Capítulo 430
Llegó al dormitorio de Eric y le dijo que en dos días se iría.
Al escucharla, Eric se quedó muy sorprendido y sostuvo su mano, preguntando: “¿Por qué te vas tan pronto? ¿No puedes quedarte unos días más?”
Eric pensaba que si Adriana se quedaba unos días más en Solara, podría vivir en la casa de la familia Suárez y así, él podría hablar más con ella.
Adriana también quería pasar tiempo con su abuelo, pero realmente no tenía tanto tiempo. Su vientre ya comenzaba a notarse, y solo podía ocultarlo usando ropa holgada todos los días. Además, ser una mujer embarazada presentaba otras dificultades, y como aún no había anunciado su embarazo en ese lugar, vivir allí resultaba complicado.
Todo mejoraría una vez que llegara a un lugar donde no hubiera gente conocida.
Adriana negó con la cabeza, luego sostuvo la mano de Eric y le dijo sinceramente: “Abuelo, voy a viajar para conocer el mundo, no es que no vaya a regresar. Cuando vuelva, será la primera persona a la vendré a ver.”
“Bueno, está bien.” Eric le dio unas palmaditas en el dorso de la mano, un poco melancólico.
Afuera, Verónica observó la escena en silencio, bajando la cabeza mientras escribía rápidamente en su dispositivo.
Después de un rato, Verónica vio a Adriana salir y le preguntó: “Srta. Noriega, ¿se va a ir?”
“Sí.” Adriana asintió. “Ya es tarde, el abuelo va a dormir, y yo también me voy.”
Le había enviado un mensaje a Rodrigo hace diez minutos, y probablemente él acababa de verlo y estaba en camino. Si Adriana se iba ahora, ¿no se perdería verlo?
Verónica estaba muy preocupada, pero Adriana no notó nada extraño y asintiendo, comenzó a bajar las escaleras.
En ese momento, la puerta principal de la villa se abrió y una figura entró corriendo apresuradamente, mirando alrededor de la casa.
Al ver a Adriana, se acercó rápidamente a ella: “¿Te vas en dos días?”
Adriana no esperaba que Rodrigo regresara a casa con tanta prisa. Al verlo tan agitado, fue evidente que había llegado corriendo. ¿Estaba ansioso por hablar con ella? ¿Quién le había dicho que estaba allí?
Miró a Verónica con sospecha, y la mujer bajó la cabeza inmediatamente.
Sin pensarlo mucho, Adriana se volvió y dijo con calma: “Sí, me voy pasado mañana.”
Pasado mañana… esas palabras resonaron como un martillo en el corazón de Rodrigo, dejándolo con el pecho apretado.
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No esperaba que Adriana se fuera tan pronto, bajó la cabeza para mirarla, abrió la boca, como si quisiera decir algo, pero no salió nada.
Desde hace tiempo sabía que le gustaba Adriana, pero recientemente fue que se dio cuenta de que su afecto por ella era mucho más grande de lo que había imaginado. Realmente le gustaba mucho Adriana y deseaba estar con ella, pero en ese momento, a pesar de su habilidad para resolver problemas, se sentía impotente.
La luz del salón era tenue, y Rodrigo la observaba con una expresión de cierta vulnerabilidad en su rostro maduro y apuesto.
Al ver eso, Verónica se sintió incómoda, y rápidamente se llevó a los sirvientes, pensando que era mejor que no vieran a su jefe en ese estado.
Adriana también sintió que Rodrigo estaba algo desanimado. ¿Por qué sería? ¿Estaba triste porque ella se iba?
Se rio internamente, Rodrigo tenía la mente puesta en Fabiana, ¿cómo iba a preocuparse por su partida? Eso debía ser un error. Se esforzó por reprimir esa sensación de amargura
inexplicable y dijo con indiferencia: “¿Hay algo más? Si no, me voy.”
