Capítulo 21
“¿Qué?” Joel no esperaba que Adriana se atreviera a responderle de esa manera y enfurecido, exclamó: “¿Cuándo te volviste tan agresiva? ¿Dónde quedaron tus modales?”
Adriana soltó una risa sarcástica y respondió: “Mis modales están intactos, pero parece que a ti nadie te enseñó cómo comportarte. A tus veintitantos años, aun no sabes decir una palabra decente, me pregunto cómo creciste así.”
Sus palabras también ofendieron a Izan y Lorena, quienes a pesar de estar furiosos, curiosamente no se atrevían a decir nada. ¿Sería porque Rodrigo estaba cerca?
Joel también se dio cuenta de eso y enojado, dijo: “Adriana, ¿solo porque mi primo está a tu lado, te atreves a ser tan descarada? Te lo digo, no eres rival para Fabiana, la novia anterior de mi primo. ¡No la superas en nada! ¡Algún día, él te dejará y se casará con Fabiana!”
Joel era un admirador incondicional de Fabiana, cosa que Adriana no sabía antes, pero ahora se daba cuenta. Sin embargo, no podía refutarlo, probablemente Rodrigo pensaba lo mismo y si lo desmentía, sería como poner en ridículo a su esposo, algo que no se atrevía a hacer.
En ese momento, Rodrigo miró fríamente a Joel, con una mirada sombría. “Ella tiene razón, no tienes modales. ¿Cómo fue que te convertiste en esto?”
Sus primos no parecían estar a la altura, realmente deshonraban el apellido Suárez.
Joel no se sintió contento al escuchar eso y protestó: “¡Primo, estás defendiendo a una
extraña!”
Con ese “extraña,” claramente se refería a Adriana, quien lo miró con frialdad, mientras Rodrigo fruncía el ceño y parecía a punto de hablar, pero Adriana se adelantó: “¿Soy una extraña? ¿Quieres decir que todas las mujeres que se casan con hombres de tu familia son extrañas? ¿Imaginas lo dolida que está tu madre al escuchar eso?”
Al decir eso, miró a Lorena con simpatía, cuyo rostro de Lorena se oscureció visiblemente.
Al escuchar eso, Joel se puso tenso y trató de explicarse: “¡No me refería a eso! ¡Mamá, no es lo mismo! Mamá, por favor no lo tomes a mal…”
“Basta.” El rostro de Rodrigo se volvió completamente severo, interrumpiéndolo.
Claramente estaba de mal humor, así que el aire a su alrededor parecía congelado. Joel no se atrevió a seguir hablando.
Con una expresión sombría, Rodrigo ordenó con voz grave: “Sal de aquí, vuelve cuando aprendas a hablar.”
El cuerpo de Joel se tensó, una mezcla de ira y vergüenza lo invadió; toda esa humillación se la atribuía a Adriana, por lo que deseaba poder golpearla. Por alguna razón, ese día su primo parecía estar hechizado y no lo apoyaba, sino que defendía a Adriana, una extraña. No obstante, sin atreverse a desobedecer las órdenes de su primo, tuvo que salir avergonzado.
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Capitulo 21
Después de que Joel se fue, la reunión continuó y Adriana soltó un suspiro de alivio. Era la primera vez que se enfrentaba a alguien de la familia Suárez. Aunque parecía calmada, en realidad estaba bastante asustada. Afortunadamente, todo había terminado.
Rodrigo tomó una copa de vino tinto, dio un sorbo y miró a Adriana. Siempre había pensado que era una persona muy amable, así que no esperaba que pudiera ser tan combativa cuando la provocaban, lo cual lo sorprendió.
Solía escuchar a César describir a Adriana como una persona callada y fácil de intimidar, esa era la imagen que tenía en su mente. Francamente, aunque nunca le había parecido que esa clase de personas fueran un peligro para la sociedad, siempre había sentido desprecio por ellas, ya que si alguien no se atreve a defenderse cuando es maltratado, ¿qué puede lograr en
la vida?
Pero, aunque Adriana era callada, se atrevía a defenderse cuando era provocada y lo hacía con precisión, también sabía cuándo detenerse; esa era una cualidad realmente valiosa. Descubrió que, sin darse cuenta, había comenzado a estudiar nuevamente a Adriana, observando fijamente sus ojos ligeramente alargados, eran realmente seductores y cautivadores.
“Te acabo de ayudar, ¿no me vas a dar las gracias?”
De repente, Rodrigo le reprochó, sin saber por qué.
Él la miraba fijamente a los ojos, sin querer perderse ningún gesto de ella. Adriana llevaba años usando mascarilla, así que era difícil percibir las emociones en su rostro; solo podía
adivinarlas a través de sus ojos.