Capítulo 405
Celeste se calmó un poco, presionando su pecho para dejar de sentirse enfadada, luego dijo: “Planeo que Rodrigo se case con Fabiana.”
Resulta que estaba hablando sobre su hijo. Basilio frunció el ceño y respondió: “¿Papá no quiere evitar que esa Fabiana entré a la familia Suárez?”
“Eso lo puedo manejar yo, no te preocupes.” Declaró Celeste con firmeza.
Ese día había sido insultada por Adriana, y estaba más decidida que nunca a que Fabiana se casara con Rodrigo. Si su hijo realmente se casara con esa joven que tenía un don para enfurecer a cualquiera, Celeste temía que moriría de rabia en el acto.
Basilio frunció el ceño, pensando que el plan de Celeste no era confiable. Sin embargo, como no le gustaba involucrarse en los asuntos familiares, no dijo nada más y se fue.
Celeste sabía que Basilio no se opondría, después de todo, ese hombre estaba más interesado en sus aventuras con otras mujeres que en su propio hijo. En cuanto a Eric, si él no estaba de acuerdo… Celeste dejó entrever un brillo oscuro en sus ojos.
No importaba si Eric no estaba de acuerdo, ya encontraría la manera de convencerlo.
***
Los siguientes días, Adriana estuvo escogiendo un lugar para “viajar,” es decir, donde planeaba quedarse para dar a luz.
Después de considerar muchas opciones, finalmente eligió Frescura, una ciudad situada a unos cuatrocientos kilómetros de Solara. Decidió comprar una casa allí, y una vez que la compra se concretara, se mudaría de inmediato.
Ya estaba viendo casas y al mismo tiempo, empacando sus cosas. Calculando que para cuando terminara de empacar, la compra de la casa ya estaría finalizada, permitiéndole
mudarse sin retrasos.
Esa noche, como Cecilia no tenía nada en particular que hacer, fue a ayudar a Adriana con el empaque y de paso a contarle un chisme: “Adri, ¿ya escuchaste que Rodrigo y Fabiana van a casarse?”
Adriana, que estaba doblando ropa, se detuvo un momento al oír eso, solo después de terminar de doblar cuidadosamente la prenda y ponerla en su maleta, preguntó: “¿En serio?”
“Sí,” dijo Cecilia observando la espalda de Adriana. “Escuché que Celeste ya fue a pedir la mano de su hija a los señores Martínez, y ellos aceptaron.”
Adriana apretó los labios, sintiendo un peso en el pecho que la incomodaba.
Cecilia se acercó y tomándole el brazo, dijo: “Mira, Rodrigo no es gran cosa. Hay hombres mil veces mejor que él por ahí. Después te presentaré a uno bueno.”
Adriana sabía que Cecilia solo quería animarla porque la veía triste, así que le sonrió y asintió.
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Capitulo 405
Adriana aún no había olvidado por completo a Rodrigo, pero creía que lo lograría con el tiempo. Quizás, cuando naciera su bebé, se sentiría mucho mejor. Una vez que su bebé naciera, su vida se centraría en él, y ya no tendría tiempo para pensar en cuestiones de amores y desamores.
En ese momento, sonó el teléfono de Cecilia. Al ver la palabra “Esposo“, en la pantalla, puso una expresión de fastidio.
Adriana también lo vio y preguntó: “¿Te llama Rubén?”
“Sí, voy a contestar.”
Aunque cada vez tenía menos ganas de hablar con él, aún no se habían divorciado, así que Cecilia contestó: “Dime rápido lo que tengas que decir.”
Rubén se quedó un segundo sin palabras por su rudeza, luego respondió con el mismo mal humor: “Estoy aquí afuera, esperando para llevarte a casa, baja.”
Cecilia apretó el teléfono con fuerza.
No le había dicho a Rubén que iba a visitar a Adriana. ¿Estaba siguiéndola?
“¿Me estás siguiendo?” Le preguntó furiosa.
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