Capítulo 33
Adriana se detuvo en la entrada del pasillo. Rememoró el sonido que acababa de oír, incrédula, con los ojos muy abiertos.
Al siguiente instante, alguien le agarró el brazo y la obligó a darse la vuelta. El hombre se quitó las gafas de sol, revelando unos ojos llenos de ira, al exclamar enojado: “¿Por qué me pegaste? ¡Duele mucho!”
Adriana estaba completamente sin palabras. Le devolvió el agarre al hombre y arrastrándolo a un pasillo desierto, le gritó en voz baja: “Iván, ¿estás loco o qué? ¡¿Por qué me estás siguiendo?!”
No podía creer que la persona que la había estado siguiendo todo el camino era Iván. A pesar de que Adriana había sufrido un accidente que le dejó con cicatrices durante años, siempre mantuvo una buena figura y había tenido que enfrentarse a ciertos acosos, lo que la hacía especialmente sensible a esas situaciones, de ahí su enojo.
Iván se quitó la mascarilla y con toda la razón del mundo, preguntó: “¿Quién te sigue? Yo solo estaba regresando a casa, más bien, ¿qué haces tú aquí sin razón? ¡Tú no vives aquí!”
“Yo vivo aquí.”
Iván quedó totalmente aturdido con esa respuesta. Un momento atrás, al ver a Adriana entrar al edificio donde él vivía, pensó que tal vez ella estaba allí disculparse, pero resulta que
también vivia allí.
Adriana vio la mirada decepcionada de él y sin poder evitarlo, le explicó la razón por la que había alquilado ese lugar mientras subian las escaleras. Entonces, ambos se dieron cuenta de que no solo vivían en el mismo edificio, sino en el mismo piso, justo frente a frente.
Cuando estaban a punto de entrar, Iván le agarró el brazo de nuevo y con toda confianza dijo: “Me pegaste sin razón, quiero una compensación. ¡Invítame a comer!”
Adriana lo miró con desden, abrió la puerta con la llave y como solía decir en su infancia, replicó: “Adelante, adelante, no te hará falta mi comida.”
Iván la siguió sonriendo, ambos entraron en la cocina a lavar los vegetales juntos.
En ese momento, el teléfono de Adriana sonó, miró la pantalla y sorprendida, contestó: “¿Hola, hay algún problema?”
‘Señora,” La voz de César al otro lado, sonaba muy respetuosa. “¿Tiene tiempo ahora? El Sr. Suárez tiene hambre, y le gustó mucho la pechuga de pollo a la plancha con quinoa y vegetales al vapor que solia preparar. ¿Podría prepararla y traerla?”
¿Rodrigo quería comer su comida de nuevo?
Aunque César no lo dijo directamente, era evidente que Rodrigo, de alguna manera, había expresado ese deseo. De lo contrario, su asistente no habría sido tan atrevido al pedirlo. Adriana estaba un poco aturdida, sin saber qué hacer.
19:53
Capítulo 33
En ese momento, Iván le arrebató el teléfono y con voz fría dijo: “No, ella no tiene tiempo.”
Después colgó directamente.
Adriana no se molestó con Iván por arrebatarle el teléfono, principalmente porque ella misma quería rechazar a César, sin embargo, le dio un leve golpe: “¿Qué haces? ¡Arrebatando mi
teléfono así!”
Adriana estaba un poco distraída, todavía pensaba en lo que César había dicho. ¿Por qué Rodrigo quería que ella cocinara? Anteriormente, hubo una vez que Rodrigo quiso que le preparara la sopa de paloma, por lo que ella se había extrañado.
¿Sería que después de tres años, en la mente de Rodrigo, ella representaba una imagen de ama de casa y por eso quería que cocinara? ¿Qué pensaba que era ella, una chef? ¿O una sirvienta? Pensando en eso, Adriana apretó los dedos y deformó las verduras.
Por otro lado, César miraba el teléfono, con la mirada perdida, completamente atónito.
212
