Capítulo 415
En el frío viento que soplaba, la voz de Rodrigo fue extremadamente suave, como si estuviera tratando de consolarla, incluso se paró deliberadamente frente a ella para protegerla del
viento.
Adriana podía sentir su sinceridad, pero recordando la aterradora experiencia en aquella cama, le tenía un miedo y odio tan grande a ese hombre que no quería verlo ni un segundo más. Sin embargo, no había perdido completamente la razón; sabía que había salido corriendo sin su celular y que no podría llamar un taxi para volver a casa, así que se secó las lágrimas y se levantó, siguiendo a Rodrigo en silencio.
Durante el camino, él se disculpó una y otra vez, diciendo que había bebido demasiado esa noche y que había perdido el control, pero Adriana se mantuvo en silencio, sin querer escuchar una sola palabra de él.
Si no hubiese necesitado regresar a esa casa para recoger sus cosas, habría salido corriendo de inmediato. Finalmente, una vez que recuperó su celular, quiso pedir un taxi para irse, pero él insistió en llevarla a su casa.
“No vas a encontrar un taxi por aquí, además, ya es tarde. Deja que César te lleve.”
Rodrigo había bebido mucho, por lo que fue César quien los llevó hasta ese lugar. Adriana no se negó y observó cómo Rodrigo llamaba a César.
César llegó pronto, y ella subió al coche con él, pero al ver que Rodrigo también quería subir, sujetó firmemente la manija de la puerta, sin querer dejarlo entrar, con una expresión de miedo. Él sabía que su comportamiento bestial la había asustado mucho, así que resignado, soltó la manija de la puerta y le dijo a César, que estaba en el asiento del conductor: “Conduce despacio y avísame cuando la hayas dejado segura en casa.”
Estaba seguro de que Adriana no volvería a contactarlo, así que sólo podía depender de César para que le informara.
César asintió y observando la herida en la frente de Rodrigo, le preguntó con preocupación: “¿Quiere que le consiga un médico a domicilio?”
“No es necesario,” respondió Rodrigo, “Puedo vendármelo yo mismo.”
César miró las pantuflas en los pies del Sr. Suárez, la herida en su frente, y las lágrimas en el rostro de la Srta. Noriega, por lo que sintió con curiosidad acerca de qué había pasado entre ellos.
Sin decir más, pisó el acelerador y salió del vecindario, llevando a Adriana de vuelta a casa de manera segura, luego le notificó al Sr. Suárez.
Al llegar a casa, Adriana corrió al baño para ducharse, limpiando cada rincón de su cuerpo, después regresó a su habitación y se acostó en la cama, todavía se sentía aterrorizada por lo sucedido esa noche.
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Capitulo 415
Anteriormente, le tenía miedo a Rodrigo, pero eso era porque sus posiciones y estatus no eran iguales. Cuando sufría injusticias de parte de ese hombre, no se atrevía a expresar su enojo, pero el sentimiento que surgió esa noche, se había convertido en el miedo que siente una mujer hacia un hombre. Ahora veía a Rodrigo bajo una nueva luz, preguntándose qué pensaba
de ella.
¿Realmente la había seducido a propósito? ¿La veía como un juguete?
¿Por qué había intentado forzarla esa noche? ¿Necesitaba descargar su frustración? Si necesitaba eso, ¿por qué no buscó a Fabiana?
Adriana se giró de lado y dejó que una lágrima resbalara por su mejilla, secándola rápidamente con la mano. Entonces, trató de olvidar todo lo desagradable de esa noche, obligándose a dormir.
A la mañana siguiente, Adriana descubrió que Rodrigo le había enviado más de una docena de mensajes. Eso la hizo recordar instantáneamente lo sucedido el día anterior, y su buen humor desapareció al instante.
No sabía qué le había escrito y no quería saberlo, así que simplemente los borró todos de un solo golpe.
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