Capítulo 433
Quizás fue desde la infancia, cuando su madre lo ignoraba, humillaba y golpeaba repetidamente, que su amor se fue desgastando y él ya no quiso verla más.
Celeste no pareció darse cuenta de la frialdad de su hijo y le dijo con autoridad: “De todos modos, si ya no fuiste a la empresa, no necesitas ir más tarde tampoco. Preparé algunos regalos, y en un rato vendrás conmigo a visitar a la familia Martínez, para hablar formalmente sobre tu compromiso.”
Anteriormente, ella había tomado el lugar de Rodrigo para acordar el compromiso, pero luego de eso, Rodrigo no dio señales de vida. Mientras tanto, Begoña y Lucas Martínez la presionaban de manera indirecta. Eso no solo la dejó irritada, sino también avergonzada, por lo que insistía una y otra vez con Rodrigo.
Rodrigo la miró fríamente y le dijo: “Fuiste tú quien fue a comprometerse con la familia Martínez, no yo. Si quieres ir, ve tú sola.”
Para Celeste, esa actitud era extremadamente irrespetuosa, por lo que sus ojos se abrieron de par en par y golpeó la mesa: “¿Cuándo te volviste tan descarado? ¡Ya ni siquiera me escuchas!” La mirada de Rodrigo permanecía fría mientras la observaba sin decir palabra alguna.
Finalmente, con sus labios finos, habló despacio y con claridad: “Te lo he dicho muchas veces, no quiero casarme. Pero tú, ignorando mi voluntad, fuiste y organizaste un compromiso con la familia Martínez. ¿Qué esperas que haga?”
Esa declaración enfureció a Celeste, quien respondió con una retahíla de frases como “¿Cómo es posible que no quieras casarte? Todos los hombres normales se casan” y “Me has decepcionado tanto“. Sin embargo, Rodrigo mantuvo el rostro impasible, como si no la
escuchara.
Ahora que su hijo casi llegaba a los treinta años, hacía mucho que había pasado la edad de escuchar a su madre. Además, con su casi metro noventa de altura, no podía golpearlo, ni él la escuchaba cuando lo regañaba, por ende, Celeste estaba desesperada, sin saber qué hacer.
Después de salir de la casa de Rodrigo, reflexionó mucho, pero no entendía por qué un hombre en la flor de la vida no querría casarse. En su mente, los hombres siempre quieren casarse, >ara tener en casa a una esposa hermosa que se encargue de las tareas del hogar y tener uno › dos hijos para disfrutar de la vida familiar. ¿No es eso lo que hace perfecta la vida?
Entonces, ¿por qué Rodrigo no quería casarse?
Después de pensarlo mucho, llegó a la conclusión de que el problema radicaba en Adriana.
El afecto de Rodrigo hacia Adriana era evidente. Sin duda, él quería casarse con esa mujer y la azón por la que posponía su matrimonio con Fabiana debía ser ella. Por lo tanto, si eliminaba à Adriana de la ecuación, Rodrigo obedecería.
Jna chispa de determinación cruzó los ojos de Celeste y sin dudarlo, sacó su teléfono, luego
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Capítulo 433
Quizás fue desde la infancia, cuando su madre lo ignoraba, humillaba y golpeaba repetidamente, que su amor se fue desgastando y él ya no quiso verla más.
Celeste no pareció darse cuenta de la frialdad de su hijo y le dijo con autoridad: “De todos modos, si ya no fuiste a la empresa, no necesitas ir más tarde tampoco. Preparé algunos regalos, y en un rato vendrás conmigo a visitar a la familia Martínez, para hablar formalmente sobre tu compromiso.”
Anteriormente, ella había tomado el lugar de Rodrigo para acordar el compromiso, pero luego de eso, Rodrigo no dio señales de vida. Mientras tanto, Begoña y Lucas Martínez la presionaban de manera indirecta. Eso no solo la dejó irritada, sino también avergonzada, por lo que insistía una y otra vez con Rodrigo.
Rodrigo la miró fríamente y le dijo: “Fuiste tú quien fue a comprometerse con la familia Martínez, no yo. Si quieres ir, ve tú sola.”
Para Celeste, esa actitud era extremadamente irrespetuosa, por lo que sus ojos se abrieron de par en par y golpeó la mesa: “¿Cuándo te volviste tan descarado? ¡Ya ni siquiera me escuchas!” La mirada de Rodrigo permanecía fría mientras la observaba sin decir palabra alguna.
Finalmente, con sus labios finos, habló despacio y con claridad: “Te lo he dicho muchas veces, no quiero casarme. Pero tú, ignorando mi voluntad, fuiste y organizaste un compromiso con la familia Martínez. ¿Qué esperas que haga?”
Esa declaración enfureció a Celeste, quien respondió con una retahíla de frases como “¿Cómo es posible que no quieras casarte? Todos los hombres normales se casan” y “Me has decepcionado tanto“. Sin embargo, Rodrigo mantuvo el rostro impasible, como si no la escuchara.
Ahora que su hijo casi llegaba a los treinta años, hacía mucho que había pasado la edad de escuchar a su madre. Además, con su casi metro noventa de altura, no podía golpearlo, ni él la escuchaba cuando lo regañaba, por ende, Celeste estaba desesperada, sin saber qué hacer.
Después de salir de la casa de Rodrigo, reflexionó mucho, pero no entendía por qué un hombre en la flor de la vida no querría casarse. En su mente, los hombres siempre quieren casarse, para tener en casa a una esposa hermosa que se encargue de las tareas del hogar y tener uno o dos hijos para disfrutar de la vida familiar. ¿No es eso lo que hace perfecta la vida?
Entonces, ¿por qué Rodrigo no quería casarse?
Después de pensarlo mucho, llegó a la conclusión de que el problema radicaba en Adriana.
El afecto de Rodrigo hacia Adriana era evidente. Sin duda, él quería casarse con esa mujer y la razón por la que posponía su matrimonio con Fabiana debía ser ella. Por lo tanto, si eliminaba a Adriana de la ecuación, Rodrigo obedecería.
Una chispa de determinación cruzó los ojos de Celeste y sin dudarlo, sacó su teléfono, luego
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Capítulo 433
realizó una llamada.
Dos días después, Adriana devolvió el alquiler de su casa en Jardines de la Paz. Envió el resto de su equipaje como encomienda hacia Frescura y con una maleta de mano, emprendió su viaje.
En Solara tenía un coche, y aunque conducir hasta Frescura no era muy lejos, Cecilia e Iván no querían que una mujer embarazada condujera sola. Por lo tanto, dejó el vehículo de forma temporal en casa de Cecilia, para que ella se encargara de enviarlo después, mientras que ella tomaría un avión a Frescura.
Así, Adriana tomó un taxi hacia el aeropuerto.
Mientras observaba las vistas desde la ventanilla del coche, pensaba en Rodrigo, quien estaba en algún lugar desconocido. A pesar de tener un sentimiento de tristeza, también sintió un
alivio.
Desde el centro de la ciudad hasta el aeropuerto eran apenas treinta minutos, así que Adriana bajó del taxi muy pronto, tomando su maleta y dirigiéndose hacia adentro.
Mientras pasaba por un pasillo un poco oscuro, un hombre alto con gafas de sol la detuvo y en voz baja, le preguntó, mostrándole un papel: “Señorita, quiero preguntar por una dirección, ¿sabe dónde está este lugar?”
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