Capítulo 261
Aunque esas palabras no tenían nada de malo, al decirlas en una boda fue un poco inapropiado y por un momento, el público se quedó en silencio. Sin embargo, Cecilia no lo consideró un problema y mantuvo su sonrisa mientras miraba a Adriana.
Ella tomó el ramo de flores y le dio un abrazo a Cecilia, diciendo: “Ceci, que siempre seas feliz y nunca olvides amarte a ti misma.”
En una boda típica, el maestro de ceremonias suele bromear un poco con las damas de honor. Pero él sabía que esa dama de honor era la exesposa del Sr. Suárez, y lo más sorprendente era que él también era el padrino. Así que no había manera de bromear al respecto, por ende, el maestro de ceremonias dijo un par de palabras sencillas antes de pedirle a Adriana que bajara
del escenario.
La ceremonia terminó rápidamente, y Cecilia levantó su vestido de novia para bajar del escenario. Adriana se apresuró a ayudarla con el vestido y junto con el equipo de planificación de bodas, regresaron al cuarto de la novia. A continuación, se cambiarían a los vestidos para el brindis e iban a ajustar sus peinados antes de salir junto al novio, para recibir a los invitados.
“Knock, knock, knock.” Se escuchó un golpeteo en la puerta.
La maquilladora acababa de ayudar a Cecilia a cambiarse de ropa y preguntó quién era. Afuera, se escuchó la voz de Rubén, por lo que fue a abrir la puerta.
Rubén entró con paso firme, sin mirar a la maquilladora ni a Adriana, que estaba sentada en el sofá, luego dijo: “Salgan, necesito hablar con mi esposa.”
Rubén vestía un traje gris y llevaba un peinado discreto pero elegante, luciendo muy atractivo. Sin embargo, su presencia era fría y parecía casi amenazante, no apartó la mirada de Cecilia desde que entró, como si nadie pudiera interponerse en su camino.
Cecilia, por otro lado, se mostró tranquila y serena, mirando a Adriana a través del espejo y diciéndole: “Adri, pronto nos peinarán, el tiempo es justo y ahora no quiero hablar.”
“Está bien.” Ella comprendió de inmediato y se levantó, acercándose a Rubén.
“Sr. Iglesias, por favor salga, Ceci necesita cambiarse de peinado.”
Rubén apretó los puños, sus ojos casi echaban chispas.
Habían pasado varios días y Cecilia seguía sin querer hablar con él, ni siquiera quería verlo. ¿Qué pretendía?
“Salgan todos,” repitió Rubén. “Hay tiempo de sobra para cambiarse de peinado.”
“Pero Ceci no quiere hablar con usted ahora,” replicó Adriana, sin rodeos. “Sr. Iglesias, por favor salga.”
La franqueza de Adriana hizo que el ambiente se tornara incómodo de inmediato, y la
maquilladora, que nunca había presenciado una escena así, se encogió en un rincón sin
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Capítulo 261
atreverse a decir nada.
El rostro de Rubén se contorsionó, sin entender qué estaba sucediendo. Unos días atrás todo iba bien, ¿cómo podían estar así justo antes de la boda? De hecho, ya estaban casados.
No dijo nada más, pero tampoco se movió de su lugar.
Adriana lo pensó un momento y decidió empujarlo suavemente de los hombros hasta sacarlo
de la habitación.
Rubén la miró con incredulidad, tambaleándose hacia la puerta, al sostenerse del marco, preguntó: “¿Qué estás haciendo?”
Adriana solía tenerle miedo, pero en sus últimos encuentros, por diversas razones, no había salido perdiendo, y ya no le temía tanto a Rubén. Bajando la cabeza, dijo: “Quiero que salga, pero como no lo hace, tuve que recurrir a este método. Lo siento.”
Al terminar, cerró la puerta de golpe, dejando a Rubén con una expresión de incredulidad en el pasillo, sintiendo una gran tentación de romper la puerta de un puñetazo.
