Capítulo 135
Eric también bajó las escaleras y se sentó en la silla principal, mirando con desagrado a Fabiana, quien estaba manejando la situación con habilidad en el sofá. Su rostro reflejaba su descontento.
Al ver llegar a Adriana, Eric finalmente mostró una sonrisa y la llamó con un gesto: “Adri, ven aquí. Han pasado unos días desde la última vez que nos vimos, y ya te he echado de menos. Déjame verte.”
Cuando Adriana se acercó, Eric la recibió con entusiasmo, lo cual hizo que Fabiana, que estaba siendo tratada de manera diferente, se quedara helada. Sin embargo, al recordar lo que estaba por suceder, sus labios se curvaron en una sonrisa irónica.
“Abuelo, aquí estoy,” saludó Adriana, dirigiéndose hacia Eric antes de volverse hacia Fabiana y preguntar con frialdad: “¿Para qué me llamaste?”
“Sí, si tienes algo que decir, dilo de una vez.” Agregó Eric con impaciencia.
Ese día, Joel había traído nuevamente a esa mujer, lo cual enfureció a Eric al punto de querer echarla de una patada. Pero, ella mencionó que tenía un anuncio importante que hacer y poco después, sus familiares comenzaron a llegar uno tras otro, era evidente que todo ese alboroto era obra de ella, así que Eric no podía evitar mostrar su irritación.
“Abuelo, esperaré a que llegue Rodrigo para anunciarlo. Está en camino, no tardará.” Dijo Fabiana con una sonrisa discreta, satisfecha de tener el control sobre la llegada de Rodrigo, lo
cual irritó aún más a Eric.
Justo en ese momento, como si lo hubiesen invocado, la puerta se abrió y Rodrigo entró. Saludó con la cabeza a su abuelo, sin prestar atención a Adriana, se acercó a Fabiana y le preguntó: “¿Qué pasa?”
Fabiana le susurró algo, luego se dirigió a los miembros principales de la familia Suárez, diciendo: “He reunido a todos aquí para anunciar algo importante. Pero antes, me gustaría que escuchen una grabación.”
Al escuchar eso, Adriana tuvo un mal presentimiento y quiso detenerla, pero Fabiana ya había sacado su teléfono y comenzó a reproducir la grabación.
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“¡Sí, te pegué! No me quejé cuando supe del hijo ilegítimo, ¿con qué derecho me juzgan a mí por estar con otro hombre?
Es un matrimonio por contrato, entonces ambos tenemos la libertad de hacer lo que queramos sin interferir el uno con el otro, así que incluso si tengo otro hombre, ¿qué importa?
Piensa lo que quieras, al fin y al cabo, ese dinero ya es mío y tus celos no sirven de nada.”
Las tres frases se reprodujeron de corrido, sin pausas, claramente dichas en un solo aliento y todos reconocieron la voz, era sin duda la de Adriana.
La familia Suárez quedó conmocionada, mirando a Adriana como si de repente fuera una
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extraña. Ella también estaba atónita, incapaz de creer lo que escuchaba.
Esas palabras las había dicho el día anterior, pero no en ese orden. Se habían omitido muchos detalles y giros, distorsionando completamente el significado que quería transmitir.
De repente, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y gritó: “¡Fabiana! ¿Qué pretendes?”
Fabiana la ignoró, guardó su teléfono y se dirigió a la familia Suárez con un aire de leve victimismo. “Lo que quería anunciarles hoy es precisamente esto. En realidad, la Srta. Noriega ha estado viendo a otro hombre durante su matrimonio con Rodrigo. Además, se ha negado a divorciarse de Rodrigo con el objetivo de quedarse con el patrimonio de la familia Suárez y planea usarlo para disfrutarlo con otro hombre.”