Capítulo 374
Celeste abrió los ojos de par en par y temblando de ira, señaló a Adriana, diciendo “¡Oye!” repetidas veces, pero sin poder articular una frase completa.
La familia Suárez era una de las familias más influyentes de Solara. Aunque en los últimos años había sufrido varios reveses con su esposo, su estatus seguía siendo muy respetado, y nunca había sido tratada de esa manera.
Avanzó unos pasos y exclamó con dureza: “¿Adriana, te atreves a desearme la muerte? ¡Eres una maldita..!”
“Sra. Suárez, si sigue insultándome, no me culpe por no ser cortés.” La interrumpió Adriana con firmeza, al ver que estaba a punto de seguir con sus insultos.
Adriana no tenía intención de aguantar su mal carácter, y Celeste se dio cuenta de la verdadera naturaleza de la chica que había subestimado. Aunque todos afuera decían que Adriana tenía una personalidad dócil y fácil de manipular, en realidad, ¿dócil? ¡Bah! Era una tigresa.
Celeste dejó de lado cualquier preámbulo y con los ojos entrecerrados, dijo: “Vine a advertirte, deja de ir a la casa de la familia Suárez. Ya no tienes relación con nosotros, y seguir viniendo a nuestra casa es inaceptable.”
Últimamente, Celeste había estado visitando la casa familiar de vez en cuando, y cada vez, les preguntaba a los sirvientes si Adriana había estado allí.
Al enterarse de que Adriana visitaba la casa de los Suárez incluso más que ella, Celeste se enfureció. Por eso, aunque dijo que iba a ver a Fabiana, en realidad su principal objetivo era confrontar a Adriana.
Adriana no tenía miedo en absoluto y respondió sin rodeos: “Sra. Suárez, parece que ha olvidado lo que se dijo aquel día. El abuelo es el verdadero cabeza de la familia Suárez. Si él me permite ir, iré. ¿Qué tiene que ver con usted? ¿Con qué derecho me pone límites?”
Celeste sabía que esa joven descarada le volvería a faltar el respeto, por lo que apretó los dientes con fuerza, sus ojos estaban fríos como el hielo.
“No me harás caso, ¿verdad? ¿Crees que no puedo difundir que sigues persiguiendo a mi hijo y arruinar tu reputación? Cuando tu nombre esté en ruinas, ¡no podrás seguir viviendo en Solara!” Adriana no era una niña de tres años, así que no prestó atención a sus amenazas. Se rio fríamente y la retó: “¡Adelante, hágalo! ¿Cree que no le contaré a Rodrigo que ha venido a mi camerino para hacer un escándalo? ¿Qué cree que hará Rodrigo cuando se entere?”
Celeste no podía creer que esa joven descarada mencionara a su hijo, desafiando sus límites.
Abrió los ojos con furia: “¿Te atreverías?”
“¡Pruébeme y verá si me atrevo!”
18:30
A veces, Adriana pensaba que debía agradecer a Celeste, Joel, y a todas las personas que
alguna vez la acosaron. Gracias a ellos, había mejorado su habilidad para defenderse, y ahora podía responder con firmeza cuando la acosaban.
Celeste no podía creer lo audaz que se había vuelto Adriana, y el fuego de su ira seguía acumulándose en sus ojos, como una leona a punto de atacar.
De repente, se giró y salió del camerino a grandes zancadas, y desde la puerta gritó a las personas ocupadas en el set: “¿Saben algo? ¡Su guionista principal, Adriana, es una completa desvergonzada!”
La gente en el set se detuvo con asombro, mirando hacia donde estaban.
Celeste, con una mirada feroz, continuó: “Les digo que esta mujer, a pesar de estar divorciada de mi hijo, sigue yendo a nuestra casa. ¿Por qué? Claramente busca nuestro estatus y riquezas, ¡quiere quedarse con mi hijo! A pesar de que mi hijo ya tiene a alguien más, aun así, Adriana lo persigue. ¡Es una descarada!”
Celeste lanzó una serie de insultos sin preocuparse, así que los presentes en el set observaron atónitos a esa mujer, envuelta en joyas, de unos cuarenta o cincuenta años, olvidándose momentáneamente de sus asuntos.
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