruno regresó rápidamente.
Al escuchar su llegada, Andrea se levantó. -¡Has vuelto!
El hombre respondió con un simple “Uh–huh“, y al ver su rostro alegre, sin señales de haber sido ofendida, su expresión se suavizó un poco. Luego, dirigió su mirada hacia Elena.
-Sr. Bruno… -Elena se puso de pie, nerviosa, y colocó el ramo de flores sobre la mesa de bebidas.
-¿Qué está pasando? -preguntó Bruno.
-No sé. -Andrea resopló y se acercó para empujar la silla de ruedas. Francisco, con tacto, se hizo a un lado. -Hace un momento me dijiste que tenías un regalo para mí y estaba muy emocionada. Pero luego Elena dijo que era para ella. ¿No era para mi? ¿Cómo terminó siendo de otra persona?
Bruno también quería saberlo. Él había comprado las flores para Andrea, para hacerla sonreír, ¿cómo terminaron en manos de otra?
Frunció el ceño y miró a Elena, esperando su explicación.
-Yo… pensé que el Sr. Bruno me las había dado a mí -dijo Elena, con voz lastimera.
-¿Pensaste? -replicó Bruno.
-Aunque al principio te confundiste, luego te dije que eran mías y no me las devolviste -dijo Andrea—. Déjame pensar, oh, incluso te burlaste de mi diciendo que si no eran tuyas, ¿acaso podían ser mías? Y mencionaste que primero tenía que entrar al Colegio Mayor de Santa Isabel para poder hablar del tema. ¿No fue eso lo que dijiste? No me equivoco, ¿verdad?
Elena se quedó paralizada.
Con una mirada llena de resentimiento, lanzó una mirada feroz a Andrea.
Solo había sido un malentendido, ¿por qué Andrea tenía que hacer un escándalo y llevar las cosas a tal extremo?
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Capitulo 25
Andrea le devolvió la mirada con una ligera sonrisa, sus ojos fríos.
Si realmente hubiera sido solo un malentendido, no le hubiera dado tanta importancia. Pero con la actitud de Elena, sin una corrección adecuada, la otra podría no tomarla en serío como la señora de la casa.
Con los ojos ligeramente enrojecidos, Elena miró a Bruno. -Sr. Bruno, me prometiste un regalo…
¿Así que él realmente prometió darle un regalo?
Andrea no pudo evitar mirar a Bruno, sintiendo una ligera punzada de celos.
¿Un hombre tan distante como él realmente prestaba tanta atención a Elena?
Al sentir la mirada de Andrea, Bruno se detuvo y aclaró: -Jamás dije que te daría un regalo específico. Cuando recibiste la carta de aceptación, dijiste que querías una recompensa. Por Renata, accedí, pero hasta ahora no has decidido qué quieres.
¿Así que Elena fue quien lo pidió, y él solo respondió de manera casual?
Andrea se sintió feliz de nuevo.
El rostro de Elena ardía de vergüenza, sintiéndose un poco humillada.
Que Bruno dijera eso era como si estuviera ansioso por distanciarse de ella…
-Dime ahora, ¿qué quieres? -Bruno habló con tono indiferente, su paciencia disminuyendo.
Elena miró a Andrea brevemente y luego mordió su labio. -Quiero un ramo de flores idéntico al
de la señora.
La sonrisa de Andrea se desvaneció al instante y miró al hombre de inmediato.
¡Era la primera vez que él le regalaba flores!
Si realmente le daba a Elena un ramo idéntico, ¡eso la molestaría muchísimo!
Lo miró fijamente con una expresión de súplica y determinación, claramente diciendo con sus ojos: “¡No se te ocurra aceptar!”
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