Capítulo 10
Fabiana apretó los dientes con fuerza, estaba tan furiosa que parecía que iba a echar humo. Sin embargo, se calmó rápidamente, sacó unas servilletas y comenzó a limpiar las manchas de café en su rostro con movimientos lentos y elegantes.
“Adriana, tú sabes bien si lo que dije es verdad. Además, yo no soy la tercera en discordia, si no me crees, puedes preguntarle a Rodrigo personalmente si lo soy.”
Dicho eso, Fabiana lanzó una mirada desdeñosa y se marchó con elegancia, llevando su pequeño bolso.
Cecilia, mirando su espalda, exclamó furiosa: “¡Esa mujer no solo es una hipócrita, sino que además se cree moralmente superior! ¡Qué descarada!”
Adriana apretó los labios sin decir una palabra. Fabiana la instó a preguntar a Rodrigo si ella era la tercera, lo que demostraba que estaba segura de sí misma y de que él la defendería, lo que significaba que su relación debía ser bastante fuerte.
De repente, Adriana se llevó las manos al estómago, sintiéndose incómoda: “Ceci, me siento un poco mal…”
“¿Qué te pasa?” Cecilia se alarmó y rápidamente sostuvo su brazo.
Adriana negó con la cabeza; acababa de sentir una náusea inexplicable, pero desapareció en unos segundos, fue extraño. Desde pequeña había tenido problemas estomacales, así que no le dio importancia al malestar.
En ese momento, el cliente de Cecilia regresó. Después de confirmar varias veces que Adriana no tenía problemas con el estómago, volvió a conversar con su cliente, mientras ella tomó un taxi de regreso a la villa.
Apenas atravesó por la puerta, su teléfono vibró. Contestó: “¿Hola?”
“Adriana.” La voz de Rodrigo sonaba con un enfado contenido. “¿Qué le dijiste a Fabiana esta
tarde?”
Adriana se detuvo un momento, quitándose los zapatos: “Nada en especial, ¿por qué?”
“Tuvo que ser hospitalizada por contracciones uterinas.” Dijo Rodrigo. “Estuvo a punto de perder
el bebé .”
La mano de Adriana se detuvo y sintió que le temblaba el cuerpo. Le tomó varios segundos recuperar su voz: “¿Está en el Hospital de la Cruz Roja? Envíame el número de habitación.”
El Hospital de la Cruz Roja era el hospital más cercano a aquella cafetería. Fabiana probablemente estaría allí, así que Adriana preguntó por la habitación.
Poco después, recibió una respuesta afirmativa de Rodrigo. Volvió a tomar las llaves y salió directamente. Quería aclarar las cosas frente a ellos. No era su deseo evitar el divorcio, era una exigencia de Eric, y quería que Fabiana dejara de molestarla.
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Capitulo 10
En el Hospital de la Cruz Roja, Adriana tocó la puerta de la habitación. Desde dentro se escuchó un “adelante“, así que entró. Fabiana estaba recostada sobre la almohada, y Rodrigo estaba a su lado, formando un cuadro de armonía y felicidad.
El corazón de Adriana se estremeció, como si le hubieran clavado una aguja. Apretó con fuerza el marco de la puerta y se acercó a la cama.
“Has venido.” El rostro de Rodrigo era frío.
Adriana asintió con la cabeza y estaba a punto de hablar cuando Fabiana, con el rostro pálido, se incorporó ligeramente y dijo: “Srta. Noriega, lamento haberla malinterpretado antes.”
Adriana frunció el ceño: “¿Qué quieres decir?”
Fabiana la miró con arrepentimiento. “Después de hablar contigo lo pensé bien. Eric debió elegirte para el matrimonio porque vio que tienes un buen carácter, así que debes ser una buena persona, ¿cómo podrías estar aferrada a Rodrigo? Mis contracciones no tienen nada que ver contigo, el médico dijo que probablemente fueron causadas por el café, ya le he explicado todo a Rodrigo.”
Dicho eso, Fabiana se recostó de nuevo. Aunque estaba débil, su expresión era de felicidad. Los dedos de Adriana se cerraron en un puño, esa sensación era como golpear una almohada de algodón. Miró a los ojos de Fabiana, unos ojos que parecían débiles e inocentes. Era como una doble cara, proyectando inocencia, pero ¿por qué hacía eso?
Pronto, Adriana lo entendió. Sin duda, Fabiana estaba preocupada por si la había grabado, por eso había decidido adelantarse y hablar de esa manera. Mientras pensaba en una solución, una mujer de mediana edad, vestida de manera sencilla, que estaba sentada en el sofá, se levantó y algo agitada, dijo:
“¡No es porque el café te cause contracciones! Has estado tomando café todos estos días, ¿por qué no tuviste contracciones antes y justo hoy sí?”
“Claramente fue porque la amiga de esa mujer te llamó la otra y te lanzó café caliente, fue esa conmoción la que te causó las contracciones y el sangrado…”
“¡Mamá!” Fabiana la interrumpió, mirando a Rodrigo con una expresión algo incómoda.
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