Capítulo 172
Además, la presión que Rodrigo traía consigo era demasiado intensa, totalmente diferente a cuando enfrentaba a César. Así fue como el hombre la forzó a sentarse en el asiento del
copiloto.
Una vez que Rodrigo también se sentó, Adriana bajó la cabeza y aferró la correa de su bolso mientras preguntaba. “¿Qué asunto tiene que tratar conmigo?”
Él no dijo nada, simplemente giró su rostro hacia Adriana y la observó.
El interior del auto, siendo un espacio reducido, hizo que la atmósfera se volviera un poco ambigua, especialmente después del beso que compartieron el día anterior. Por suerte, el uso de la mascarilla ocultaba su rostro sonrojado, así que Adriana trató de mantener la cabeza baja para que Rodrigo no notara su nerviosismo.
Sin embargo, él permanecía en silencio, perdido en sus pensamientos, por lo que ella levantó la mirada y le dio un vistazo rápido.
Él tenía pocas marcas de golpes en el rostro, solamente una sombra azulada en la comisura de su boca, que se destacaba más por su piel clara, pero esa imperfección no hacía mella en su atractivo, sino que le añadía un toque de misterio. No obstante, por muy apuesto que alguien fuera, quedarse mirándote sin decir nada era bastante inquietante.
Adriana retrocedió un poco y volvió a preguntar: “Repito, ¿Sr. Suárez, qué asunto quiere hablar conmigo?”
¿Usted? ¿Por qué cambiar a un tono más formal de repente? ¿Dónde quedó ese ímpetu de la noche anterior cuando le dio una bofetada?
Rodrigo se inclinó hacia adelante, apoyando una mano en la puerta del copiloto.
Al ver su rostro acercarse repentinamente, los malos recuerdos del día anterior inundaron la mente de Adriana, quien asustada, se pegó a la puerta del auto: “¡Sr. Suárez!”
Rodrigo se detuvo. Sus ojos oscuros la observaron por unos segundos más, pero luego, como si hubiera perdido el interés, se retiró hacia su asiento.
Adriana finalmente pudo respirar aliviada. El ambiente dentro del automóvil era asfixiante y un silencio mortal los envolvía, haciéndole sentir que incluso podía escuchar los latidos del corazón de Rodrigo. Ya que él se había apartado, ella se atrevió a respirar profundamente de
nuevo.
“Termina con Iván.” De repente, Rodrigo soltó esas palabras.
Adriana se quedó atónita.
“Termina con él y yo me divorciaré de ti.” Añadió.
Eso enfureció a Adriana, aunque todavía le temía al hombre frente a ella, no pudo evitar
preguntarle: “Sr. Suárez, ¿por qué me hace esta petición? ¿Por qué no termina usted con
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Fabiana Martínez?”
“Lo mío con Fabiana es diferente.”
Él tenía una deuda de gratitud con Fabiana. Aquella noche fue drogado y fue Fabiana quien lo salvó, sacrificando su propia dignidad, e incluso quedó embarazada de él, así que no podía dejarla de lado. Por eso, su relación con Fabiana no era la misma que la de Adriana con Iván.
Las palabras de Rodrigo enfurecieron aún más a Adriana, quien apretó sus labios con fuerza. ¿Por qué Rodrigo le pedía eso? ¿Acaso temía que la gente dijera que su divorcio fue porque ella lo engañó y, por lo tanto, se burlaran de la familia Suárez?
Eso no sucedería.
La relación de Rodrigo con Fabiana ya era casi un secreto a voces, si alguien iba a ser objeto de burlas, sería ella, no Rodrigo. Pensando en eso, Adriana se llenó de ira, pero temía exteriorizar esos sentimientos, así que permaneció en silencio, con los labios apretados.
Al verla callada, Rodrigo asumió que aún no había tomado una decisión, así que no la presionó más y arrancó el auto para llevarla al set de filmación.
Cuando llegaron, Adriana bajó del auto y caminó lentamente hacia el plató, el viento frío la despejó un poco.
Rodrigo le había pedido que terminara con Iván. Independientemente de si lo hacía porque temía que se burlaran de la familia Suárez
él había dicho que sólo necesitaba hacer eso para
que se divorciaran. Entonces, ¿por qué iba a aferrarse al orgullo?
Lo más urgente era divorciarse de Rodrigo, lo antes posible.
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