Capítulo 44
Adriana la miró con asombro.
No podía creer que Fabiana pensara que ella había cambiado el guion y buscado un doble solo para humillarla. ¿Realmente Fabiana pensaba de esa manera? ¿Estaba loca?
No, no lo estaba.
Fabiana era una persona muy astuta. Si dijo eso, o bien estaba tan enojada que hablaba sin pensar, o lo hacía intencionalmente para provocar a Adriana.
Y Adriana, sin duda, se sintió provocada.
Cerró los ojos por un instante. Aunque sentía que iba a estallar de ira, logró calmarse. Sabía que enojarse no serviría de nada.
Decidió no prestarle más atención a Fabiana y salió del vestuario.
Fabiana no trató de detenerla. Aprovechando que la marca de la bofetada aún no desaparecía de su rostro, buscó el ángulo perfecto para tomarse una foto. Luego, se la envió a Rodrigo.
La foto era muy calculada: la hacía ver bien, pero también destacaba la marca en su mejilla, haciendo que pareciera vulnerable y desdichada.
Poco después, sonó su teléfono. En la pantalla apareció el nombre “Rodrigo“, y Fabiana sonrió.
Mientras tanto, Adriana regresó al vestuario. No quería llorar, pero la impotencia que sentía era tan grande que no pudo evitarlo.
Desde pequeña había soportado miradas despectivas y burlas. Sin embargo, incluso aquellos que la criticaban solían mantener cierto nivel de educación y nunca usaban palabras
excesivamente hirientes.
Sin embargo, en los últimos días, había recibido miles de insultos en Internet, muchos de ellos particularmente ofensivos y vergonzosos. Se sentía devastada.
“¡Toc, toc!”
“¡Adriana!”
La puerta se abrió de repente. Rodrigo entró lleno de furia y se acercó rápidamente a Adriana.
Ella acababa de secarse las lágrimas cuando lo vio. Su rostro, normalmente atractivo, estaba cubierto de sombras, y la ira irradiaba de él. Por un instante, Adriana se quedó paralizada.
“¿Le pegaste a Fabiana?”
Fue lo primero que dijo.
Adriana asintió con firmeza: “Sí, le pegué.”
Aunque en un principio estaba aturdida, rápidamente comprendió por qué Rodrigo estaba allí.
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Sin embargo, al escuchar su gélida voz, tan fría como el hielo, su corazón dio un vuelco.
“¿Cómo te atreviste?”
Rodrigo pronunció cada palabra con una mirada amenazante y una furia en su interior que parecía desbordarse.
“¿Acaso olvidaste que está embarazada?”
Sí, Fabiana estaba embarazada y en su vientre llevaba el hijo de Rodrigo.
Pero ella seguía siendo una mujer embarazada. Había sido víctima de un acoso brutal en línea, ¿por qué nadie sentía compasión por ella?
Rodrigo la miró con más intensidad cuando Adriana permaneció en silencio: “¿Qué pasa? ¿No piensas decir nada?”
“No tengo nada que decir.”
El rostro de Adriana estaba pálido, y su tono de voz sonaba débil.
“Fabiana pagó a alguien para que publicara un artículo difamatorio en Internet, lo que provocó un acoso masivo hacia mí. Por eso le pegué.”
“Por supuesto, no tengo pruebas de que ella haya planeado todo. Si no me crees, no hay nada que pueda hacer.”
Luego de decir estas palabras, Adriana miró fijamente al suelo. No sabía cómo respondería Rodrigo, pero se sentía tan mal que solo deseaba que él se fuera.
“Me encargaré del artículo.”
Unos segundos después, la sombría voz de Rodrigo resonó sobre ella: “Debes disculparte con Fabiana.”
“¿Qué?”
Adriana alzó la cabeza bruscamente. ¿Rodrigo realmente le estaba pidiendo que se disculpara? En ese momento, la puerta se abrió de nuevo. Fabiana entró con apariencia frágil y, agarrando la camisa de Rodrigo, dijo:
“No hace falta que se disculpe. La Srta. Noriega ha recibido tantos insultos desagradables que es comprensible que esté enojada. Aunque yo no hice nada… mi herida ya está mejor, así que no es necesario que se disculpe.”
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