Capítulo 432
Era innegable que él era un hombre extremadamente atractivo, pero su presencia siempre tenía un aire sombrío o una frialdad distante. Eso provocaba que, aunque muchas mujeres se sintieran atraídas por él, ninguna se atrevía a acercarse demasiado.
Si normalmente Rodrigo era un poco sombrío, en ese momento su expresión era tan oscura que parecía que podía emanar agua negra de su rostro. Siempre había sido una persona con una presencia imponente, y ahora, con su ánimo tan sombrío, el ambiente a su alrededor se volvió particularmente opresivo.
César apenas se atrevía a respirar profundamente, no sabía qué le pasaba al Sr. Suárez, pero como un asistente astuto, si el jefe se quedaba a trabajar, ¿cómo iba a irse él?
Sin embargo, Rodrigo le había pedido que se fuera, y él no podía simplemente plantarse y decir “quiero quedarme“, así que con buen juicio, se retiró a la oficina de los secretarios.
Ahora solo estaba él en la oficina de los secretarios. César adelantó parte del trabajo del día siguiente, y cuando levantó la vista para mirar el reloj, se dio cuenta de que ya eran más de las doce, pero su jefe no mostraba señales de querer irse a casa.
Después de pensarlo un poco, regresó a la oficina del presidente: “Sr. Suárez, ¿le gustaría pedir algo para cenar?”
Rodrigo levantó la vista y lo miró, no preguntó por qué no se había ido aún, simplemente negó con la cabeza y volvió a concentrarse en su trabajo.
César suspiró internamente y salió por la puerta.
Pasaron más de dos horas, y el Sr. Suárez todavía no tenía intención de irse, mientras que César no paraba de bostezar y ya se había tomado tres tazas de café para mantenerse despierto.
Pidió algo de comida a domicilio y la llevó a la oficina del presidente, luego dijo: “Sr. Suárez, ya son las tres de la mañana, por favor coma algo y descanse, o si prefiere, puede descansar en la habitación interna, yo le preparo la cama.”
Rodrigo lanzó una mirada a la comida humeante sobre la mesa, retiró la vista y dijo con frialdad: “No hace falta, vete a casa, no te preocupes por mí.”
Su jefe había trabajado toda la noche antes, pero solo lo hacía cuando era absolutamente necesario. Sin embargo, en ese momento no había ningún proyecto urgente que atender, la empresa funcionaba bien y no había necesidad de trabajar arduamente. ¿Qué le pasaba al Sr. Suárez?
Viendo que su jefe casi había terminado el trabajo de dos días más, César estaba realmente inquieto, pero regresó a la oficina de los secretarios, pensando qué le pasaba al Sr. Suárez y a quién podría llamar para obtener información, pero en poco tiempo, se quedó dormido por el agotamiento.
1/2
20:43
Capitulo 432
A la mañana siguiente, César se despertó de un sobresalto, dándose cuenta de que había dormido varias horas sobre el escritorio. Se levantó rápidamente, se miró en el espejo para asegurarse de que no había nada extraño, y se dirigió a la oficina del presidente.
Para su sorpresa, el Sr. Suárez seguía en la misma posición que el día anterior y con la misma ropa, la comida sobre la mesa estaba intacta. Sus ojos estaban enrojecidos y llenos de venas rojizas, claramente había pasado la noche sin dormir.
César estaba atónito, ¿qué le pasaba al Sr. Suárez?
Rodrigo levantó la cabeza de entre los documentos, le lanzó una mirada fría a César y sin dirigirle la palabra, se levantó para irse a casa a dormir.
Al llegar, cerró las cortinas y se tumbó en su cama, durmiendo varias horas hasta que el sonido del teléfono lo despertó en la tarde, alrededor de las tres.
Contestó la llamada con un par de palabras, se levantó, se lavó la cara y salió para abrir la puerta del salón para recibir a Celeste.
“¿Por qué no estás trabajando en la empresa el pleno día y estás en casa durmiendo?”
Celeste entró con sus tacones altos, le echó un vistazo a Rodrigo, cuyo cabello estaba despeinado, y lo reprendió. Luego entró y se sentó en el sofá.
“¿Madre, a qué has venido?” Rodrigo no le prestó atención a Celeste, se sirvió un vaso de agua fría y lo bebió lentamente.
No supo desde cuándo, pero cada vez sentía menos deseos de ver a su madre.
