Capítulo 436
Podía escuchar las voces de los hombres afuera, aunque había una puerta de por medio y las voces sonaban un poco bajas, por lo que no podía entender lo que decían, pero estaba claro que alguien estaba hablando continuamente, tal vez haciendo una llamada.
Adriana empezó a contar en su mente para calcular el tiempo aproximado que había pasado.
Aunque no era una forma precisa de medir el tiempo, al menos le daba una idea general. Justo cuando calculó que habían pasado unos veinte minutos, las voces afuera empezaron a alejarse. Probablemente, el hombre de las gafas de sol se había ido.
Pero, seguramente no la había dejado allí sin vigilancia, quizás había ido al baño o a comer algo.
Adriana abrió los ojos de inmediato. Sus manos, atadas a la espalda, buscaron en el bolsillo de su vestido y sacaron un pequeño celular. Rara vez le contaba a alguien sobre eso, pero siempre tenía el hábito de llevar dos celulares consigo.
A veces, cuando trabajaba fuera, como cuando iba a un restaurante a reunirse con alguien y la otra persona llegaba tarde, aprovechaba el tiempo de espera para trabajar.
En esas situaciones, Adriana usaba un celular para escribir y el otro para consultar sus notas.
Aunque ese hombre se había alejado, no sabía cuándo volvería, ni si había alguien más vigilando en los alrededores, por lo tanto, lo que iba a hacer era muy arriesgado. Si la descubrían, podría recibir una paliza, pero no tenía otra opción.
Afortunadamente, él solo había atado sus manos juntas, sin sujetarlas a la silla, por lo que podía mover un poco la parte superior de su cuerpo.
Con esfuerzo, sacó el celular del bolsillo, torció su cuello para ver la pantalla y desbloqueó el teclado, presionando el número uno.
El número uno era el atajo de llamada rápida que había configurado para Cecilia y llamó de inmediato.
Por suerte, Cecilia no estaba ocupada y contestó rápidamente. Desde el otro lado, se escuchó una voz algo apagada: “Adri, ¿qué pasa, ya llegaste?”
En ese momento, de repente se escucharon pasos acercándose al almacén. ¿Sería que el hombre había regresado?
Al instante, el corazón de Adriana casi saltó a su garganta. Rápidamente bajó la voz y dijo: “¡Ceci, me han secuestrado! ¡Rastrea este teléfono y ven a rescatarme!”
Después de decir eso, Adriana colgó inmediatamente y volvió a guardar el celular en su bolsillo. Justo entonces, la puerta del almacén se abrió de un golpe, y una luz no muy brillante entró.
En ese instante, Adriana cerró los ojos casi por reflejo, y su corazón latía tan fuerte que parecía
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Capitulo 436
ensordecerla, El sonido de los zapatos del hombre resonó en el suelo, acercándose paso a
paso, hasta detenerse frente a ella. El sudor frío estaba a punto de brotarle, pero se esforzó por no mostrar ninguna anomalía.
“Despierta, no te duermas.”
Algo frío y duro golpeó su rostro, así que Adriana abrió los ojos para ver al hombre parado frente a ella, con un celular en la mano. Probablemente había usado el teléfono para golpearle
la cara.
Adriana lo observó, por el tono del hombre, quizás pensó que se había quedado dormida. Eso significaba que no se había dado cuenta de que había estado haciendo una llamada en secreto, así, el corazón de Adriana finalmente pudo calmarse un poco.
El hombre se quitó las gafas de sol, revelando un rostro tosco y anguloso. Con cierta curiosidad, preguntó: “¿Por qué no tienes miedo?”
¿Este hombre estaba intentando charlar con ella?
Adriana reflexionó y respondió: “¿Por qué debería tener miedo?”
Eso hizo reír al hombre, quien curvó sus labios con burla: “¿Estás secuestrada y no tienes miedo? ¿Te falta un tornillo?”
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