Capítulo 17
Adriana apretó los puños con fuerza, las palabras de Fabiana hicieron que la ira subiera por su interior como fuego, sintiendo que su pecho iba a explotar.
Miró directamente a los ojos de Fabiana y dijo lentamente: “Me importa, ¡me importa mucho, muchísimo!”
Fabiana se quedó visiblemente sorprendida, como si no hubiera esperado que Adriana respondiera de esa manera, siempre la había considerado una persona débil.
El enojo de Adriana estaba a punto de hacerla estallar, pero mordió su labio con fuerza y obligándose a calmarse, dijo: “Señorita Martínez, sabiendo que Rodrigo tiene esposa, lo llamas ‘cariño‘ en público, ¿en qué se diferencia eso de la actitud de una amante? Dices que lo hiciste por haber cometido un error frente al director, pero es normal que los actores se equivoquen y más aún, si fue porque te sentías mal físicamente. El director no te habría regañado, ¿verdad? ¡Tú sabías todo eso! Entonces, le gritaste ‘cariño‘ a Rodrigo delante de todos porque querías hacerlo. Si hiciste algo tan descarado, ¿no podrías simplemente admitirlo? Sin embargo, no solo no lo admites, sino que vienes aquí fingiendo que no me importa, ¿no te parece hipócrita?”
La furia se reflejaba en las pupilas de Fabiana, pero no pudo decir nada por un momento. Sin embargo, en cuestión de segundos, su enojo se desvaneció y adoptó una apariencia vulnerable y lastimera. Se acercó a Adriana y mirando más allá de ella llamó: “Rodrigo…”
Adriana se alarmó, giró la cabeza y vio a Fabiana recostándose en el pecho de Rodrigo, como
si acabara de ser maltratada.
Rodrigo inmediatamente la tomó del brazo, preguntando con preocupación: “¿Qué te pasa, sigues sintiéndote mal?”
Fabiana lo miró con tristeza y respondió: “Sí, todavía me siento un poco mareada y además, la Srta. Noriega me acaba de gritar.”
“¿Le gritaste?” Rodrigo miró a Adriana, con una frialdad en sus ojos.
Esa frialdad hirió a Adriana, sintió que su corazón se congelaba, como si estuviera sumergido en agua helada, sin poder recuperarse. No obstante, conteniendo el dolor en su pecho, miró a Fabiana y dijo: “¡Sí, le grité!”
Su actitud firme no era lo que Fabiana había imaginado. Pensó que Adriana se defendería y ya había planeado su respuesta, pero lo admitió sin más.
“Dices que no eres la tercera en discordia, pero llamas ‘cariño‘ a mi esposo frente a todos. ¿Qué es eso si no? Actúas como una descarada, luego pretendes ser inocente y, ¿no quieres que te digan nada? Y tú…” Adriana se volvió hacia Rodrigo, mirándolo con rabia. “No me importa lo que pienses, pero legalmente tu esposa no es Fabiana, ¡soy yo! Ella te llamó ‘cariño‘ y tú lo permitiste, ¿acaso estás de acuerdo con ella?”
Después de esa declaración, el rostro de Rodrigo se tornó frío, sus ojos oscuros y aterradores,
Capitulo
su presencia se volvió intimidante.
El corazón de Adriana latía con fuerza, retrocedió dos pasos, les lanzó una mirada furiosa a ambos y salió corriendo. Enfrentar a Fabiana y Rodrigo de esa manera fue un alivio, pero luego sintió un poco de arrepentimiento, ¿se vengarían de ella?
Aunque se sintió mejor, todavía tenía una espina clavada en su corazón. Pensó que mientras no pudiera olvidar a Rodrigo, esa espina seguiría ahí, ¿cuándo podría sacarla?
“¡Clap, clap, clap!” En ese momento, el sonido de aplausos la sorprendió. Adriana se giró y vio a un hombre alto entrando en la sala de descanso aplaudiendo.
Luego, el hombre se apoyó casualmente contra la pared, con una expresión relajada en su atractivo rostro, le dio un pulgar arriba: “Bien hecho, ¿ahora no te dejas pisotear?”
¿lván? ¿Por qué estaba allí y por qué decía esas cosas? ¿Acaso Iván había escuchado cuando ella discutía con Rodrigo y Fabiana hace un momento?
Adriana sintió un destello de incomodidad en su rostro, por suerte, llevaba una máscara y él no lo pudo notar.
Murmuró en voz baja “No tiene nada que ver contigo” y de inmediato salió por la puerta trasera
del área de descanso.
El breve encuentro con Iván no causó mucha conmoción emocional en Adriana, continuó observando la filmación en el set y después de que su parte terminó, regresó a casa.
Al llegar, subió las escaleras y justo cuando se disponía a volver a su habitación, Rodrigo la
detuvo.
En su rostro atractivo había una capa de frialdad, una presencia autoritaria que le dificultaba respirar cuando dijo con indiferencia: “Hablemos“.
10.30