Capítulo 241
Joel parecía dispuesto a salir corriendo para detenerlos, pero Rubén se acercó y lo detuvo. “No te metas, los menores no deben interferir con los adultos.”
“Rubén, ¿tú también piensas así?” Joel estaba furioso. “¡Fabiana está esperando un hijo suyo! Esto es una traición, ¿cómo puede hacer algo así?”
“¿Traición durante el embarazo?” Rubén dejó escapar una sonrisa fría. “¿Estás diciendo que Fabiana y él son pareja?”
“¡Por supuesto!” Exclamó Joel. “¡Ya tienen un hijo juntos! ¿Cómo no van a ser pareja?”
El rostro de Rubén se volvió serio, en esos momentos, su presencia se sentía imponente.
“Te pregunto, ¿tu primo ha reconocido a Fabiana alguna vez?”
Esa pregunta dejó a Joel sin palabras. Su rostro se ensombreció y no pudo articular palabra
durante un rato.
Rubén le dio una palmada en el hombro y suavizó su tono un poco: “Está bien, no te metas en sus asuntos. Mejor sigue disfrutando de tu bebida. Tu primo ya es un adulto y sabe lo que
hace.”
Dicho eso, Rubén lo arrastró de vuelta.
Joel regresó al sofá, pero de repente, recordó algo, se levantó de un salto, asustando a la chica que estaba intentado acercarse a él.
“¡No puede ser! ¡Debo encontrar a Fabiana!” Decidido, se fue sin mirar atrás.
Rubén observó su figura mientras se alejaba, frunció el ceño, luego negó con la cabeza antes de seguir bebiendo.
Joel había llegado en coche, pero como había bebido no podía conducir, así que llamó a un chofer de la familia Suárez para que lo llevara al apartamento de Fabiana. Unos minutos después, Fabiana y él estaban sentados en el asiento trasero del coche. Joel tenía un gesto de preocupación, y ella parecía aún más perturbada.
Le dijo al conductor: “Llévanos al hotel junto al Club Mar Azul, deberían estar allá.”
“Claro, señor.” Respondió el conductor con respeto.
Mientras el coche arrancaba, Joel se giró hacia Fabiana y le dijo: “No te preocupes,. Confío en que mi primo no te haría algo así.”
Fabiana esbozó una sonrisa forzada y dijo “estoy bien.”
Antes de girar la cabeza, apretando los labios, agarró la falda con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos, casi podía oírse el rechinar de sus dientes. Había estado cuidándose de Adriana todo ese tiempo, pero nunca esperó que las cosas se desarrollaran así; fue un grave error de cálculo. Observando el paisaje que pasaba rápidamente por la ventana, una sombra
oscura nubló su mirada.
Así, el coche llegó al hotel mencionado por Joel. Al bajar, se dirigieron directamente a la recepción y Joel preguntó: “Quisiera saber si el presidente del Grupo Suárez, Rodrigo Suárez, llegó aquí con una mujer hace media hora. ¿Podría darme su número de habitación?”
“Lo siento, no tenemos registro del Sr. Suárez aquí, y no podemos divulgar la privacidad de nuestros clientes…”
“¡Bang!”
Impaciente, Joel arrojó una tarjeta sobre el mostrador, interrumpiendo al recepcionista.
“Soy el primo de Rodrigo, dame su número de habitación.”
La tarjeta era su identificación mostrando que se apellidaba Suárez. El recepcionista la tomó y al verla, su expresión se tornó incómoda.
“Esto… Sr. Suárez, realmente no podemos revelar la privacidad de nuestros huéspedes. Por favor, comprenda.”
Aunque Joel tenía un estatus distinguido, el de Rodrigo era aún más elevado. ¿Cómo podrían atreverse a quebrantar su privacidad tan fácilmente?
Joel estaba desesperado. ¿Por qué ese recepcionista tenía que ser tan obstinado?
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