Capítulo 444
Sentada en el suelo frío con las rodillas abrazadas, lloró un rato mientras la desesperación por su futuro la invadía. De repente, escuchó a alguien gritar su nombre con una voz tan familiar que parecía ser un sueño.
En ese momento, Adriana quedó completamente atónita, abrió los ojos de par en par, pero sintió como si su cuerpo estuviera petrificado, sin poder moverse. No creía que Rodrigo realmente estuviese allí para rescatarla; pensó que probablemente era su desesperado deseo de ser rescatada por alguien conocido, lo que la hacía alucinar.
Al darse cuenta de eso, Adriana se sintió aún más triste y desolada, como pensaba que la voz era solo una ilusión, no respondió, pero justo cuando realmente se estaba hundiendo en la desesperación, un rayo de luz intensa apareció sobre su cabeza. Instintivamente levantó la vista y vio ese rostro familiar, el rostro de Rodrigo.
En ese instante, Adriana estaba completamente asombrada, levantó la cabeza y lo miró con intensidad, sin poder pronunciar una sola palabra.
Luego, vio cómo Rodrigo usaba un transmisor para avisar a otros que la había encontrado, guardó sus cosas y descendió por la pendiente hasta llegar a ella.
“Adriana, ¿estás bien?” Preguntó él al llegar a su lado.
Mientras buscaba a Adriana, Rodrigo había pensado mil veces en qué le diría cuando la encontrara, pero en ese momento, olvidó todas las palabras que había planeado decir, solo quería saber si estaba bien. Sin embargo, al ver su carita cubierta de tierra, con rasguños, los ojos enrojecidos y el tobillo hinchado, supo que no estaba bien.
Así que sin esperar una respuesta, abrió los brazos y la abrazó con fuerza, diciendo: “No tengas miedo, estoy aquí, nadie te hará daño.”
En ese instante, Adriana se sintió tan feliz que las lágrimas brotaron de sus ojos, ya no pudo contenerse y se lanzó hacia Rodrigo, llorando a todo pulmón. Ella rodeó el cuello de Rodrigo con sus brazos, apretándolo con fuerza, enterrando su rostro en el hueco de su cuello, llorando en medio del bosque oscuro.
Era la primera vez que veía a Adriana tan descontrolada, por lo que el corazón de Rodrigo se rompió. La abrazó más fuerte, consolándola: “No tengas miedo, estoy aquí contigo, ya no llores…”
Pero cuanto más la consolaba, más lloraba Adriana, así que Rodrigo se quedó perplejo, ¿la
había consolado tan mal?
Solo pudo abrazarla con más fuerza, como si quisiera fundirla en sus huesos.
Y Adriana no sintió dolor en absoluto, solo una seguridad inmensa. Un momento antes, pensaba que moriría allí, y al siguiente, Rodrigo apareció como un Dios ante ella, provocando que su felicidad fuese inmensa.
16:23
Capitulo
“Deja de llorar, te llevaré arriba.” Le indicó Rodrigo mientras le limpiaba las lágrimas y ella sollozaba en su pecho.
Adriana asintió y con la ayuda del hombre, se puso de pie. Tenía el tobillo torcido, pero no era demasiado grave, al menos no se había roto, aun así, caminaba cojeando y cada paso era
doloroso.
Así que, cuando finalmente subieron la colina, Rodrigo la levantó en sus brazos, decidido a sacarla del bosque.
Al ser levantada de repente, Adriana se sorprendió y rápidamente dijo: “No necesitas cargarme, puedo caminar sola.”
Ahora que se había recuperado un poco, recordando cómo se había aferrado a Rodrigo llorando descontroladamente, se sintió tan avergonzada que deseaba que la tierra se la tragara. Mientras hablaba, mantenía la cabeza baja, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
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