Capítulo 225
Apenas había dado dos pasos hacia adelante, cuando de repente, un crujido resonó en el aire. Se asustó y al bajar la mirada vio una grieta que se abría justo frente a sus pies.
En ese instante, el corazón casi se le subió a la garganta, sin pensarlo, se dio la vuelta y comenzó a correr en dirección contraria. Pero fue inútil, el camino por donde había venido también se había abierto en una enorme grieta, oscura y sin fondo, como si una gran mano estuviera a punto de salir para arrastrarla.
Adriana estaba tan aterrorizada que quiso gritar, pero antes de que pudiera hacerlo, las piedras comenzaron a caer a su alrededor. De repente, perdió el equilibrio y cayó al vacío.
Más adelante, cuando Adriana recordara el momento de la caída, su corazón aún latiría con fuerza por la angustia que sintió ante el peligro.
Pero en ese momento, solo sabía que mientras caminaba, el suelo bajo sus pies se abrió de repente y cayó. Luego sintió un dolor agudo en su trasero, como si se le fuera a partir en dos, lo que indicaba que había aterrizado de forma segura sin el fatal desenlace que temía, así que con un pequeño suspiro de alivio, abrió los ojos para observar a su alrededor.
Todo estaba oscuro, no podía ver dónde se encontraba, solo una pequeña luz destellaba arriba, proveniente de la grieta de aproximadamente medio metro de ancho por dos o tres metros de largo.
Tanteó el suelo con la mano; estaba lleno de terrones de tierra. Luego golpeó con el puño dos veces; al no escuchar el sonido hueco característico, se tranquilizó pensando que no había un vacío bajo ella y que no seguiría cayendo. Una vez asegurada su situación actual, Adriana se levantó, mirando con temor el panorama oscuro que la rodeaba. No sabía dónde estaba, ¿era un sótano excavado y tapado de nuevo? ¿O un fenómeno natural, como una cueva?
El lugar estaba tan oscuro que no se atrevía a explorar el tamaño de ese “sótano“, temía que al extender la mano, una gran boca surgiera de la oscuridad y la mordiera. Palpó su teléfono móvil, que por suerte, no se había roto, y sintió un alivio momentáneo antes de intentar hacer una llamada de auxilio. Pero al ver el porcentaje de batería restante, abrió los ojos de par en par, por la sorpresa. ¿Cómo podía quedarle solo un uno por ciento de batería?
De pronto, recordó que había estado disgustada con Iván todo el día, y cada vez que se enojaba, se deprimía y no quería hacer nada, ni siquiera cargar su teléfono. Así que había salido sola, con un teléfono casi sin batería. En ese instante, Adriana deseó poder golpearse por su imprudencia.
¡Qué tonta había sido!
El teléfono vibró de repente y apareció una llamada entrante de Rodrigo en la pantalla, lo que hizo que Adriana abriera los ojos con asombro.
¿Por qué Rodrigo la llamaba en ese momento?
No tenía tiempo para pensar en eso, ya que no sabía cuánto tiempo duraría ese uno por ciento
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Capitulo 225
de batería; tal vez al pulsar el botón de respuesta, el teléfono se apagaría por la falta de batería, o incluso podría apagarse antes de que pudiera responder.
Afortunadamente, aún conservaba un poco de cordura y sabía que no debía perder tiempo, así que inmediatamente presionó el botón de respuesta y gritó en el teléfono: “¡Estoy en el Jardín de Rocas, ven a rescatarme!”
“¿Qué?” La voz de Rodrigo sonaba algo distorsionada, posiblemente debido a la mala señal en ese lugar.
Adriana tomó aire y tratando de mantener su dicción clara con un volumen lo suficientemente alto, continuó: “Estoy en el Jardín de Rocas, hay una gran grieta, estoy en el fondo de la grieta, por favor, ven a salvarme…”